En el pasado fuimos más conscientes de la necesidad del desarrollo sostenible que hoy

No hay ninguna duda de que, en cuestión de desarrollo sostenible, vamos para atrás como el cangrejo. El desarrollo sostenible ya no es ningún objetivo serio a perseguir. Al menos, no lo recogen la mayoría de las políticas económicas de los países desarrollados. Y ya no lo hacen porque los políticos se han vendido descaradamente al capital financiero. Son políticos títeres al servicio de los bancos y las instituciones financieras y sus empresas. Por ello, no importa ya quién gane las elecciones de un país porque siempre ganan los mismos; es decir, la élite que forman las clases sociales más ricas.

 

Los políticos tan sólo son los encargados de crear las condiciones para que las inversiones especulativas de los bancos y del sector financiero colaboren en la absurda y demencial carrera que se ha entablado entre las diferentes empresas multinacionales para hacerse con los recursos que nos quedan y utilizarlos después de manera insostenible para sus alcanzar fines lucrativos.

 

 

Capitalismo y desarrolo sostenible

 

No importa nada si los recursos son escasos o si su utilización está contaminando más el planeta. Los niveles de emisiones de CO2 a la atmósfera van en aumento, a pesar de la amenaza creciente del Cambio Climático. El sector financiero se está haciendo dueño del mundo y sólo vive para el corto plazo. Las consecuencias de su actuación no cotizan en bolsa y, por lo tanto, no preocupan.

 

Los banqueros llevan tiempo operando conforme a sus propias reglas y no van a parar hasta llevarnos más allá del borde del precipicio porque saben que ya son tan grandes que no los dejaremos caer aunque con ello nos lleven a todos por delante. Lo hacen cegados por la avaricia, sin importarles un comino, las consecuencias de un probable advenimiento del fascismo, tal como ocurrió en el segundo cuarto del siglo pasado. Precisamente, el fascismo nació durante los inicios de la Segunda Depresión Económica que se iniciaría en el año 1929 y concluiría recién acabada la Segunda Guerra Mundial.

 

Este sistema oligopólico de los bancos y las finanzas es el que controla las empresas extractivas, productoras, distribuidoras y comercializadoras de alimentos, energías fósiles, electricidad, agua potable, terrenos fértiles, terrenos edificables, metales y maderas…, a las que tendríamos que añadir las empresas de la construcción y obras públicas, transporte, inmobiliarias, empresas de comunicación y telefonía, etc.

 

Con el auge de las ideas neoliberales, a finales de los años 80 y comienzos de los 90 del siglo pasado, los gobiernos se volvieron cada vez más irresponsables y dejaron que los bancos y el sector financiero pudieran actuar a su antojo y sin apenas ningún control. De este, modo empezaron a crear dinero electrónico de la nada, prestaron y/o invirtieron lo que no tenían, impulsando sin parar las diferentes burbujas especulativas y arrojando innumerables impactos negativos sobre la economía.

 

Esta evolución degenerativa de la economía es la que está provocando la destrucción del empleo, el deterioro del Estado del Bienestar y la calidad de vida, al aumento de las desigualdades, al empobrecimiento de las clases medias y la propia destrucción del Planeta. El capitalismo financiero se ha convertido en un creciente e inmenso agujero negro que devora el resto de la vidas y economías con el único objetivo de colmar sus insaciables deseos de acumular dinero. De este modo, el rico cada vez es más rico y el pobre cada vez es mas pobre.

 

Hemos permitido que, virtualmente, sea el capitalismo financiero el que lograra hacerse dueño del destino de la raza humana. La democracia universal se ha convertido “realmente” en un “sueño para ingenuos” ya que, debido a la extensa y profunda corrupción política, hoy en día lo que impera es la democracia censitaria. Es decir, en la práctica, impera la ley de un “un dólar, un voto”, frente a la ley de “un hombre, un voto”.

 

La Tercera Depresión Económica que actualmente conocemos indica que el sector está completamente fuera de control, y que ningún gobierno parece querer o atreverse a controlarlo. Los enemigos a batir para los plutócratas son las democracias y el desarrollo sostenible. Es conveniente recordar que hace tan sólo quince años parecía que se estaba produciendo una toma de conciencia ecológica y se asumía la necesidad del desarrollo sostenible. Desgraciadamente, es una ilusión que parece haber desaparecido completamente, por el momento.

 

La prensa y la televisión ya apenas hablan de la ecología y de la sostenibilidad del Planeta. La mayoría de los medios de comunicación pertenece o a los gobiernos o al capital financiero. Tan manipulados están que también omiten en sus noticias que las ayudas a los países en crisis son destinadas fundamentalmente a cubrir las deudas de los bancos. Esto es lo ocurrió en España, un país que se endeudó para ayudar a tapar las tremendas deudas de unas cajas de ahorro y de unos bancos que fueron manejados, de un modo del todo irresponsable, en sus apuestas por la burbuja inmobiliaria. Y es también así como está ocurriendo en Grecia donde casi el 80% de las ayudas que recibió el país cayó en manos de las instituciones financieras griegas.

 

En estas condiciones, conseguir que nuestras políticas de desarrollo, y de impulso económico para la salida de la crisis, se basen en la economía sostenible es una tarea que puede parecer excesivamente difícil, por no decir que imposible. Sin embargo, no nos olvidemos nunca que cuando más crece el peligro, más crece aquello que puede y merece la pena salvarse. Es cierto que lo peor está por llegar, pero también es cierto que la solución sigue siendo, hoy más que nunca, el desarrollo sostenible.

http://juanjogabina.com/2013/08/07/en-el-pasado-fuimos-mas-conscientes-de-la-necesidad-del-desarrollo-sostenible-que-hoy/