Doctor

Doctor: Adj. s.: El que enseña alguna ciencia o arte.- El que ha recibido solemnemente en alguna universidad el mas preeminente y ultimo de los grados académicos.– Titulo que da la iglesia con particularidad a algunos santos, que con mayor profundidad de doctrina defendieron la religión cristiana, o enseñaron lo perteneciente a ella,- Nombre con que vulgarmente se designa al medico, aunque no tenga ese grado (Diccionario enciclopédico de la lengua española, 1 853, tomo I)

Todos debemos al azar mucho más de lo imaginable. Damos por sentado y (sin discusión alguna) aceptamos a los burus de la sociedad como si sus logros fueran resultado de «cualidades innatas» únicas, sean estos políticos, entrenadores de fumbol o médicos; pero nuestro recorrido vital esta salpicado, si no enfangado, de infinidad de sucesos completamente aleatorios que nos van llevando de uno a otro lado tanto en relación a nuestras amistades y relaciones, así como sentimental o profesionalmente. Y ojito! Esto es la norma, no la excepción.

Damos por hecho que la capacidad de cualquiera es deducible mediante la observación del puesto ocupado en el escalafón social. De esta forma es común la aceptación de la ecuación rico-listo/pobre-tonto. En resumidas cuentas, existe una inclinación natural (de origen evolutivo) de sobrevalorar a todo aquel que sobresalga sobre el resto y a menospreciar al «inferior». Esta es la razón por la cual todo despacho esta decorado de infinidad de títulos, diplomas y/o certificados varios, así como del origen de la bata blanca médica.

Muerto «patascortas» el ambiente de cambio político que respiraba el estado español, y mas aun nuestra Nabarra, se transmitía a los ambientes estudiantiles de entonces; quizá por eso, y por cierta inclinación juvenil de aventura, viré a estribor y me lancé a doctorarme en algo atípico para un «homo» de secano: Ciencias Náuticas. Una beca me lo permitía, ¡sino, de que!

Corrían tiempos en los que, como ahora, luchábamos por la democracia sin darnos cuenta que era la democracia la que llamaba a la puerta, y la que se nos colaba.

Para empezar era de obligado cumplimiento ser «varón» y alistarse como voluntario en la armada española, la marina de guerra del imperio. Mientras el primer requisito lo tenia chupao, el segundo chocaba de frente con el carácter antimilitarista que aun mantengo; aun así me presente tan panchi, ya habría ocasión de objetar o de huir al extranjero (A Miranda-de Ebro- como seriamente decía un antiguo conocido) en la llamada a filas.

Ya en el mar, el ambiente laboral estaba militarizado; dependíamos de la militar «ley penal y disciplinaria de la marina mercante» por la cual un marinero se exponía a un consejo de guerra por golpear a un oficial pero no al revés; cuestión de clases. La igualdad social era algo a lo que no estaba dispuesto a renunciar de modo que, quizá eso o quizá el viejo dicho de «para que te exploten en el mar es mejor que lo hagan en tierra»; o quizá la novia que me eché, me animaron a buscarme la vida en la capital nabarra occidental, mi pueblo; recalando así, y de churro, en el puerto franco español del Insalud, ahora puerto autonómico de osakidetza. Un cambio importante pues pasaba de buru a indio, de ser Don Iñaki a celadooooooooooooor. El hombre sin nombre. De Guatemala a guatepior.

La sanidad no se quedaba (ni se queda) atrás y sin necesidad de leyes penales y disciplinarias ad hoc. El clasismo y corporativismo, incluso entre indios, es algo que no sólo se mantiene sino que ha aumentado, siendo la persona de la bata blanca la que se lleva todas los loas (¿Quién se acuerda, por ejemplo, de las que han dejado el quirófano como los chorros del oro en una operación exitosa sin infecciones hospitalarias?). Pero eso, al parecer, no es suficiente; necesitan de un refuerzo estimulatorio para el ego y así, con la inestimable ayuda del vulgo, se autodenominan «Doctores», independientemente de si disponen de ese titulo o no. Es curioso observar como to kiski les sigue el juego cuando una abrumadora mayoría son simplemente «licenciados» (que no es poco); de hecho el único Doctor que conozco lo es en «ingeniería electrónica» y no trabaja en Osakitsu.

Así como los escritores debieran ser juzgados por sus escritos y no por sus ventas juzguemos a los galenos por su práctica médica y no por su supuesta titulacion.

Al médico lo que es del médico; y a Dios, ¡adiós, muy buenas¡

Un saludo a mis licenciados conocidos

* Iñaxio Iriarte Martínez de Rituerto. Doctor en tiro de camilla (por la universidad de Txagorritxu)