El PSOE de Cataluña contra el derecho de decidir

Pere Navarro, primer secretario del PSOE de Cataluña, avanza por el mismo sendero que lo hacía Joan Puigcercós en ERC, que ganaba las elecciones internas y perdía la camisa en las elecciones del país. Cuando alguien confunde el control del aparato del partido con el control de la ciudadanía siempre pasa eso. Traicionar los principios de un partido, sean los que sean, tiene consecuencias graves en las urnas, y la cúpula del PSOE de Cataluña, dominada por nacionalistas españoles como Navarro, Maurici Lucena o Antonio Balmón, ha traicionado a sus votantes. En palabras del ex diputado socialista Toni Comín: «Ha incumplido su programa para no romper con el PSOE y ha cometido un fraude electoral». Pues sí. Por eso sorprende tanto que, a pesar de este incumplimiento, el portavoz Lucena no tenga escrúpulos en exigir a los críticos que respeten los estatutos del partido y que voten contra el traspaso de las competencias para hacer referendos. Es decir, les ordena que voten contra el derecho de decidir de Cataluña.

Bien mirado, Navarro, Lucena, Balmón y compañía deben estar muy desesperados para mentir de una manera tan clara afirmando que no es verdad que estén en contra del derecho a decidir. Dicen que aceptan este derecho siempre que se ejerza dentro de la legalidad española -la legalidad del Parlamento de Cataluña, basada en el Derecho Internacional, no cuenta para nada, para esta gente-, pero esconden que la legalidad española la hacen ellos en Madrid. La hace su partido y la hace el PP. Y tanto el uno como el otro están en contra. Así lo han expresado públicamente Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. En resumen: dentro de la legalidad española, el derecho de decidir de los catalanes es imposible. Otra cosa es que la mentira sirva a los socialistas catalanes para intentar maquillar los libros de historia. Saben de sobra que no engañan a nadie -las encuestas electorales se lo dicen bien claro-, pero les pone muy nerviosos pasar a la posteridad como unos grandísimos traidores.

Según los delegados catalanes del PSOE -que hacen piña con los delegados catalanes del PP y los del Movimiento (Ciudadano)-, no hay nación catalana, sólo hay nación española, y su lema, quizás porque son un tripartito, se resume en tres palabras: «España, España, España». De acuerdo con ello, el delegado Pere Navarro propone una vacuidad llamada Tercera Vía, sinónimo edulcorante de la palabra ‘migajas’, consistente en dedicar los próximos ciento cincuenta años a convencer al PP de las bondades de una reforma de la Constitución española. Una Constitución, sin embargo, que en ningún caso incluiría el derecho de decidir. El señor Navarro lo ha dicho bien claro: «Mi propuesta de reforma de la Constitución no incluye el derecho de decidir». Todo un demócrata.

También ha sido Navarro quien ha dicho frases como «unidad y diversidad dentro de España» y «juntos en la diversidad». Pero para saber qué entiende este hombre por ‘diversidad’, basta ver de qué manera ahuyenta la discrepancia interna. «En el partido sobra gente», han dicho textualmente él y Antonio Balmón, secretario de acción política. Y la respuesta, claro, ha adquirido forma de diáspora. Anna Peláez, por ejemplo, hasta ahora presidenta de la Agrupación Socialista de Cambrils, además de acusarles de «golpe de estado» y de «falta de libertad», dice esto: «Soy socialista y catalanista, y éste ya no es mi partido «. Por otra parte, tiene gracia que Navarro y el resto de delegados catalanes del PSOE tachen de «Plan Ibarretxe 2» a la estrategia de CiU, ERC, ICV y la CUP, de pedir al Congreso de España el traspaso para celebrar una consulta. Tiene gracia, porque si el Plan Ibarretxe fracasó -aunque no planteaba en absoluto la independencia del País Vasco- fue precisamente porque ellos, junto al PP, lo rechazaron. Francamente, deben ser muy cínicos para decir que «no son nacionalistas». Si no son nacionalistas españoles, ¿por qué imponen la nacionalidad española a los que no la queremos?

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