Con mano izquierda

Los amigos de Herria 2000 me piden unas líneas, para el monográfico sobre la izquierda, que soy incapaz de rehusar. Por diferentes razones, en recuerdo de Joseba, con Jexus Mari y el resto de patriotas presentes que sufren vil prisión… cuatro líneas para la reflexión. Nítidas, claras, libres.

Estamos en plena vorágine gracias a la campaña agnóstica «probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta la vida». Automáticamente la contra ha puesto el grito en el cielo, en ese cielo que «probablemente» no exista, cuestionando desde la reacción más dogmática, por eso son reaccionarios, el derecho de los ateos y no creyentes a difundir sus puntos de vista.

Si bien los teócratas son totalitarios desde su dogmatismo indiscutible, también los neoliberales del siglo XXI lo son. El modelo neoliberal que se ha globalizado desde la cultura anglófona es el único posible, el único homologable como «democrático», a pesar de que se base en el doble rasero ético respecto al valor de la vida humana, y se sostenga sobre la explotación, la usura, la especulación. Irak, Gaza o «la crisis económica y financiera» son nítidos paradigmas de ello.

Todo lo que se aleja de los criterios «correctos», de las actitudes «obligatorias» está en el Eje del Mal. Toda perspectiva alternativa, toda propuesta popular disyuntiva, es criminalizada, saboteada, exterminada.

Da lo mismo que exista respaldo popular contrastado. Es igual que se garanticen parámetros de participación democrática, de justicia social, de libertad de expresión, de respeto cultural de avance educativo. Cuestionar el Sistema es cuestionar el Orden establecido vigente, y éste, ante la masacre, ante la injusticia, ante la explotación, ante el atraco financiero o el robo especulativo exige resignación, sumisa resignación «democrática».

En ese contexto, el Sistema ha creado a la «persona humana». Ese ser redundante que se caracteriza por la sumisión, la obediencia conductual absoluta, es lo que denominan la «gente de bien». Corderitos necesarios para homologar el «dolaritario» Sistema piramidal, items estadísticos que inflen los porcentajes de los indicadores que dibujan el magnífico funcionamiento del Sistema, su popularidad.

Pero existen otras personas en el mundo, los seres humanos. Personas que racionalizan para actuar, que piensan para vivir. Gente que sabe que de haber cielo, ese cielo está en la tierra. Y ese cielo terrenal es el paraíso utópico por el que luchan y han luchado generaciones enteras de revolucionarios, de pensantes, de insumisos. Sí, palabra en desuso, Revolución, tan vigente como siempre, más necesaria que nunca: la utopía revolucionaria.

Pero Revolución no ha de ser solo la toma del Palacio de Invierno, la Moncada o Managua 79. Una Revolución no ha de ser siempre insurreccional. En el siglo XXI coexistimos con procesos revolucionarios refutados por urnas del Sistema. Con grandes contradicciones Venezuela, Bolivia, Ecuador avanzan en cambios estructurales de carácter revolucionario demostrando que se puede crear poder popular desde la hegemonía electoral. Todos los caminos llevan a Roma.

Pero los hay obtusos. Creen que se puede ser zurdo usando la mano derecha. Existe una presunta izquierda. A los social-neoliberales, la socialdemocracia del siglo XXI, les aterra toda perspectiva revolucionaria. Cuestionar el Sistema es cuestionar su praxis doctrinal que en esencia es capitalista. Y no existe izquierda fuera del anticapitalismo, ya que por coherencia lógica, la izquierda debe ser revolucionaria y anticapitalista, ni más ni menos. ¡No se puede ser zurdo usando la derecha!

Es absurdo cuestionar la pluralidad de la izquierda. La esencia heterodoxa de la izquierda es el eje que caracteriza el carácter radicalmente democrático de todo proceso revolucionario anticapitalista.La izquierda es loca, a veces cainita, pero siempre zurda. Lo que no es asumible como izquierda plural, es la coexistencia de la presunta izquierda partidaria y gestora del Sistema, con mano derecha, con los detractores revolucionarios y anticapitalistas de éste. La izquierda solo puede ser revolucionaria, anticapitalista, utópica. Zurda. La autodenominada izquierda socialista, ecopacifista o incluso comunista que desde el poder homologa y gestiona el Sistema neoliberal, pudiendo haber inducido cambios estructurales de carácter revolucionario ha perdido toda la legitimidad que alguna vez tuviera. Repetimos, nunca se podrá hacer política zurda con la mano derecha.

La izquierda del siglo XXI ha de tener mano izquierda. Para construir y convencer. Exclusivamente mano zurda. Muchos deberes. Sin complejos. Debe de alejarse de patriarcalismos ideológicos, de etiquetas rimbombantes, de sectarismos competitivos. Debe olvidar los criterios eurocentristas y los tics ideológicos eurocéntricos. Huir de las seductoras tentaciones derechosas. Dejar de pisar huevos teóricos y bajar a la praxis cotidiana. Romper con los prejuicios dogmáticos y mezclarse con las nuevas tendencias de pensamiento, con las actualizaciones que las transformaciones sociológicas explicitan. La izquierda revolucionaria debe asentarse y crecer en un contexto general de borreguización social apabullante e histórico. Lejana al consumismo inducido narcotizante pero anexa y en coexistencia con la praxis del consumo responsable. Nunca extraterrestre, siempre adaptada a las realidades coyunturales, a los rigores y prioridades que marca el día adía, la cotidianidad. Pisando suelo pero creando cielo. Impera convencer desde la praxis más cercana, desde el discurso más inteligible. Alejarse de idiomas ideológicos incomprensibles para la mayoría social, ideológicamente anulada, analfabetizada, abducida conductualmente por el individualismo salvaje. Articular ideas complejas con idiomas simples. A cada loco en su tema, en su idioma, en su jerga. Buscando las convergencias, las intersecciones, los nexos comunes. Pasar a una didáctica basada en la acción, en la movilización. Crecer desde el convencimiento, articular la motivación desde la esperanza, desde la utopía. Hacer que todas las lenguas, idiomáticas, sociales, tribales, coloquiales sean canales de transmisión revolucionaria, anticapitalista, liberadora.

Pero no existe Revolución sin una actitud individual revolucionaria, sin ejemplo. Con todas las contradicciones, con todos los claro-oscuros, nada cambiará si nosotros y nosotras no cambiamos. En nuestra cotidianidad, en nuestro hogar, en nuestras relaciones, en nuestra capacidad para la formación, la reflexión, la crítica. Vivir es crear. Cada día, cada momento creamos condiciones nuevas, vivencias revolucionarias. Romper con las rutinas reaccionarias, acabar con los comportamientos «correctos», con las actitudes «obligatorias». Transgredir la cotidianidad, subvertir el Orden. Exigir, pelear, discutir…por nuestros derechos, nuestra dignidad, nuestra libertad. Sin concesiones, sin vergüenza, sin sumisión.

La mariposa que aletea en una parte del mundo genera ondas en el otro extremo. El ser humano que siente, que piensa y actúa en libertad, que rehuye a ser un estadístico ejemplar de «persona humana», es una gota de aceite en el agua. El aceite es impermeable y miles de gotas disueltas, cuando se juntan hacen una gran mancha de aceite, que junto a otras manchas acaban cubriendo todo el agua de aceite. Seamos aceite, vivamos incorrecto, soñemos paradisíaco.

Vivir con mano izquierda, conscientes de lo que somos y queremos, es ayudar a crear y construir lo que probablemente sea «el paraíso» en la tierra: el comunismo libertario, la libertad absoluta desde la justicia plena. Con mano izquierda, desde la izquierda… sentir, pensar, actuar…libres!