Historia de Navarra para niños y niñas

Hace muchos años existía en Europa un reino llamado Navarra, con instituciones singulares, basadas en el derecho pirenaico, con fronteras y aduanas para entrar y salir de su territorio, con moneda propia, con bandera e incluso con embajadores destacados en las cortes de los principales países de Europa, que representaban diplomáticamente al Reyno. Era un país independiente e incluso con una lengua diferente, que un sabio rey llamó «Lingua Navarrorum».

Desde el origen de su andadura histórica Navarra estuvo situada geográficamente entre dos de las grandes potencias de aquel entonces. Estos poderosos vecinos se dedicaron a atacar al Estado navarro, a acosarle, a robarle tierras, rutas e incluso puertos marítimos, con unas consecuencias trágicas para sus pobladores. Alrededor del año 1200, los castellanos invadieron las tierras que hoy llamamos Bizkaia, Álava y Gipuzkoa, y las pusieron bajo administración del ocupante. Pero ya antes, en 1054, les habían arrebatado la actual Rioja.

Mal que bien, el reino navarro que restaba sobrevivió a la amenaza de sus vecinos y a las guerras, hasta que en 1512 fue invadido por las tropas de un Duque de mala sombra, que todavía hoy nombran en Los Países Bajos para asustar a los niños y mandarlos a la cama, un ejército extranjero de malas sombras venido del sur, que por desgracia llegaba con la intención de quedarse.

A causa de esta invasión militar, Navarra quedó cortada, dividida en dos partes: al norte de los Pirineos, donde no consiguieron entrar los castellanos, siguieron viviendo los reyes legítimos, Juan de Albret y Catalina de Foix, en un territorio que posteriormente fue la admiración del mundo, según dijo William Shakespeare. Navarra era, por aquel entonces, un foco cultural intenso, la envidia de todo Occidente. Las tierras al sur de los Pirineos pasaron a dominio ilegal castellano, por la fuerza de las armas. Aunque los navarros intentaron reconquistar la parte ocupada, con el levantamiento y la complicidad de muchos navarros oprimidos, los intentos tuvieron un fatal desenlace. En la batalla de Noain murieron más de 5.000 navarros. Pensar en ellos, cuando tengáis dudas de quiénes sois.

Estando Navarra ocupada por este ejército extranjero, con lo cual no tenía capacidad para negociar, los castellanos le impusieron un «pacto». Este «pacto» consistía en que el territorio navarro, donde hacía siglos vivía, trabajaba y se defendía el pueblo vascón, pasó a ser un virreinato de la corona de Castilla, como Méjico, Perú o cualquier otra colonia de aquel imperio.

La parte del territorio que quedó al norte de los Pirineos siguió siendo un país soberano durante unos 100 años más, hasta que en virtud de unos pactos y una boda el rey de Navarra fue coronado rey de Francia. A pesar de los navarros, el viejo reino se disolvió sin poder evitarlo en un Estado francés mucho más grande y extraño.

Los navarros, desperdigados en reinos ajenos, sobrevivieron sin resignarse a su desaparición, arreglándoselas con unas leyes de raíz pirenaica que les permitían, aunque vencidos, mantener sus costumbres y usos. Los fueros. Hace unos 150 años, durante las guerras carlistas, la facción que mal que bien defendía los Fueros fue derrotada y Navarra fue rebajada a la categoría de provincia del imperio. Desapareció su antiguo título de reino, aunque estuviera conquistado. Por fin los castellanos hacían desaparecer la poca soberanía que le quedaba, y de paso empezaban a borrar de las mentes de los pobladores cualquier recuerdo del país independiente y soberano que un día significó el nombre de Navarra.