Abjurar, perjurar… Como catarsis, jurar…

Un buen propósito en nuestro “urte berri on”: abjurar de todas las supersticiones e ignorancias que por inercia e imperativo legal asumimos.

Abjurar de  creencias que disfrazan el sentido de la existencia y la propia existencia. De farsas que dinamitan  los verdaderos caminos de la verdad y de la libertad…

Congratulémosnos porque hoy día, ya parecen quedar obsoletas milagrosos óleos y pilas bautismales…

Por fin, se percibe que el sentido común y una ética más racional, nos ha emancipado de bastantes tabús: de la obcecación religiosa y de sus grandes chamanes, de la intangibilidad del estado y de sus constituciones forjadas bajo la amenaza del acero…etc…

Y esperemos que esos ímpetus de morales retrógradas –estas si que son abortivos-, tan esperpénticas como peperas, se queden en intentos. Aunque tratándose de España, vaya usted a saber…

Hablemos de la iglesia…¿Ha existido en nuestras latitudes algo  tan intocable, esotérico, impenetrable como la parafernalia católica, apostólica y romana?

No sabemos que hubiera sido  durante los últimos dos milenios en occidente, emancipados y liberados del agobiante sometimiento al imperio del vaticano. Sin duda, la cultura, como la china, la Inca etc… no hubiera sido la“judeo-cristiana”.  Eso no significa que hubiera sido inferior, como no lo fueron la griega, las orientales o la cultura azteca… Lo más probable hubiera sido, que los bioritmos de la evolución humana, nos hubieran conducido a objetivos similares… Pero este es otro tema…

Proponíamos eso de abjurar.

Abjurar. Palabra solemne donde las haya. Reservada para momentos de la vida en que se pone sobre el tapete todo el sentido de tu existencia.

Se trataba de jugártela con tus creencias. Si abjurabas de las religiones “falsas”, para ti la gloria. Si abjurabas del cristianismo, “anathema sit”, la condena en vida y post mortem. Al fuego eterno.

Pero en definitiva, después de todo, ¿qué fue y qué es la iglesia institucional?

Actualmente, las incontestables investigaciones y estudios sobre esta entidad, han dejado al desnudo, tanto su génesis, como su esencia y fines.

En principio no pasó de ser un refrito paulino, de episodios oralmente trasmitidos -probablemente seleccionados-,  del maestro  de Nazaret. Posteriormente, estos hechos fueron fabulados y convenientemente aderezados con las esencias judeo-bíblicas. Al parecer pues, fue Pablo de Tarso con sus escribas, el autor de estos relatos…

A estos escritos –sofrito tergiversado -, con el transcurrir de los siglos, se añadieron otros ingredientes provenientes de elucubraciones de los eminentes próceres –padres de la iglesia-  y concilios.

Todos ellos, formaron un “totum revolutum” ideológico, encaminado a tejer una laberíntica red, para apresar la   conciencia y la libertad de pensamiento de los creyentes.

Era impresionante la dramática figura del renegado.

Veamos, por poner un ejemplo, como en el Concilio de Nicea,  se establecen como verdades intocables –insondables tabús- los conceptos del Credo. Símbolo de Nicea.

Hoy día, no se entiende que un ser normal, pueda tragarse sin quemarse los sesos,  dislates ( o animaladas mentales) como todas esas infalibilidades, pecados originales, trinidades, virginidades, transustanciaciones…

¡Impresionante la capacidad del ser humano para dogmatizar sobre semejantes desvaríos mentales! Eh ahí un buen título para el análisis: “afinidades entre teología y paranoia”

Y ya sabemos que conllevaba tratar de liberarse de tan atosigante red, ordalías, el santo oficio,   la hoguera,  la tortura…

Se estaban construyendo, los cimientos de una institución como tal, nefasta para el ser humano. Obscurantista, elitista, siempre amancebada con el poder, acumuladora de fastuosas riquezas, reaccionaria, inquisidora, egocéntrica, despiadada y  sanguinaria…

Nada que ver con el mensaje profundo, sencillo y bastante más trascendental, del maestro del sermón de la montaña, Jesús de Nazaret. Un auténtico hijo del hombre, que ni pretendió redimir a nadie, ni dárselas de taumaturgo. Y que probablemente –hay testimonios bastante fidedignos-, nunca aceptó la imposición romana… Y que a sus auténticos seguidores: hermanos de la porciúncula, cátaros etc…etc……(hoy hablaríamos de los seguidores de la teología de la liberación) la iglesia imperial –tan perversa e impía ella-, los quemaba y torturaba, encarcelaba, excomulgaba…

Pablo de Tarso –como tantos otros prohombres de la jarca que fabricó semejantes elucubraciones y constructos teológicos- se la jugó a la humanidad. Sin duda le faltó la visión y la humildad suficiente para entender la sencillez de Jesús. Mal endémico donde los haya, ese endiosamiento y soberbia de la iglesia católica.

Y cuidado, que el resultado de tal engendro todavía hoy día lo estamos padeciendo.

Como otras religiones, el catolicismo es la gran crónica del terror.

Aún recuerdo –simple anécdota- como en los tiempos del franquismo, nuestras mentes infantiles vivían aterrorizadas con eso del pecado y los p…os novísimos…

Por eso que ella hable de terror, terroristas, pedir perdón… Pues como poco, mucho cinismo…

¿Qué tendrá que hacer –me pregunro- una institución que provocó tantas guerras desvastadoras, irracionales cruzadas, quemas de seres humanos de mentes sanas, genocidios contra inocentes indígenas y mil trágicos etcs…?

Así pues, hoy, la gran mayoría de los que hemos descubierto esta parafernalia y patraña mafiosa -que es lo que ha resultado ser la iglesia oficial-, como que ya no necesitamos abjurar.

¿Abjurar de qué…? Nos basta con despreciarla, desautorizarla, ya que no se nos permite enchironarla y denunciarla.

Porque además y por encima de todo, se ha comportado como la gran perjura, la gran prostituta babilónica… ¿Si será el auténtico anticristo?

La gran perjura. No hay institución –perdón me olvidaba de los políticos, algunos,  no pocos, sus mejores parroquianos- que más pecados haya cometido contra el incumplimiento de sus promesas. No hay panegírico o discurso en los dos milenios de su existencia que no haya jurado y perjurado, amar, perdonar, repartir entre los pobres (ya tiene por donde), buscar la paz…

Perjurar es jurar en falso… Sin duda ella es la maestra de tanto político perjuro…

Las andanzas de la iglesia católica, más en concreto de la conferencia episcopal en tierras carpetovetónicas, se atienen a los hábitos seculares.  Les falta la inquisición, un gran drama sin duda para quienes la represión es su “santo oficio”.

Por nuestros lares, en esta Navarra de nuestras entrañas, andan desmadrados. No les cabe en el coleto, que en la patria de Francisco de Jaso –su san Francisco Javier, tan español misionero y todo eso-, los antiguos dóciles y cándidos navarros, además de fardar de vascos, se les solivianten…

No aceptan que el recio nacionalcatolicismo –eso sí, con eufemismos- sea tratado de mangante, retrógrado, cuartelero…

No entienden cantidad de cosas. Porque la iglesia nunca estuvo para entender al pueblo, sino para que el pueblo le entendiera y de no ser así enmudeciera o se pudriera de impotencia.

No han debido entender los sagrados jerarcas diocesanos, que hasta el último maravedí que posee la institución, procede del pueblo, vía diezmos, impuestos, limosnas y otras raterías.

No entiende nuestro “ilustre prelado” –lo de mío simple formulismo-, que no puede doblegar la mente y la voluntad de la mujer a rosariazos.  Que si quiere salvar vidas que abandone sus riquezas y se las entregue a los miles de pobres que hoy día mueren de hambre. ¡So hipocritones!

No pueden entender estos eclesiásticos de pro, que hisopar tanques, bendecir mirages y apadrinar “misiones de guerra” –ellos las llaman de paz-, rasga el corazón de Jesús de Nazaret…

Y eso… que si quieren castidad, que pongan en orden las entretelas del vaticano…

En fin, que puestos, no acabaríamos de dar  consejos a esta canalla.

Todo esto me empuja a pensar,  que ventear juramentos es una buena catarsis.

Y necesitamos catarsis bien gordas. Contra políticos por supuesto. Pero tanto o más contra esta jauría vaticanista… Que ya la tiene buena el bueno de Bergoglio… (Caso que pretenda hacer todo lo que dicen que pretende…)

Porque la verdad, no soporto más que aprovechen sus inmerecidas cátedras para expeler soflamas sobre la unidad de España, éticas decimonónicas y otras falacias…

Que no… Que no tienen ni repajolera idea sobre justicia social, paro, corrupción y otros mejunjes.

¡Anden mis prelados, cállense y den ejemplo y vivan con los desheredados, como Jesús de Nazaret!

Josu Sorauren