La atrocidad arquitectónica del alcalde Azkuna

 

 

En conmemoración del Día Mundial de la Arquitectura

Hoy primer lunes de octubre, se celebra el Día Mundial de la Arquitectura, instaurado por el Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (IUA) de San Francisco en 1985, coincidiendo con una anterior conmemoración del Día Mundial del Habitat instituido por Naciones Unidas. Con tal motivo parece obligado hacer algunas reflexiones dado que la Arquitectura, como la más social de las bellas artes, afecta a la sociedad en la que se implanta, analizando los reiterados atentados al patrimonio arquitectónico de Bilbao sucedidos en esta prolongada legislatura del alcalde Iñaki Azkuna desde 1999. El dirigente más españolista y monárquico desde la dictadura y de talante no muy distante de los alcaldes fascistas franquistas Jose Mª Areiza (1937-38) y Pilar Careaga (1969-1975).

 

Bilbao es una ciudad, vinculada a una metrópoli, que como otras tantas europeas con una importante identidad industrial, incrementada con su condición de puerto fluvial, por razones de innovaciones tecnológicas, crisis económicas, expansiones urbanísticas y obsolescencia portuaria de sus orillas, han tenido en tiempo reciente coincidiendo con la bonanza económica, la gran oportunidad de una radical transformación urbana. Así, las ciudades portuarias Bordeaux, Lyon, Lisboa o de tipo medio interiores como Lleida son algunos ejemplos de la recualificación de los espacios entorno a la lámina de agua como eje de rehabilitaciones, usos lúdicos y valoración del patrimonio y el paisaje fluvial.

 

La villa vasca gracias a la inauguración en 1997 del Guggenheim Bilbao Museoa ha conseguido una difusión internacional motivando un peregrinaje de ansiosos curiosos por los novedosos espectáculos y artefactos arquitectónicos independientemente de su uso y contenido, creándose una terminología publicitaria en la competitiva mercadotecnia de las ciudades, que inicialmente denominado Efecto Guggenheim, con más sentido de la autoestima se ha modificado a Efecto Bilbao, y que algunos pretenden que se conozca como Efecto Azkuna.

 

Entre ellos, resulta demasiado evidente, el periódico de la derecha antivasca El Correo (del) español, a cambio de continuas exclusivas y prebendas de todo tipo como la concesión del galardón Ilustre de Bilbao o la cesión de la vía pública para exposiciones de un falso centenario. Medio fundamental junto con TeleBilbao para inducir este fanatismo populachero por el mandatario a la vez que contrarrestar toda posible conciencia abertzale.

 

La pretensión de presentar a Azkuna para nada menos qué como mejor alcalde del mundo, World Mayor 2012, distinción que otorga una extraña lucrativa empresa City Mayors Foundation, dedicada a estos desdichados y manipulados frívolos festejos, es un insulto al espíritu de la conmemoración que hoy se celebra: la arquitectura. Ante esta prolongada, múltiple y punible época de barbarie arquitectónica instaurada por este político parece imprescindible dirigirse a entidades de notable rango vinculadas con la arquitectura en su sentido cultural como el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro, DOCOMOMO Iberico, TICCIH, Metropolis y Eusko Jaurlaritza que ya tiene adecuada información por varios antecedentes especialmente en el desdichado episodio del Mercado de la Ribera. Se trata de qué estas instituciones de notable rango, por si no se hubiesen enterado, diplomáticamente, supliquen al alcalde que aplaque su innato instinto destructor. No puede meritarse nada a quién destruye su ciudad, como mínimo reprocharle o acusarle.

 

La eliminación del Gabinete de Arquitectura, una prestigiosa sección del Ayuntamiento de Bilbao con competencias en los proyectos municipales urbanos que dirigía el amable y culto arquitecto Elías Mas, desde 1991 hasta 2005,  ha sido una de las causas de estas atrocidades al ser controlados por un Área de Obras y Servicio a cargo de otro arquitecto José Luís Sabas, culpable e implicado directo en numerosas, gravísimas e ilegales demoliciones y deformaciones del legado arquitectónico y urbanístico de la villa, denunciadas oportunamente pero desgraciadamente sobreseídas por  tribunales apocados.

 

Azkuna como alcalde es el máximo responsable de la deshonrosa fama, conocida en ambientes culturales universitarios y profesionales, de ser la ciudad de una cierta importancia europea que más ha destruido, desfigurado o ridiculizado su patrimonio monumental de elementos de enorme relevancia arquitectónica, iconografica e identitaria, en tiempos no bélicos. Incluso con el cínico atrevimiento de presentar como brillante resolución lo que es sencillamente un brutalidad arquitectónica. Espíritu en total sintonía con su partido el PNV que todavía no se ha enterado que el patrimonio cultural monumental es la muestra más perceptible, después de la lengua, que tampoco les interesa mucho, de la identidad de una nación.

 

Conviene no olvidar la famosa frase latina alusiva a la destrucción de Roma, “Quod non fecerunt barbari fecerunt Barberini” que se refería a lo que no destrozaron los bárbaros lo destruyeron los Barberini, prestigiosa familia papal. En Euskal Herria puede traducirse en un sentido realista por: lo que no destruyeron los fascistas (1936-1975) lo demolieron los dirigentes, presuntos, nacionalistas del PNV.

 

Recordemos la biografía arquitectónica de este mandatario en su legislatura. El repertorio de brutalidades se inicia con la impresentable cesión a la gigantesca especulación del magnífico Depósito Franco, Rampas y Escaleras de Uribitarte destruidos en 2002, para generar una anodina y torpe urbanización, un “no lugar”. Permitir el total desmantelamiento de Santa Ana de Bolueta, excepto la demagógica chimenea (2005). La ilegal y denunciada ante la Justicia obra de deformación del catalogado Mercado de la Ribera (2008), y la misma irregularidad en la gravísima deformación de la tenebrosa Alhóndiga (2010) con la aberrante desfiguración de la Plaza Arriquibar cediendo a todos los caprichos y banalidades de un afamado diseñador decorador Starck y sus complacientes colaboradores locales, pero ignorante en el concepto del espacio arquitectónico y urbano consistiendo un sospechoso despilfarro desde los 42 millones de euro del presupuesto a los 72 de la obra que plácidamente se admitió.

 

La denigrante descalificación del catalogo monumental de la tribuna y arco de San Mamés (2006) por la desacreditada Comisión del Patrimonio de Bilbao, un vergonzoso comité municipal de la calamidad integrado cínicamente por los mismos funcionarios que impulsan las demoliciones, para destruir uno de los más entrañables hitos tanto tecnológico como paisajístico de Bilbao, en combinación culturalmente fraudulenta con el Athletic Club. La ignorancia al desconsiderar las múltiples posibilidades de reutilización en el demolido (2012) recinto del Cuartel de Garellano. La pobreza intelectual de no entender la belleza y versatilidad de una extraordinaria arquitectura industrial racionalista del edificio RAG (2012), lo mismo que en el edificio Besga Astoreka para Archivo Nacional, ambos desaparecidos.

 

El vaciado total del Coliseo Albia, prescindiendo de sus evidentes valores internos principalmente la espacialidad de la impresionante sala. Su conformidad con el despropósito del ministerio de Fomento y ADIF para el previsto derribo de la Estación de Abando. La escasa sensibilidad en la ampliación del Teatro Campos bajo las órdenes de los extorsionadores españoles de la SGAE. La pérdida de singularidad urbana en la reforma de la Plaza Zabalburu y su desaparecida fuente (2008). La vulgar intervención y falsificación en la casa-torre de Urizar en Irala. El precipitado y corrupto derribo del interesante edificio industrial Cerezo que albergaba el irremplazable proyecto socio cultural Kukutza, animando a la bestialidad represiva de una enloquecida Ertzaintza (2011). Admitir la inminente desfiguración del rascacielos de la calle Bailen.

 

Todas estas edificaciones de gran calidad constructiva, belleza compositiva y notoria presencia urbana configuraban la singular y apreciada identidad arquitectónica de Bilbao. Este alcalde y su equipo, el concejal de urbanismo Ricardo Barkala, reincidente y colaborador en atentados al patrimonio, el ya citado Sabas, ambos culpables de la ruina económica, entre 10 y 12 millones de euro al menos en las fracasadas World Series de 2005 y la inoperante (ir)responsable de Cultura Ibone Bengoetxea, personajes asiduamente cultivados en las matanzas de toros, son los culpables de las reiteradas aberraciones y descalabro del patrimonio arquitectónico de Bilbao. Ninguna ciudad civilizada europea con una sociedad culta y sensata soportaría a un alcalde y políticos de esta extirpe con tan lamentable expediente.

 

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua