Pro larios (Para Tx. L.)


Como en un brusco cambio de estaciones
después de un cataclismo pavoroso,
el paisaje ha cambiado de repente:
pájaros, flores, sol, todos se ocultan.
Se ha vuelto el aire opaco.
Las anchas alamedas luminosas
por donde ayer los dos
caminábamos juntos
se han transformado hoy
en estrechos senderos tortuosos
que se adentran en un bosque sombrío.

Incluso en las tabernas
desde que tú te fuiste
son mucho más amargos
el vino, la cerveza…

Me consuela saber, de todos modos,
que, según un amigo, antes usaban
de todas las ginebras la peor
para limpiar las barras de los bares,
las mesas de madera carcomida…
Quizás sea verdad… y, bien pensado,
¿por qué no utilizar esa bebida infame
también para lavar las sombras de la frente;
para arrancar definitivamente
esos recuerdos tristes que aún se aferran
a rincones del alma
inaccesibles casi y se resisten
tenaces como manchas indelebles?