La necesidad urgente de reinventar el sector de la energía (y II)

Juanjo Gabina

Si seguimos con el modelo energético actual basado en el uso de combustibles sucios, erosionaremos y/o deterioraremos la oferta y demanda de energía, aceleraremos el cambio climático, empobreceremos a los países que sean dependientes de las importaciones de petróleo y de gas natural, incentivaremos la pérdida de biodiversidad y apuntalaremos la pobreza energética en las capas sociales menos privilegiadas económicamente.

Los nuevos mercados tanto energéticos, en general, como eléctricos, en especial, hay que diseñarlos como si fueran huertas. Los debemos diseñar con inteligencia y en clave de sostenibilidad, para después y abonarlos con los impuestos, las regulaciones eléctricas, las penalizaciones y los incentivos correctos —fiscalidad sostenible— para que de este modo den cosechas abundantes y sanas que nos permitan prosperar. De igual modo, estos nuevos mercados energéticos deben contar con empresas que sean muy innovadoras.

Sin embargo, las empresas del sector de la energía apenas invierten en I+D+i. Invierten en ser más grandes, en mantener unos niveles altos en la cotización bursátil de sus acciones, y en garantizar que su sistema de suministro funcione pero poco más. Tal como funciona el mercado, en régimen monopolístico u oligopolístico, no necesitan innovar para sobrevivir.

A su vez, como sus beneficios suelen ser muy altos, el mercado no les penaliza a estas empresas por falta de innovación. De hecho, el mercado las recompensa porque así, al tener menos gastos de I+D+i, tienen más dividendos para repartir entre los accionistas.

Pero, en un mundo donde los precios energéticos estén llamados a ser muy altos, ningún país puede permitirse el lujo de que sus empresas energéticas apenas innoven. Además, la investigación energética que ahora necesitamos más que nunca, requiere suprimir las barreras tradicionales que existen entre la física, la biología, las ciencias de los materiales, la química y la nanotecnología.

Necesitamos equipos muldisciplinares de trabajo de I+D+i en donde cada uno de sus miembros, superando las barreras de su propia especialidad, también aprende y se enriquece de las aportaciones que hacen los demás miembros del equipo.

La única manera de cambiar esta situación y de hacer que brote, por fin, la innovación que necesitamos en el sector de la energía es rediseñando este mercado, de manera que a las empresas que invierten en energías renovables les sea más fácil competir con las empresas basadas en las energías convencionales que utilizan petróleo, gas y carbón.

Por otro lado, es inconcebible pensar que podamos mantener todo que un mercado de tecnologías limpias sin que se creen señales de precios que lleven al consumidor a elegir las opciones más eficientes y más sostenibles. Tampoco se podría lograr este objetivo sin que se recompensara más a aquellas inversiones que se comprometan a financiar la innovación sostenible, el ahorro y la eficiencia energética y el desarrollo de las energías renovables. Lo que importa es llevar las innovaciones sostenibles al mercado y que se conviertan en las energías más demandadas. Debemos crear los medios que lo posibilitan.

Por este motivo, no podemos engañarnos sólo por las palabras. La única manera de incorporar las innovaciones sostenibles en el mercado es mediante la fiscalidad sostenible, introduciendo impuestos e incentivos que estimulen e impulsen la demanda de nuevas tecnologías limpias —tecnologías que ya existen— como la energía solar y la energía eólica, y que permitan reducir su curva de aprendizaje.

Los mercados energéticos son brutos y sólo responden al palo y no a la zanahoria. Da igual las órdenes e instrucciones que le demos al mercado de la energía, ya que solo responderá a las señales de precios. Todo aquel esfuerzo o actuación que no sea traducida a señales de precios será inútil. Quien pretenda convencer a las empresas del sector de la energía, en base a buenas palabras y a ejemplares consejos, merecería suspender cualquier curso de economía básica y elemental.

Si queremos que las empresas energéticas reaccionen hemos de asumir, previamente, que sólo lo harán si existen señales de precios, lo que implica que debemos penalizar el consumo de energías sucias, ayudar y subvencionar fuertemente a las energías renovables y a las actividades relacionadas con el ahorro y la eficiencia energética.

En suma, y sobre todo refiriéndonos al mercado eléctrico, es necesario crear, cuanto antes, un marco de funcionamiento para el sector eléctrico donde vender ahorro y eficiencia energética, incentivar la producción y consumo de electricidad generada, a partir de fuentes de energía renovables, también vaya en beneficio de las empresas eléctricas. Ya hay países donde lo han conseguido. ¿Y el suyo por qué no? Tener un buen futuro depende de ello.

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua