Eso es lo que según la prensa dice haber descubierto La Caixa al analizar sus cuentas. Y ante las colosales dimensiones de ese nuevo fraude habrá que volver a preguntar quién es el responsable y a cuál de las entidades englobadas en Banca Cívica corresponde, para que responda económicamente por el. También es necesario averiguar en qué forma han actuado al respecto y cuál ha podido ser la responsabilidad directa o indirecta de los consejeros o representantes de la antigua Caja Navarra en aquella entidad o en Banca Cívica, así como de qué manera ha influido ese engaño para determinar las fusiones que se han dado o se han dejado de dar.
Si esas pérdidas provienen de Caja Navarra, ¿cuál es la responsabilidad de sus consejeros sobre las mismas? Y si provienen de otra entidad, ¿en qué lugar quedan los servicios de auditoría de Caja Navarra y los encargados de verificar y certificar los balances de las entidades a fusionar?
Caixa Bank, La Caixa, no cabe duda de que es una gran entidad financiera, pero también lo es Kutxa Bank, y pareciera que por la cercanía y otros intereses comunes hubiera sido la opción más lógica y razonable, al margen de la fobia que todo lo vasco despertaba en el expresidente Miguel Sanz y en su sucesora burgalesa Yolanda Barcina. También sería bueno conocer las cuantías económicas concretas que han llevado a elegir a una en detrimento de la otra.