¿Hoy como aquel 1 de octubre?

La justicia va por otro camino. También hoy

Fue el 1 de octubre de 1946, en la sesión de la tarde. El Presidente del tribunal de Núremberg le comunica al acusado Karl Dönitz:

«Gemäss den Punten der Anklageschrift, unter welchen Sie für schuldig befunden wurden, verurteilt Sie der Internationale Militärgerichtshof zu zehn Jahren Gefängnis» (Conforme al escrito de acusación, en el que se le considera culpable, el tribunal militar internacional le condena a 10 años de cárcel).

El admirante Karl Dönitz comandó la Kriegsmarine (marina de guerra) de la Alemania nazi entre el 30 de enero de 1943 hasta el final de la guerra, con el rango de Großadmiral. Fue designado sucesor como Reichspräsident de su país por Adolf Hitler, cargo que desempeñó por 23 días entre el 30 de abril y el 23 de mayo de 1945.

Fue detenido por las Fuerzas Aliadas y llevado a la ciudad de Núremberg, donde fue juzgado por crímenes de guerra y crímenes contra la paz. Se le acusó de haber instruido a sus tropas para la guerra aun en tiempos de paz (función primordial de un militar) y de ser el responsable de la Orden N.º 154, por la cual se desarrolló la ilimitada guerra submarina, violando los principios de la guerra naval. Fue declarado culpable y condenado a diez años y 20 días de prisión, saliendo en libertad el 1 de octubre de 1956, retirándose a vivir en una aldea cercana al puerto de Hamburgo. Se dedicó a escribir acerca de sus experiencias durante la guerra, llegando a publicar dos autobiografías. Murió en 1980 a los 89 años.

Luego han sido otros comandantes de la marina de guerra de los aliados que han sostenido que, después y todo, Karl Dönitz no hizo por entonces cosa distinta a ellos, sólo que en bandos diferentes: Dönitz en la de los perdedores, los otros en el de a la postre vencedor

Los condenados a la horca : Hermann Wilhelm Göring, Joachim Ribbentrop, Wilhelm Keitel, Ernst Kaltenbrunner, Alfred Rosenberg, Hans Frank, Wilhelm Frick, Julius Streicher, Fritz Sauckel, Alfred Jodl, Arthur Seyss-Inquart y Martin Bormann. A cadena perpetua: Rudolf Hess, Walther Funk, Erich Raeder; a 10 años: Karl Dönitz, a 20 años: Baldur von Schirach, Albert Speer y a 15: Constantin von Neurath

Son los denominados grandes criminales de la Segunda Guerra Mundial, causantes según la historia de millones de muertes y de grandes daños. Fuera de los ahorcados y Rudolf Hess, de estos denominados grandes criminales nadie cumplió 20 años.

En el Tribunal Militar Internacional de Núremberg, como se sabe, no se juzgó a los grandes criminales de la Segunda Guerra Mundial, faltaban otros muchos, entre ellos figuras dirigentes y mandamases de los aliados. La historia se repite y la podemos ver más tarde en Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, Irak, Balkanes.

El Tribunal de Núremberg fue simplemente un tribunal de vencedores sobre vencidos. Se exageró la maldad del contrario para disimular la propia, en realidad se fabricó un enemigo  de cara al público, para mitigar los grandes crímenes propios; se utilizaron adjetivos duros, subidos de tono, descalificadores, crueles, bárbaros…, se demonizó al contrario, se cargaron sobre él todos los males para dulcificar los propios. Se agigantó lo demoníaco en el otro para simular bondad en el propio tratando así de lavar la cara propia que no era muy diferente a la del otro. Allí ni se pretendió ni se juzgó a los grandes criminales. La justicia iba por otro camino. También hoy. A este respecto se ha editado por Txalaparta un libro muy interesante «La construcción del enemigo. ETA a la vista de España, 2010-2012», cuyos autores son Iñaki Egaña y Giovanni Giacopuzzi.

Hoy se ha juzgado en un tribunal de Estrasburgo la doctrina 197/2006, popularmente conocida como doctrina Parot, o en román paladín la doctrina de «donde dije digo ahora digo Diego, y a callar! Doctrina emanada de la Audiencia  Española, que viene a ser un resto opaco de los años 36 y siguientes. Una Audiencia de sombra de putsch.

Y como en Nüremberg, un comandante de los aliados, que ascendió a coronel y por sus méritos de guerra sucia fue nombrado general de brigada, y aunque largamente premiado se le condenó a 71 años por secuestro y asesinato -mejor dicho, por no llevar a cabo bien el trabajo a él encomendado y dejar huella-, liberándolo a los cuatro años. ¿Por justicia? No, como premio a una labor encomendada.

¡Ah, los afectados por la doctrina 197/2006 llevan más de 20 años en la cárcel!

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua