Cuando una consulta democrática es ilegal…

En la noche del franquismo, partidos políticos, culturas y lenguas autóctonas, ciertas filosofías… etc…eran ilegales. Eran tiempos en que las leyes no se casaban con la justicia ni con  la democracia.

Transcurren los tiempos, pero permanecen las endémicas tropelías, los malos usos crónicos.

Los perversos políticos que se desbaban hasta la saciedad pontificando sobre el imperio de la ley… Los que acaban abrumándonos con tanta hipocresía y cinismo. Como si la ley no tuviera para ellos el mismo predicamento que un papel de fumar. Que en definitiva, para los tales, las leyes no tienen más legitimidad que los argumentos de una porra, bocacha o la desvergüenza de algún magistrado servil…

Es por lo que conociendo la catadura del legislador (carpetovetónico) trátese de franquistas, neofranquistas o  sociatas, a la postre  la misma camada, el valor de la ley… Pues eso, que la legislación española, incluida la “intocable -¡ja, ja!- carta magna”, no pasa de ser un trasunto de la pura plastilina.

¿La ley? depende de los intereses “orgánicos” de nuestros oligarcas y gobernantes…

Por eso, cuando oigo que ciertas consultas, la catalana sin ir más lejos, es ilegal, siento la sensación de sentirme tratado como un cautivo imbécil.

Porque la cuestión, no es si una consulta es legal o ilegal, sino justa y democrática. Y es que evidentemente, por encima de la legalidad –frecuentemente más violenta que razonada-, esta la justicia y el espíritu democrático.

Veremos que España, a lo largo de su historia, se maneja con insolencia en el terreno de la legalidad porque siempre la ha usado y fabricado a su antojo y conveniencia. Es una forma de domeñar a los pueblos que ha ocupado.

Donde España siempre se ha encontrado perdida, ha sido a la hora de desplegar la justicia y la democracia. Tales conceptos se le atragantan. No sabe moverse en esos parámetros y se encuentra radicalmente desorientada.

Es que, se me dirá, la constitución… Oiga usted, no me venga más con monsergas, que ya sabemos cómo se gestó. Que fue bajo el arco de los sables… Y que quedó meridianamente diáfano, a qué oráculos se encomendó su interpretación.

Y que por eso ahí andamos, viendo qué podemos hacer quienes no aceptándola nos vemos impedidos e incluso amenazados  por tratar de reivindicar otra.

Así resulta, que preguntar al pueblo resulta ilegal, un sacrilegio, un crimen de lesa humanidad… Por amenazar que no quede.

Y uno, como navarro, catalán o gallego, a esperar que San Juan baje el dedo para decidir –le guste o no- si quiere ser vasco, catalán o llanito en lugar de español.

Y mientras,  a los navarros se nos quiere hacer tragar algo que es una pura “contradicio in terminis”.  Claro que sólo a un navarro ignorante o malintencionado, se le puede  -oye que se trata de un oxymorón- ocurrir eso de la navarra foral o española. Que fueros significan soberanía navarra en una Euskalherria libre. ¿Y constitución española…? Pues eso, lo que día a día padecemos y soportamos volviéndonos  calostro… Corrupción, imposición, insolidaridad, picaresca y mucha leña al mono…Siempre que se trate del mínimo suspiro reivindicativo…

Así pues, que no nos amenacen ni nos asusten con ilegalidades. Las tales ilegalidades no ofrecen más credibilidad que los exabruptos de una casta política insolente, cleptómana y envilecida.

Josu Sorauren