La Tercera Servidumbre

LOS historiadores denominan Segunda Servidumbre a un fenómeno de rebrote feudal acaecido en el siglo XVI en Europa Central y Oriental, por el cual los señores sometieron política y económicamente a los campesinos, recuperando las prestaciones del feudalismo. El término fue acuñado por Friedrich Engels, que creía que esta Segunda Servidumbre era fruto de la economía precapitalista, de un comercio internacional que demandaba el incremento de la producción agraria para satisfacer las necesidades de los nuevos estados modernos.

 

No se trata de trivializar ni de hacer paralelismos imposibles, y no olvidemos que entre la Primera Servidumbre medieval y la Segunda Servidumbre de la Edad Moderna también hubo grandes diferencias. Pero no cabe duda de que, a día de hoy, de alguna manera tenemos que llamar a lo que, en ámbitos cada vez más amplios, se está definiendo ya como un auténtico golpe de estado a la soberanía de los estados y a las democracias occidentales, a manos de un monstruo sin rostro al que se conoce como los mercados. Bienvenidos pues a la involución que nos llevará a la Tercera Servidumbre.

 

1. Involución económica.

 

De niños, cuando estudiábamos las características del Feudalismo, oíamos con espanto que los campesinos medievales eran obligados a trabajar tres días por semana, de forma gratuita, en las tierras del señor. Era lo que denominaban corveas. Las nuevas corveas del siglo XXI consisten en unos impuestos que saquean nuestros bolsillos de manera voraz. Un trabajador medio sufre retenciones del IRPF que se llevan, de un solo bocado, una quinta parte de sus ingresos. Pagamos además al Estado, vía impuestos indirectos, un IVA que supone otra mordida imponente. A partir del 1 de enero, cada vez que paguemos el recibo de la luz o compremos una entrada de cine, el Estado se llevará un 21% del importe. Y otro tanto pasará cada vez que vayamos a la carnicería o a la frutería, aunque en este caso solo se secuestrará en torno al 10%. Cada vez que sacamos la cartera del bolsillo el Estado se lleva parte del dinero que ponemos encima del mostrador, y asociaciones de consumidores han calculado en unos 600 euros el aumento de los impuestos que, tan solo por el IVA, deberá pagar de más cada familia en 2013 respecto a 2012. Podríamos extendernos muchísimo, pero tal vez baste con recordar que, de cada litro de esa gasolina que pagamos a unos precios absolutamente especulativos, casi la mitad son impuestos.

 

Dicho esto, cualquiera puede ver el alcance de estas nuevas corveas. ¿Cuántos días por semana nos levantamos para trabajar al servicio del Estado? ¿Cuántos meses al año? Para una vida laboral media de 45 años, trabajaremos durante más de 15 para pagar unos impuestos que el Estado consume de manera voraz. Quince años de nuestra vida. Y no son sino cálculos a vuelapluma, aproximados, en los que no se tienen en cuenta multitud de factores como los céntimos sanitarios, las ecotasas pigouvianas y esos copagos que son en realidad repagos, puesto que nos obligan a pagar dos veces por el mismo servicio, por un producto que ya habíamos pagado previamente con nuestros impuestos.

 

La actual crisis económica está siendo utilizada como excusa para un colosal recorte de nuestros derechos. Así, un niño nacido en 2010 acaba de ver retrasada su edad de jubilación en 2 años respeto a la de su abuelo, a pesar de que no se incorporará al mercado laboral hasta dentro de unos 25 años, y su jubilación legal no habría llegado hasta el año 2075. Vaya timo. Dejo a cada cual que reflexione si semejante precio es compensado por los servicios recibidos del Estado, unos servicios que, a día de hoy, se precipitan en caída libre. Para los historiadores del siglo XXI resultará apasionante estudiar cómo las oligarquías económicas consiguieron desbaratar, en poco más de un lustro, los avances sociales conseguidos durante generaciones.

 

2. Involución política.

 

Por supuesto, este nuevo contexto precisa de un marco político equiparable. La casta dirigente no es sino la cara visible de los nuevos señores. Una aristocracia cuyos privilegios sonrojan. En un paisaje de depresión absoluta, se filtran con cuentagotas datos sobre dietas ocultas, participación en fantasmagóricos consejos, jubilaciones millonarias, tratos de favor, clientelismo, corrupción… Y no es sino la punta del iceberg. La semana pasada hemos sabido que los ministros de Rajoy cobran dietas superiores al salario de un trabajador por residir fuera de casa, en Madrid, cuando algunos de ellos son propietarios de hasta 5 pisos en la capital. Y aquí, en Navarra, hubo 27 altos cargos del anterior gobierno que prefirieron no reincorporarse a sus puestos de trabajo, tras dejar su cargo, para seguir cobrando las cesantías. Hasta hemos sabido que la elite gobernante en Navarra ha gozado durante años de asistencia odontológica y óptica gratuita, algo absolutamente quimérico e inalcanzable, ciencia ficción para los ciudadanos de a pie.

 

Esta situación de privilegio está muy bien sujeta en un estado donde el paso del franquismo al régimen actual se llevó a cabo sin una verdadera transición, sin un solo encausado. De este modo se garantizó la continuidad del antiguo régimen por medio de la elite franquista, y luego a través de sus herederos biológicos e ideológicos. La lista de ejemplos sería interminable, y hoy en día esta gente airea sus antiguos modos con descaro creciente. En Navarra hasta se consienten akelarres católicos, todos los meses, en la cripta de un sangriento golpista. Pero la cosa no queda ahí. La cada vez más evidente involución autonómica o las propuestas para reducir el número de parlamentarios autonómicos, como excusa para limitar la capacidad de acción de la oposición, reman en el mismo sentido.

 

La alternancia de poder, la opción electoral es además, en gran medida, una ilusión. Los dos partidos mayoritarios se reparten cuotas de poder en ciclos que van de 8 a 12 años, sin posibilidad de un cambio real. Cuando uno de los dos partidos pierde las elecciones sabe que su turno volverá. Cuando el PSOE acaba un ciclo sobreviene el PP, como ha ocurrido hace poco, pero si mañana un cataclismo político provocara un adelanto electoral, el PSOE sería el gran beneficiado, aunque las políticas de uno y otro apenas se diferencien en lo esencial. Todo está bien atado. El PP sigue la estela del PSOE, que se rasga ahora las vestiduras queriendo hacernos olvidar que ellos mismos iniciaron el camino actual. En 40 años de democracia ni una sola vez nos hemos apartado de este guión, que vale también, con muy pocos cambios, para Navarra.

 

3. Involución coercitiva.

 

La tercera pata de este banco la constituye el sistema legal. La democracia española cuenta con un sistema judicial propio del Congo de Mobutu Sese Seko, en el que la división de poderes de Montesquieu brilla por su ausencia. Las leyes se dictan ad hoc en beneficio propio, se crean audiencias nacionales que constituyen auténticos tribunales de excepción, y la alta magistratura es nombrada a dedo por los propios gobernantes, que a cambio elevarán a los jueces al estrellato mediático. Como colofón de este montaje, además, nos anuncian nuevas leyes, como la que criminalizará la resistencia pasiva, la desobediencia pacífica. Estos bestias pretenden mandar a la cárcel, setenta años después, al mismísimo Gandhi. El empleo de las porras y la abominable máxima de Max Weber, que en 1919 otorgó al estado la legitimidad en el uso de la violencia, garantizarán que esto se cumpla, manu militari. Lo quieren todo bien sujeto, con un control político de los mass media del que solo se libra Internet. Ya veremos por cuánto tiempo. Incluso el recurso a la huelga general ha sido ya amenazado por alguno de los voceros de la ultraderecha, como Esperanza Aguirre, que ve como vagos y parásitos a los sindicalistas, y que defiende aquello de que cualquier contingencia o daño producido durante una huelga debería ser sufragado por quienes la convocan.

 

¿Hay salida para esta ratonera? Es difícil asegurarlo, pero lo único cierto es que cualquier solución real pasa por una movilización social que quiebre este sistema anquilosado y corrupto. También en Navarra, donde la sobreactuada y poco creíble alternancia UPN-PSN produce ya hastío. Es preciso romper amarras morales, afectivas, ideológicas y políticas con él. Un discurso nuevo para un cambio real en el sistema y en el régimen. Mientras tanto, deberemos ir aceptando que el calendario maya tenía razón, y que en 2012 se dará el fin del mundo o, al menos, el final del mundo tal y como lo hemos conocido. La cuestión, ahora, es saber cómo será el próximo.

 

 

http://www.noticiasdenavarra.com/2012/08/11/opinion/tribuna-abierta/la-tercera-servidumbre