La necesidad urgente de reinventar el Sector de la Energía (I)

Juanjo Gabina

En el sector de la energía, no se considera que para atraer a nuevos clientes sea necesario competir. De igual modo, tampoco se ve la necesidad de innovar. ¿Para qué necesitan hacerlo si los ingresos los tienen asegurados debido a que la inmensa mayoría de sus clientes son ‘clientes cautivos’ que soportarán, quieran o no, la factura que les pongan?. Aunque las empresas energéticas, en teoría, no sean monopolios —la mayoría de la empresas eléctricas sí lo son en su ámbito territorial— en la práctica, sí lo son. Incluso aunque haya una cierta competencia —como figuradamente ocurre en el ámbito de las gasolineras— en muchos países, se acostumbra a pactar precios con la competencia, con lo que funcionan de manera monopolista.

Las empresas eléctricas son grandes empresas del sector privado y que no tienen competencia alguna. Se dice que actúan en un mercado intervenido por el Estado pero, en la práctica, y gracias a la corrupción imperante en muchos países, son ellas las que lo intervienen todo. Son un lobby poderosísimo al que muy pocos gobiernos se resisten. A su vez, en muchos países, suelen ser empresas verticales propietarias de la mayoría de las plantas de generación, de las redes eléctricas de distribución y de los sistemas de suministro eléctrico, con lo que el control del mercado eléctrico es casi absoluto. Calculan lo que quieren obtener de beneficio al año, fijan los gastos e imponen el precio del kWh para que las facturas eléctricas cubran los ingresos que desean obtener. Más fácil imposible.

Tradicionalmente, y en base a que, para cualquier país, la energía tiene un gran valor estratégico, se considera que son empresas que deben recibir un trato especial. Por ello, a las empresas eléctricas se les ha apoyado —y se les apoya— mucho más que al resto de las empresas. Lo mismo pasa con las empresas petroleras y gasistas, a las que también se ha apoyado.

Pero, los tiempos han cambiado, y el sector de la energía se nos aparece obsoleto, sucio y cada vez más caro y, por tanto, menos competitivo. Necesita innovar con urgencia pero, para este sector que vive bien con sus privilegios, la innovación es una actividad muy cara y donde, desgraciadamente, las energías renovables siempre están compitiendo contra las energías convencionales que son mucho más sucias y contaminantes pero que, hasta ahora, han sido mucho más baratas porque, injustamente, no pagan por los daños que originan, en especial, los que afectan al cambio climático.

Con respecto a los combustibles fósiles, los cálculos de los precios se hacen de manera fraudulenta porque, a la hora de fijar los precios no se tienen en cuenta las externalidades o impactos negativos —económicos, sociales y sociales— que producen. La solución sería establecer un precio fijo para el crudo de petróleo, el gas natural, el carbón, la gasolina, etc., y aplicar una tasa a estos combustibles por las emisiones de CO2 que producen. De este modo, la innovación en ahorro y eficiencia energética y en energías renovables se dispararía.

Cada vez hay más expertos que consideran que mejor que gastarse 7.000 millones de dólares que puede costar una nueva central nuclear, antes sería preferible gastar la misma cantidad de dinero en construir una ‘smart grid’ —red eléctrica de distribución inteligente— y en ayudas a la instalación de paneles solares en los tejados de las casas, en parques eólicos, en contadores inteligentes, en puntos de carga y descarga eléctrica para coches eléctricos y en estaciones intercambiadoras de baterías —Battery Swap Stations— y chips que sean respetuosos con la red eléctrica, que puedan ir integrados en sus electrodomésticos y así facilitar la intercomunicación inteligente entre la red eléctrica y los aparatos eléctricos.

La única manera de realizar la transición hacia una economía sostenible no es sólo a través de la regulación eléctrica, sino, principalmente, a través de las innovaciones. Por consiguiente, necesitamos crear, cuanto antes, un nuevo mercado eléctrico que nos sea útil para afianzar la economía sostenible. El mercado actual no nos vale. Al contrario, es un freno. (Continuará)

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua