Ausa Gaztelu

Angel_Rekalde

Este domingo 27 de mayo una marcha organizada subirá al monte Ausa, en Zaldibia. En la cumbre, las ruinas de un castillo medieval señalan el escenario de uno de los episodios más agitados de nuestra historia. En efecto, en estas fechas recordamos los 500 años de la invasión de duque de Alba, pero la de 1512 no fue la única conquista de tierras navarras por parte castellana.

En 1200 otra invasión ocupó el territorio occidental del reino vasco, y la anterior frontera con Castilla se trasladó desde más allá de Gasteiz y Malmasín hasta Burunda y Aralar. El ataque castellano se centró en asediar Gasteiz, la principal ciudad navarra en ese territorio (hoy CAV o Vascongadas), y desde ahí las tropas partieron hacia los valles de la costa vasca, en busca del botín de los prósperos puertos de Mutriku, Getaria, Hondarribia o Donostia, o la riqueza ferrona de Bizkaia.

Desde entonces el castillo de Ausa fue escenario de enfrentamientos, incursiones y sucesos, en un relato turbulento de lo que se dio en llamar la ‘frontera de malhechores’. En origen nada hacía suponer que se tratara de una zona estratégica. No es límite natural de nada, el lugar está en medio del país y la gente del entorno, a uno y otro lado, es homogénea en lengua, población, cultura, tradición o modo de vida. Sin embargo la presión castellana sobre la Navarra que permanecía independiente convirtió esa línea fronteriza en un campo de batalla. Castilla otorgó título de villa guerrera a poblaciones que guarnecían la nueva demarcación, Tolosa, Ordizia, Segura, Agurain, Kanpezu… Y alentó a los linajes nobiliarios a lanzarse a correrías y aventuras en pos de botín de guerra. Los Lazcano, Berastegi… incluso los Oñaz, familia de Ignacio de Loyola, que intervinieron en la llamada batalla de Beotibar. El castillo de Ausa fue una fortaleza de primera línea en la defensa navarra frente a los desmanes y las correrías de estas familias, que hicieron de la rapiña su naturaleza.

La frontera de malhechores conoció una historia de robos, contrabando, muertes, ataques… El incendio y destrucción del castillo de Gorriti, el ataque a la casa torre de los Lazcano, el incendio de Hernani… son capítulos de una interminable memoria negra.

En 1335 el señor de Lazkano atacó Ausa, porque su vigilancia le cerraba el camino en sus correrías hacia Sakana. El merino navarro Ladrón de Gevara, responsable de la defensa, abandonó la fortaleza. En castigo, fue destituido y le fueron embargadas sus posesiones.

Conquistado Ausa, perdió su razón de ser como medio de defensa del país, y fue destruido. Hoy sólo quedan las ruinas. Y sin embargo es un lugar que nos permite entender cómo fuimos violentados por la conquista, cómo se dividió el país (hasta hoy, en lo territorial, institucional, político, incluso en el imaginario que nos separa en identidades y provincias), y cómo se escribió nuestro destino con puño de hierro, desde la enemistad y la violencia. En los restos de Ausa encontramos el registro de que fuimos Navarra, un Estado vascón soberano, que perdimos por la guerra de Castilla. Estas fueron nuestras tierras, nuestros castillos, nuestra historia hoy desdibujada, nuestra presencia en el mundo.

Visitar Ausa Gaztelu es reencontrarnos con lo que fuimos, lo que explica cómo hemos llegado al presente con nuestra identidad y nuestras fronteras.

 

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua