República versus monarquía

Joxerra_Bustillo

bandera

La catarata de calamidades que viene minando la credibilidad de la monarquía española, personificada en la familia Borbón, parece estar alimentando cierto fervor republicano. Un sector de la población del Estado español estima que si la forma monárquica se encuentra en dificultades, es legítimo pensar en adoptar la forma republicana de estado.
Es cierto que en la llamada «transición», envuelta dentro del hipnótico paquete constitucional, se hizo pasar por democrática la monarquía y con ella al heredero directo del general Franco. En aquella ceremonia guardiacivilizadora, que diría Bergamín, participaron de forma entusiasta PSOE y PCE, amén de otros partidos de derechas. Es curioso que ahora brote tanto republicano desde esas filas, republicanos que esgrimen amnesia cuando se les recuerdan aquellos penosos episodios, en especial la mascarada protagonizada por Carrillo a cambio de la legalización de su partido.
Quiero dejar claro, por si acaso, que entre monarquía y república, así en general, me quedo con la república. No obstante, se me antoja un tanto simplista hacerse uno republicano por mor de las corrupciones de la casa real. Algún otro argumento a favor deberían de utilizar si quieren convencer a las inmensas mayorías. Ahora bien, puestos a hablar de repúblicas, las hay de todos los colores. Ni la Alemania nazi, ni la Francia de Vichy, ni la Chile de Pinochet eran monarquías y lo de Franco, aunque en una de ellas desembocó, tampoco.
Por suerte o por desgracia, en Euskal Herria tenemos de todo. Monarquía en el sur y república en el norte. ¿Qué nos ha ido mejor? En algunas cuestiones clave, a los vascos nos ha ido mal con los dos formatos, más que nada porque no eran propios, sino ajenos. Depositar en la mera forma de estado demasiadas esperanzas es un ejercicio de riesgo. Lo importante no es el fetiche en sí, sino el modo en que se configura el sistema institucional. En nuestro caso en forma de una república vasca en la que todos los ciudadanos tengan algo que decir, para evitar la deriva presidencialista que suele aquejar a esta forma de estado. Una república participativa, horizontal y respetuosa, alejada de cualquier atisbo de autoritarismo.
Es cierto que las izquierdas, en general, han preferido siempre el sistema republicano de gobierno frente al dinástico, pero ello no nos debe hacer olvidar que existen algunas derechas genéticamente republicanas, mayoritarias en el Estado francés, más escasas de efectivos en el español. El gaullismo es republicano y del conservadurismo de los republicanos estadounidenses está todo dicho. La extrema derecha española y la francesa son también mayoritariamente republicanas.
La bandera tricolor de la república española, que incorpora una tercera franja inferior morada, procedente del pendón de Castilla, a las dos rojigualdas de la borbónica, ostenta cierto glamour romántico. Los avatares de la guerra civil y la acertada definición de «república de trabajadores de todas clases» de la constitución de 1931 pueden ser algunas de las causas del mismo. Pero en sí misma, esa bandera debe colocarse a idéntica altura que la tricolor que se iza a los sones de La marsellesa. Es tan republicana y tan ajena a Euskal Herria como ella.