Hacia mitades del XIII los soberanos intentaron potenciar el poder central al propagar una realeza otorgada, delegada de Dios. Teoría que sostenía que todos los que criticaban al rey indirectamente iban contra Dios. Y Dios era el no va más. Esta nueva concepción del poder real fue fundamentalmente apoyada por la Iglesia porque, en definitiva, a los monarcas se les hacia depender jerárquicamente de la Iglesia. (Harm G. Schröter).
Es lo que se dice: “por cojones”, sean estos “Dios” antes o “razón de estado” ahora. Pero siempre una sinrazón por motivos espurios, de desprecio y con frecuencia de baja estofa.
a.- Desde febrero se está juzgando en Luxemburgo el famoso caso del Bomleeër, el colocador de bombas. Entre 1984 y 1986 hubo una serie de veinte atentados con bombas. La policía y medios oficiales atribuyeron a grupos de izquierda, luego a grupos anarquistas.
Un testigo inesperado ha dado un extraordinario giro al proceso: los atentados habrían sido cometidos no por grupos de izquierda sino por miembros de las fuerzas de seguridad.
El historiador alemán Andreas Kramer ha declarado que el autor de 18 de aquellas 20 bombas fue su padre, un agente del servicio secreto alemán, BND, que actuaba por cuenta de una estructura secreta de la OTAN. El testimonio de Kramer exculpa a los dos acusados del caso, Marc Scheer y Joseph Wilmes, ex miembros de la brigada móvil de la gendarmería y coloca en el primer plano de las sospechas al padre de Kramer, Johannes Kramer, fallecido en 2012 y definido por el hijo como “un prototipo de nazi”. También apunta al ex jefe de los servicios secretos de Luxemburgo (SREL), Charles Hoffmann. Los atentados de Luxemburgo, contra la cumbre de la Unión Europea del 2 de diciembre de 1985, contra una sede judicial y una larga serie de torres eléctricas, fue obra de un grupo de 40 personas, diez de ellas luxemburguesas, incluido el jefe de la “Brigada Móvil” de la Gendarmería local, Ben Geiben, en conexión con los servicios secretos alemanes (BND) y británicos (MI6), explicó Kramer.
“Mi padre era un terrorista, se trataba de puro terror y de asesinatos, calculaba conscientemente la muerte de personas”, declaró Kramer ante los jueces. Su padre le explicó sus hazañas porque quería que el hijo ingresara también en el BND. “Me amenazó de muerte en caso de que explicara algo, me lo tomé muy en serio”, dice el hijo.
b.- Ayer, 6 de mayo de 2013, se inició en la Audiencia Territorial de Munich el polémico juicio, largamente esperado, contra cinco acusados: Beate Zschäpe (38), Ralf Wohlleben (38), Cartsten S (33), Holger G. (38) y André E. (33), acusados de pertenencia, apoyo o colaboración con la alcantarilla, una célula de extrema derecha neonazi, Nationalsozialistischer Untergrund» (NSU), acusada de matar a ocho inmigrantes turcos, un griego y una policía alemana.
Y de nuevo: Las familias de las víctimas tuvieron que hacer frente no sólo al sufrimiento de perder a un ser querido, sino al hecho de ver cómo los investigadores policiales y oficiales situaban a los asesinados en el centro de una mafia de drogas o apuestas ilegales. Los extranjeros como chivos expiatorios.
Durante años, y hasta noviembre de 2011, el trío neonazi formado por Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt (ya fallecidos) y Beate Zschäpe, autodenominado ‘Resistencia Nacionalsocialista’ (NSU), actuó impunemente. Desde el 9 de septiembre de 2000, cuando asesinaron a un florista turco de 38 años en Núremberg, hasta la muerte de una policía el 25 de abril de 2007, mataron a otros siete turcos de entre 25 y 49 años y a un griego de 41.
¿Cómo fue posible, se preguntan hoy los alemanes, que durante años el trío matara impunemente? ¿Qué llevó a la Policía a descartar que estuviera ante crímenes de la extrema derecha? ¿Qué ayuda recibió la célula para poder llevar a cabo sus fechorías?
¿Fue un error grave de los servicios secretos alemanes o más bien un dejar hacer o cuando no colaboración clara y descarada de los aparatos estatales, condescendientes y colaboradores con la extrema derecha? ¿Trabajaron esos neonazis acaso como confidentes de la policía? ¿Por qué ésta ha borrado huellas de aquellos en el transcurso de la investigación? Muchas preguntas en el aire, que esperan respuesta.
c.- Hace años el historiador Iñaki Egaña demostró nítidamente, con pelos y señales, que Begoña Urroz murió víctima de unja bomba del Directorio Ibérico de Liberación (DRIL). El gobierno del PP y del PSOE, el ayuntamiento de Lasarte, el Parlamento español, el Ayuntamiento de Donosti, el profesor Lluch, el cura Pagola y algunos organismos muy ligera y beligerantemente, en momentos muy conscientemente y con muy mala baba, se sumaron a la mentira en boga y a su ilusión delirante: quisieron que ETA iniciara sus acciones armadas matando una niña de meses, anteponiendo su deseo malvado a la realidad histórica.
Un informe, antes bajo llave gubernamental y ahora desclasificado, muestra la vieja verdad histórica ya sabida: quien perpetró el atentado en la estación de Amara fue, como le constaba a la policía en 1960 y a todo interesado en la verdad, fue el DRIL.
A pesar de todo, el Consejo de Ministros el 14 de abril de 2012 entrega la Gran Cruz de la Orden de Reconocimiento Civil a título póstumo a Begoña Urroz, bebé fallecido en 1960 por una bomba colocada en la donostiarra estación de Amara. El Gobierno la reconocía como la primera víctima de ETA«. Las pruebas ofrecidas para entonces por el historiador Iñaki Egaña, el catedrático de historia contemporánea de la UPV-EHU Santiago de Pablo, el periodista Eduardo Uriarte o el historiador especializado en el DRIL Xurxo Martínez Crespo eran graníticas.
Pues bien, a pesar de todo el 11 de marzo de 2010 el Parlamento español, bajo la presidencia de José Bono, determina que “en adelante el 27 de junio se conmemorará el Día de la Víctimas del Terrorismo. El día elegido es la fecha en la que en 1960 tuvo lugar el primer atentado como víctima mortal de la banda terrorista ETA. La víctima fue una niña de 22 meses, Begoña Urroz».
¡Otra conmemoración a añadir al estercolero nacional español! ¡¡Efectivamente, Gernika lo quemaron las hordas rojas!!
Publicado por Nabarralde-k argitaratua
