En democracia no hay palabra de Dios

Evidentemente palabra de Dios, ni lo es la constitución, ni un estado de derecho, trátese del que se trate. Y no lo es un parlamento, y no digamos un consejo de ministros…

¿Qué decir de la monarquía, para muchos como un servidor, una real arlequinada…? No veo como un auténtico demócrata, en los tiempos que corren, pueda defender algo tan  anacrónico, tan sin sentido, tan oneroso, tan éticamente zafio… y detengo la letanía…

Pero ahí está… tan insolentemente apalancada…

Aquí, el meollo para vascos y catalanes, es que España, como vicio endémico, es una pésima interlocutora.

España no dialoga, insulta, amenaza, tortura, mata… Por supuesto cuando y siempre que puede.

Con Merkel and company, con la pérfida Albión –o con los llanitos- o el yanqui zumosol… calla, otorga, o en su caso, si la ceremonia lo requiere, se acochina…

Esto lo supieron perfectamente las colonias de ultramar, Cuba, Filipinas… Y como España no oía, le hicieron la guerra, la humillaron y se escaparon de “la madre patria”. Pero eso, no con palabras, que España no dialoga, con armas…

Y ahora que nos cuenten lo de crisol de culturas. Será mejor dejarlo en destructora de lenguas, religiones, patrimonios, monumentos –Perú, México, castillos navarros…. -.

Nos dijeron –palabra de Dios-, que España era una. Hoy sabemos que la tal unidad se engendró con el crimen y la rapiña: Ocupación de Euskalherría, 1200, conquista de Granada 1492 y genocidio americano, invasión de Navarra 1512, asedio de Cataluña 1714, Guerras carlistas, 1833-40, 1878… la cruzada… Son algunos de los hechos, hechos más significados…

Pero eso de que es una, ya lo estamos viendo ante conflictos como el catalán o el vasco…

En nuestra “tiernísima” infancia nos inculcaban que era grande… Y eso, ¿cómo no? era palabra de Dios.

Hoy día, ahí está su importancia económica, cultural y científica en el contexto europeo. Está como para lucir grandezas…

Y qué decir, si nos aventuramos a “valorar” su gran nivel, en lo referente al respeto a los derechos humanos. Llegan constantes denuncias de Estrasburgo, de la ONU etc… contra esa ingente lacra de torturadores españoles.

¡Qué ladinamente las ocultan esos grandes demócratas de la corte, siempre tan prestos a la hora de emporcar y tergiversar la más mínima  menudencia surgida en nuestros lares!

Y por supuesto, entre otras perfecciones carpetovetónicas, el respeto que siempre ha mostrado España, hacia la voluntad de cualquier pueblo o nación  que no sienta en nacionalcatólico…

Pues en lo referente a la rectitud política y ciudadana, bien poco que decir. Probablemente estemos hablando del muladar más corrupto de Europa…

¡Por favor, dónde diablos está su grandeza!

¿Y cabe mayor despropósito, que hablar de  una España libre? Un pueblo sin trabajo. Protestas y te quiebra la madera –alarmante un país con tantas fuerzas represivas- o te empapela el inquisidor de turno. ¿Es esto un país, o  una dramática charada…?

Eso sí,  católica, apostólica y romana,  si que es España, hasta el hartazgo. Palabra de Dios.

Y bajo el manto de una iglesia, que cuantos más pobres pululan, más calla. Que deja en paz a los ricos… Y que clama por el diezmo. Que sin diezmo, no hay ni prédica, ni oráculo…

Que chulea  de caritas… como si la labor de la bendita entidad  estuviera a expensas de mitras y báculos…

Pero a lo que vamos. Que nos dicen que vivimos en un país democrático… oye. Y que como tal, hay que respetar las leyes que nos hemos dado – que nos impuso la transición franquista-, como si fueran palabra de Dios. Porque eso, que el derecho de autodeterminación lo tienen todos los españoles, todos. Y que un extremeño o un valenciano debe decidir si yo vasco o tu catalán, puedes autodeterminarte o no…

Con todo este preámbulo y visto lo visto, he de confesar que España es tan demócrata como un noviciado trapense. Que uno no se hace demócrata por decreto y menos con el permiso del general de guardia.

Que un murciano o un castellano, por muy respetable que sea, no es quien para permitir a un gallego, vasco o catalán que ejerzan vascos o catalanes, y con todas sus consecuencias.          Evidentemente a no ser que el recado del español de turno, sea de obligado cumplimiento, ante la amenaza de la liga de tricornios o de la misma Brunete…

Que España, ni ha tenido, ni tiene  magisterio, ni autoridad moral, ni encanto suficiente, para obligarnos a comulgar con sus  ruedas de molino…

Que aplaudo con todas mis entendederas democráticas el ejemplo y empuje de la ciudadanía catalana.

Que como Navarro, me gustaría que  los patriotas vascos, unidos, creáramos una gran corriente independentista. Es algo  que creadores de  opinión, políticos y numerosos patriotas, están publicitando desde hace algunas fechas. Y es que no existe otro camino.

El pueblo vasco ha demostrado que es capaz de gestar grandes movilizaciones a favor de presos, propuestas ecológicas y culturales, reivindicaciones sociales… Pero el mayor salto cualitativo, sin duda, el más concluyente, quizás la base para la resolución de todos los conflictos, sería el compromiso unitario por la soberanía. Manifestaciones, cadenas, movidas pacíficas etc… Un ejercicio, sin retorno, hacia el estado vasco.

¿Qué van hacer los cruzados carpetovetónicos? Cualquiera lo sabe… Lo cierto es que somos nosotros quienes debemos abrir caminos. De ellos bien sabemos lo que cabe esperar…. Palabra de Dios.