Sanfermines 78 gogoan ¡

El próximo 2008, conmemoraremos los trágicos sucesos de sanfermines del 78.

Quizáslos acontecimientos acaecidos durante la década de los 70 – que culminaron con la toma de Iruña por las FOP y con el asesinato de Germá n Rodriguez – constituyan la época histórica más significativa, en lo político y social de nuestra tierra, desde que en 1936 se fraguara en Navarra el golpe de estado más brutal y sanguinario contra el pueblo, su gobierno elegido democráticamente y la República.

En los años setenta, la navarra mojigata y clerical se esfumaba por momentos, las nuevas generaciones no sólo dejaban de lado al clero, también se subían a la chepa de los franquistas irredentos. La población despertaba de un largo letargo y la presión popular conseguía forzar una tímida apertura. La juventud navarra había descubierto de nuevo sus auténticas señas de identidad, así como su deseo de «volver» a ser vascos, como siempre. Las personas más consecuentes y la juventud en su conjunto, estaban dispuestas a que la situación cambiara de una vez por todas y en profundidad.

Había emergido una clase trabajadora reivindicativa y solidaria. Las idea de Socialismo y República cristalizaban en todas las conciencias, y la respuesta pública impregnaba la vida cotidiana. Entonces, sucedió que el gobierno de Madrid infestado de franquistas y la derechona navarra, caciquil y autoritaria, no podían soportar esta nueva situación. Veían como el pueblo sumiso de ayer, ya no estaba ni acogotado ni asustado, y además insistía cada vez con más fuerza en que su verdadera patría era Heuskal Herria.

¡qué descaro! se dijeron, ¡qué vergüenza! exclamaron las derechonas reaccionarias, ¡hay que acabar con esta situación en seco y de raíz! y… dicho y hecho, comenzaron a organizar su fiesta, se coordinaron con sus colegas de Madrid y decidieron emplear de nuevo sus viejos métodos: ¡represión hasta la muerte !. El 8 de julio, en plena fiesta, irrumpieron los «grises» en Iruña emprendiéndola a tiros y porrazos, hasta acabar con la vida de un mozo, Germán. ¿qué hubiese sucedido si la inmensa población en Iruña no les hubiese plantado cara con energía como lo hizo?, ¿cuántas personas podrían haber muerto?.

Aquellos sanfermines, como los anteriores, eran una verdadera fiesta popular y participativa. No como las de hoy, que están diseñadas de cara al turismo, buscando principalmente la rentabilidad para algunas élites del comercio y la hostelería. Las fiestas en aquellos días eran el reflejo de una Iruña revelde e insumisa, una población contestataria que reclamaba la depuración de los cuerpor represivos, la desaparición del aparato franquista, la ammistía y la libertad. En aquellos tiempos se debatía en profundidad sobre la validez o no de una constitución pergeñada aa la medida de una monarquía heredera de Francisco Franco. La Marcha de la Libertad innundaba nuestros pueblos y la solidaridad entre trabajadores y trabajadoras de todos los centros de trabajo era una realidad que ponía los pelos de punta a la patronal más explotadora y autoritaria. En fin, el caso es que esta situación no gustaba nada ni al gobierno central ni a los que manejaban el cotarro desde la sombra.

El próximo año, cuando conmemoremos el 30 aniversario, recordaremos que en estos treinta años transcurridos, aún no ha habido castigo a los culpables. Y volveremos una vez más a reclamar el exclarecimiento de los hechos, la verdad, la justicia y la reparación. Así mismo recordaremos como con aquella acción de guerra, se truncó el camino emprendido hacia una libertad plena. Con aquel golpe sangriento, el poder retomó el «aquí vale todo» de los vencedores del 36, y se cerraron lass puertas a una transición real.

Hace unos días, la alcaldesa de la derecha, con premeditación, alevosía y a espaldas del pleno municipal, mandó colocar nuestra estela (la de todos los navarros y navarras) en un lugar cercano a donde cayó abatido nuestro compañero. El lugar donde derramó su sangre inocente, está profanado y machacado por un montón de bestias al galope, como lo fue la entrada de las «fuerzas de orden público» en Iruña. Pero, por fin, ahí está nuestra estela para visitarla y poder sentir el escalofrío de aquelos días, para poder depositar nuestras ofrendas y en definitiva hacer votos para que Iruña recobre su dignidad.