Contra el diálogo antidisturbios…

La ofrenda floral a Rafael Casanova, por encima de una ceremonia de exaltación de la memoria de un pueblo, es su reafirmación como tal y su exigencia de soberanía.

La diada, hoy más que nunca, es un reto esencialmente reivindicativo. Nadie, ni siquiera el franquismo más cavernario, lo duda.

Como navarro soberanista que se siente uno, envidio esa jornada unitaria, donde todas las sensibilidades patrióticas proclamen al unísono su voluntad de emancipación.

Nuestro intrépido aberri eguna de antaño, hoy se fractura en distintas cadenas… Demasiadas capillas –que parece que nos corroe el sectarismo-, ante un adversario tan ladino como el español, que con el clásico “divide et impera”, ha conseguido secularmente domeñar a nuestro pueblo…

Mientras cada partido se enroque en su partida y en sus aparatos, nuestra independencia, pues eso…¡Largo me lo fiais…!

Y no es que a los vascos no nos faltan ni fechas ni eventos… O personajes, tan relevantes como Casanova. Un servidor, siempre reivindicará entre otros, como espíritu noble y señero donde los haya, a nuestro, tan grande como ignorado, Pedro de Navarra…

Cierto es, son demasiados los años sometidos al embaucamiento de bodrios, tan infames como la “Formación del espíritu nacional”. Demasiados lustros escuchando las historias de maniáticos e iliuministas como el Wert ese.

No es de extrañar, que tras esta pervertida información, muchos navarros, sepan quien es el Cid e incluso el guerrero del antifaz… Otra cosa –bien fácil de comprobar-, es el bochornoso desconocimiento de la historia de Navarra…

Y aún es peor, pasan olímpicamente de ella o la desprecian. No saben ni de donde vienen, ni a donde van.

Como si la memoria histórica no pasara de ser una barata retórica, o la antigualla de una panda de anacrónicos nostálgicos…

Pero los españoles saben perfectamente que un pueblo sin historia pierde su identidad. Por eso son tan celosos de la suya propia, y tan desconsiderados con la de los demás pueblos del ruedo ibérico…

Hago estas consideraciones, en estos momentos cruciales en los que un asunto tan radicalmente democrático como el derecho a la autodeterminación, está tan en ascuas.

Y las hago en unos pagos, en que el fanatismo, la irracionalidad y el talante amenazante de muchos españoles impiden cualquier solución democrática. Ingredientes, que son los  que han integrado ese nauseabundo caldo de cultivo en que han germinado dictaduras, guerras civiles, crueles estados de excepción…

En definitiva, que esta sociedad no acaba de descontaminarse de la barbarie política, ética, e intelectual del franquismo…

España se engendró como una gran violación, todo lo imperial que se quiera, pero violación. Escaparse de sus garras, Latinoamérica, Filipinas… supuso el mismo precio: sangre y violencia…

España, sólo dialoga y humilla la cerviz con el poderoso: yanquis, sajones, teutones…

El hecho es –era de suponer-, que tras la diada, la jauría carpetovetónica se ha encorajinado hasta el paroxismo. Y  tal compostura, la verdad, asusta. Porque tal jauría, no razona, solo amenaza, insulta etc… es  su natural comportamiento, como  enfermiza bestia rabiosa…

Es el momento en que gritan los cuarteles, se rebelan los tricornios, se agitan endemoniados los hisopos, se alzan histéricas las togas, los políticos sacuden “constitucionazos”…

Y en ese preciso momento, es cuando endémicamente, España, abandona si alguna vez lo tuvo, cualquier gesto democrático, se destierra el diálogo y se asesinan las palabras…

En estas últimas décadas, es curioso, Rusia -él demonio maexista- respetó la decisión de las repúblicas bálticas, la belicosa Serbia, la de los montenegrinos… Inglaterra –la pérfida Albión-, negocia con Escocia… ¿Y España?

España es otro cantar. Por algo el imperio del nacionalcatolicismo, es el adalid de los valores eternos, la unidad de destino en lo universal etc… España es la pera… España es irrevocable…

¿Hablamos de la marca España…?  No. Vamos a dejar las  leyendas negras, y las maquinaciones judeomasónicas…

Cierto que el franquismo fue un experto en gestar ambientes populares agobiantes, donde las normas de convivencia pasaban sistemáticamente por los cuarteles de la guardia civil o por los confesonarios, ¡A, que perverso binomio!

¿Quién había pensado que tras algunas décadas, este país había superado el curriculum democrático? Pues va a  ser que no.

¿Qué virus ha penetrado en el alma de las instituciones  y de una parte de la ciudadanía española, para no entender que los ciudadanos expresan su voluntad mediante la palabra?

¿Cómo es posible no entender, que a un ciudadano no se le hace caminar a garrotazos, sino dialogando con él y atendiendo sus propuestas?

Es el estilo, el obtuso hábito de pensar inmediata y ciegamente en los antidisturbios, ante cualquier conflicto o contencioso político, social o laboral.

Ya se sabe, para resolver los problemas, este país, no necesita buenos gobernantes, ni buenos técnicos, sino potentes y desalmados antidisturbios. Y a las pruebas me remito desde que trajina mi memoria…

Porque la pura verdad, no son razones democráticas, ni irrevocables y sagradas unidades patrias, ni Europa, ni frágiles constituciones quienes impiden la libre autodeterminación. Tampoco se trata de cuestiones éticas, ni políticas, ni económicas, ni de sospechosas solidaridades…

Tan solo se trata de un feo, tan degradante como inhumano obstáculo:

La pura violencia. Llámense tricornios, antidisturbios, mossos d¨Esquadra, Ertzaintza  o lisa y llanamente ejército español.

Sin estos elementos, hasta la judicatura se retiraría a sus palacios de invierno.

Y no digamos la Iglesia.

Entonces podríamos chulear de  cardenal primado de Navarra, o de Cataluña,  e incluso ¿quién sabe?, de Galicia… ¡Todo un lujazo…!

 

Josu Sorauren