Erreka barreneko
harri bustiaren sabel lehorra
dut gogoan.
Nunca he sabido conjugar con precisión ¿a dónde vamos? Porque siempre me llega el sonido de ¿a dónde nos llevan? o ¿a dónde nos empujan?, casi siempre sin demasiado mimo.
Establecido el problema en el que me muevo y siguiendo conjugando los distintos aspectos de los verbos ir, llevar y empujar, surge la siguiente cuestión quienes vamos, nos llevan y o nos empujan.
El día de hoy será otro más, pero un sector, cada día más numeroso de mujeres y hombres de mi país, mañana, tal vez pasado, pasarán y pasaremos a engrosar la lista de la no existencia política. Porque a mi modo de ver, cuando la libertad de alguien es cercenada, es cercenada la de todos. ¿? Sí, en todos los casos.
Decía Ibarretxe:
«Porque es un hecho en nuestros días que defender la identidad, la cultura, la lengua, el derecho a decidir de la sociedad vasca no solo está relacionado con defender un proyecto legítimo de nación en un mundo globalizado. Defender nuestra identidad como pueblo es defender nuestra economía, nuestros empleos, nuestro bienestar…».
Digo yo:
Defender nuestra existencia, o subsistencia, es también defender que los que se han conjurado a defenderla estén junto con todos en los mismos sitios que nosotros, y nosotros en los mismos que ellos, sean quienes sean ellos o nosotros.
Ante la previsible campaña de acoso y derribo a las gentes de Bildu yo no soy imparcial, nadie debe serlo, si no les gustan – les gustamos, que nos lo digan, y nosotros, ese nosotros si sé a quiénes se refiere, les pediremos que nos dejen, que se vayan.
Y aquí sí toca la piedra de aquella regata, el que se quiera quedar con ellos que lo diga claramente, por mucho tiempo que llevemos sumergidos en su fango, no somos parte de él. El que se encuentre amablemente acogido en ese fango, que lo diga.
