Vasquicidas, historicidas, democraticidas

(Dedicado a Amparo Lasheras y a tod@s los que sufren vil prisión)

Dicen que la Historia la escriben los ganadores. Y dicen bien. Hay muchos ejemplos en la Historia en los que los acontecimientos y los relatos posteriores no coinciden, chirrían, pero son los «únicos reales», los vigentes, los oficiales, los que «valen» quieras o no. Generalmente los relatos históricos son interesados, buscan justificar el presente, maquillando el pasado, transformando la interpretación de acontecimientos para homologar realidades, dignificar personajes deleznables y hacer planes futuros.

Toda persona tiene su Historia, un antecedente que construye cada día de su vida, y es ella y solo ella quién mejor sabe transmitirla, contarla, porque ella y solo ella tiene el 100% de la información, de los recursos. Y en la misma lógica, todo pueblo o colectivo con identidad propia, con lazos comunes tiene y hace su Historia y fruto de ella, para bien o para mal vive su presente, si es que tiene presente, claro está.

En la Historia de la Humanidad miles de pueblos han sido asesinados. Naciones indígenas del continente americano, pueblos norcaucásicos, magrebíes, australianos, subsaharianos… Comunidades, culturas, personas exterminadas, desaparecidas, inexistentes hoy. Pueblos muertos e Historia perdida. Todos tuvieron «su Historia», aunque casi en todos los casos sea desconocida ya que generalmente lo que conocemos es «la Historia», la Historia oficial, la que cuenta «un tercero».

Por eso los pueblos sojuzgados definitivamente, asimilados tras haber sido conquistados, exterminados identitariamente, tienen una Historia oficial, siempre falsa, tergiversada, prostituida, recontada. Es la Deshistoria, es el historicidio inherente a todo naciocidio, a todo proceso de conquista.

Y así, tenemos grandes criminales de la Historia de los que persiste una memorable imagen, como también hay héroes indómitos de los que nunca más se supo. La Historia oficial es injusta, es parcial, instrumental. Porque manipula parte del presente, parte de la vida instrumentalizando el pasado. La Historia oficial es por tanto instrumento de dominación y antítesis de la Historia propia, de «mi- nuestra» Historia. Una Historia vivencial, que puede ser una lógica de liberación, una referencia fundamental, definitiva, didáctica, honorable, ineludible. Una materia que pertenece, es, vive, la crea quien la hace, viviéndola ajena a la instrumentalización tercera, al interés exógeno.

Todo viene a cuento por las sandeces que la Diputación de la CFN ha comenzado a balbucear en torno a los 500 años de la perdida de la soberanía del Reino de Navarra en 2012. Sabido era que los negacionistas de la existencia de Euskal Herria, del pueblo vasco siempre inciden por norma y sin vergüenza en ahondar en el historicidio de nuestra realidad nacional. El naciocidio de Euskal Herria pasa fundamentalmente por asesinar la Historia, deshistorizar el pasado de los vascos, de todos los navarros, exterminar toda lógica comunitaria, todo vínculo político común, todo pasado estructurado, organizado, colectivo, toda suerte de diferencia cultural, de personalidad colectiva propia. Nada nuevo porque es y ha sido común en todos los procesos de conquista habidos en el Planeta desde tiempo inmemorial. Lo que no tiene Historia, lo que no existió, no existe.

Hay mediocridades que afectan a la salud mental. Se puede ser más español que el Cid, como Aznar, pero de ahí a negar con necedad evidencias históricas es un problema de salud mental o de cretina mala fe. Es innegable que la violencia brutal, el crimen sin piedad, la destrucción gratuita, el saqueo más interesado fueron los instrumentos que la Corona Castellana, Isabel y Fernando utilizaron para fundar España. Punto y pelota.

¿Por qué desdibujar una evidencia histórica en esta «España nuestra tan querida y asentada»? ¿No será que queda «alguna herida abierta»? Empeñarse en poner «el lazo azul» y «las manos blancas» al «nacimiento» manu militari de «España» 500 años después mediante sandeces como Voluntaria Entrega, Acuerdo, Pacto, Cena entre amigos… para dibujar la invasión, ocupación y sojuzgamiento de Navarra es además de una paparruchada embustera, una patética pataleta de impotencia infantil.

Es ridículo, se evidencian. Saben que España como Nación solo puede ser erigida desde la asimilación total de las naciones que por la fuerza de las armas mantienen sojuzgadas. Mucho artificio jurídico, mucha propaganda historiográfica, mucho paripé socio-electoral, pero lo cierto es que el Estado español sufre una falta de legitimación nacional evidente. El recurso ante el drama: ¡Unidad indivisible garantizada por las Fuerzas Armadas y al lorito!

La evidencia de que 500 años de «construcción de España» después, los navarros seguimos de modo indómito defendiendo nuestra identidad política y cultural propia, obliga al birlibirloque pseudohistoriográfico, al balbuceo de incongruencias pseudohistóricas, a la caricatura desternillante del adefesio charlatanesco. Los vascos se resisten a la homogeneización identitaria, a la sumisión política, a la subordinación colectiva e individual, en 2008 como en 1512.

Y así los históricos negacionistas naciocidas se acaban convirtiendo en vasquicidas. Tratan de homogeneizar la idea de la hispanidad desde la asimilación uniformizante, desde el exterminio de la diferencia, desde el embuste histórico, desde la imposición armada de la Unidad Nacional y el ordenamiento jurídico vigente.

Es por ello que el negacionismo historicida más obsceno, más mezquino y más evidentemente absurdo siga siendo el mediocre instrumento falaz que ante la evidencia siguen utilizando los unionistas y lealistas defensores del marco jurídico vigente.¡Qué patético ridículo transmitir que los fastos del 2012 sean para celebrar la voluntaria entrega de Navarra a la Castilla pre-española! ¡Que injusticia más impotente encarcelar y perseguir a todos aquellos que cuestionan la Historia oficial, el ordenamiento que de ella emana, que honran a los derrotados de 1512, que son obstáculo para pírricas victorias electorales!

Desde hace tiempo se ha criticado en ciertos sectores en trabajo historiográfico alternativo de algunos investigadores relacionándolo con cierto desprecio al historicismo. Es importante diferenciar actitudes. El historicismo trasnochado estéril como el negacionismo historicida son dos caras de una misma moneda. El primero es por si mismo obsoleto. Obvia la transformación sociológica e histórica generada por el tiempo y se convierte en frikismo reivindicativo extemporáneo, Necesita de una correlación coherente con la realidad. Pero que yo sepa nadie defiende el regreso de una inexistente dinastía de reyes navarros y la recuperación de la monarquía feudal.

El negacionismo historicida, por otra parte, necesita de una derrota total, de una asimilación completa, de una sumisión y subordinación absoluta para ser efectivo y no caer en el ridículo más patético, en el quiero y no puedo más evidente. Ejemplo paradigmático: la historiografía española contemporánea sobre Euskal Herria.

Pero a pesar de ello, los vascos, todos los navarros, hemos sufrido siglos de negacionismo historicida. Es por ello que muchos de nosotros no conocemos realmente cual ha sido el pasaje histórico que nos ha permitido resistir a la asimilación, al exterminio. Pueblo viejo, pueblo pequeño, enano, pero indómito, orgulloso, peleón, que en pleno siglo XXI puede ridiculizar con su actitud a todos los historicidas habidos y por haber, pero que aún así sigue contaminado por el premeditado falseamiento de la Historia del conquistador.

Así es. Sin complejos. Todo pueblo vivo reivindica su Historia. Escoceses, flamencos, catalanes…todos los pueblos saben de su Historia, de su vida… La Pica, W. Wallace… sin problemas. Películas, libros, actos anuales… Pero nosotros por lo visto, para estar homologados, para poder hablar, para ser considerados como «democráticos», hemos de avergonzarnos de la reivindicación histórica, olvidarla, ocultarla, creer a pies juntillas a los negacionistas, los hacedores de «la Historia oficial», los historicidas, los deshistoriadores. Seguir el rollo de los cosmopaletos interesados que dicen que en el siglo XXI, en la sociedad vasca nada de eso es necesario, porque genera frentismos y enfrentamientos. ¿También en este caso se evidencian las «heridas abiertas»? Es la mediocre impotencia de los que no pudieron acabar a tarea en 1512.

Luego dicen que no hay conflicto, que todo es una menudencia de seguridad pública, de una banda de delincuentes, mafiosos, (a los chechenos les han llamado bandidos desde 1859 cuando con Shamil se enfrentaron al Imperio zarista y aún resisten al invasor), pero entonces…¿porqué mentir, porqué ocultar, porqué manipular, porqué hacer cutres pintadas en Amaiur en 2008 reivindicando la españolidad de Navarra?

Porque no cuadra. Porque está sin cerrar. Porque contra lo que se acometió en 1512 sigue vigente, sigue vivo.

Los vascos existimos colectivamente, como pueblo. Constituimos una Nación y tenemos derecho a recuperar nuestra entidad jurídico político propia, nuestro estado. Es cuestión de voluntad, de una voluntad colectiva que ha de ser respetada, y que no puede ser permanentemente coercitada, amenazada en pos de proyectos nacionales exógenos, impuestos históricamente por la fuerza de las armas y la amenaza. Es una afirmación antifascista, libertaria, liberadora, antítesis de ordenamientos democraticidas impuestos, de lecturas pseudohistóricas historicidas, de actitudes vasquicidas. Es una afirmación de vida, de futuro, de libertad colectiva y de respeto democrático.

Como todo pueblo, Navarra tiene su Historia, sus epopeyas, sus batallas, sus traidores, sus héroes, su imaginario. Stalingrado, El Alamo, El Alcazar…cientos de ejemplos únicos con paralelismos comunes. Luchas distintas en circunstancias parecidas. Heroísmo y dignidad al margen de las lecturas históricas, de las interpretaciones interesadas.

1522, Amaiur, el Álamo vasco. Pequeña defensa baztanesa sitiada asediada y masacrada por los conquistadores españoles del estado de Navarra, es el símbolo físico de una constante que ha permitido la derrota ideológica de aquellos que la arrasaron para crear España: la indocilidad navarra, la pervivencia en pleno siglo XXI de una Euskal Herria indómita, superviviente, viva.

Recordando por ejemplo la retirada de Noain a Amaiur y de ahí a los montes oirtzundarras, a los puertos navarros de Hondarribia, defendiendo la soberanía de Navarra, entendemos nuestro presente, el porqué de tanta mentira y embuste sobre aquellas batallas. Franceses contra españoles nos cuentan los historicidas, pactos voluntariosos nos dicen los vasquicidas, batallas fronterizas por la soberanía de España los negacionistas…Solo conociendo nuestra Historia podemos entender las arbitrarias injusticias del presente, el orden jurídico vigente de los democraticidas, que priorizan la unidad de España a la democracia y a la justicia, en pos de nuestra sumisión, de nuestra asimilación definitiva.