La Iglesia, según ella «con medios espirituales», ayudó a los españoles a apoderarse de Navarra; en realidad, su actuación fue política, no religiosa. Alfonso VIII de Castilla ocupó los territorios navarros de Álava, Gipuz-koa y Bizkaia. Sancho VII el Fuerte quiso aliarse con los almohades para recuperar los tres territorios. Alfonso VIII de Castilla acusó ante el Papa al rey navarro por aliarse con sarracenos y el Cardenal Gregorio de Sant Angelo, legado del Papa Celestino III, excomulgó a Sancho el Fuerte en 1197. Muerto el Papa Celestino III le sucede Inocencio III, que lo excomulga de nuevo. Más tarde en el siglo XVI también el papado contribuyó a desmembrar el Reino de Navarra. El Papa Julio II, forzado por Fernando el Falsario, excomulga a los reyes navarros Juan y Catalina con la bula Pastor ille Coelestis del 21 de julio de 1512, el día que comenzaba el Duque de Alba la conquista de Navarra, la bula llegó un mes después de la conquista. Otra bula de excomunión Exigit contumacium contra los mismos reyes navarros y también del Papa Julio II, 18 de febrero de 1513, la firmó en su lecho de muerte, murió a los dos días. Con estas bulas se excomulga, anatematiza y maldice a los reyes de Navarra, se les declara reos de lesa majestad divina, y se les castiga con el eterno suplicio (¡al infierno para siempre!) y se entregan su reino y sus bienes; esto es lo único que le interesaba a Fernando el Falsario, a quienes los capturasen, la obsesión de Fernando era conquistar Navarra. Más tarde la excusa del «peligro de herejía» fue el pretexto para no devolver el Reino a sus reyes legítimos. Pienso que los reyes de Navarra se vieron obligados, por dignidad, a romper con aquel Papado y con aquella Iglesia corrupta y simoníaca, que vendía bulas o indulgencias. Hubo más excomuniones, como la de Sixto V contra Enrique III de Navarra por «haber dirigido ejércitos y armas de herejes». Irreparable el daño que nos hizo la Iglesia. ¿Debería pedir perdón a los navarros?
