La prostitución

 


Días atrás publicaba Belén Martínez, técnica de igualdad, un largo artículo sobre «Prostitución y la Diputación», en el que en base a dos informes, uno del gobierno holandés, el informe Daalder, y otro de la Policía Naciona de ese mismo país, abogaba por el modelo abolicionista de la prostitución, que la considera  «como un pilar de la organización patriarcal y mercantilista del mundo, como una manifestación de la violencia ejercida contra las mujeres». Y de acuerdo con la Convención de Palermo el modelo abolicionista, decía,  se sustenta en la defensa de los derechos humanos de las mujeres y en su liberación de toda explotación sexual.

El artículo era una queja amarga en contra de la dirección de Igualdad de la Diputación Foral de Gipuzkoa y de la asociación Aukera, que en colaboración con la UPV y el Master de Igualdad de Mujeres y Hombres habían organizado unas conferencias bajo el lema «Nosotras: Encuentro estatal para la Creación de Alianzas entre Entidades que apoyan a las personas trabajadoras sexuales», organización que, según Belén Martínez, suponía «la canonización del discurso prelegalización» y criticaba a la Diputación por acoger en Donosti un evento con densidad estatal-española.

Lo que Belén Martínez propone es la abolición de la prostitución para evitar la violencia contra las mujeres, la amenaza, la coacción y el abuso de poder. Es un sector en el que se da una criminalidad internacional organizada (tráfico de mujeres, niñas, droga.). Ya en el 2005 APRAMP (asociación para la prevención y reinserción de la mujer prostituida) publicaba una seria reflexión sobra «La prostitución. Claves básicas para la reflexión.» y en el 2010 la «Guía de la trata con fines de explotación sexual», muy ilustrativas y recomendables ambas. Y tomo en serio la advertencia lanzada por Janice Raimond:

«Existe una increíble ingenuidad por parte de algunos medios gubernamentales y no-gubernamentales sobre el verdadero papel de la industria del sexo y sobre las actuales campañas de legitimación de la prostitución como trabajo. Desconocen completamente que existe un grupo de presión organizado (…) a quienes se les paga para promover la idea de que la prostitución es un trabajo digno que debe ser reconocido y regulado como tal».

Belén Martínez  aporta reflexión, alude a informes concretos, a voces feministas, forra y encuaderna con nitidez su teoría pero se echa en falta, muy en falta, la voz de las prostitutas. ¿Y ellas qué piensan? Yo he conocido en la Universidad a estudiantes de diversos países y status que se financiaban en base a polvos. ¿Son las mismas de las que habla Belén Martínez? Sin duda que éstas y otras parecidas conforman un tanto por ciento muy exiguo del conjunto. Pero no  por eso deja de ser una respuesta.

Al tratar de la prostitución, a mi modo de ver, hay que distinguir dos problemas: lo que  encierra de maltrato (que es mucho), de sumisión, violencia, engaño, falsificación., y la profesión o el modo de vida como tal. Y digo dos cuestiones porque, a mi modo de ver, hay violación de la dignidad de la persona humana (algo, por otra parte, muy frecuente y muy extendida a diversa escala en nuestra sociedad, en el trabajo y en el quehacer de nuestra vida y que no por extendido se debe minusvalorar o no combatirlo) y un prejuicio social y/o cultural contra este oficio, el de ganarse la vida vendiendo relaciones sexuales. Yo he acompañado a las Cortes de Bilbao a padres a rescatar del burdel a su hija drogadicta que se estaba prostituyendo para obtener heroína y he acompañado a padres a buscar a sus hijos que estaban detenidos en un cuartel de la guardiacivil. Con parecido dolor y angustia por parte mía y de los familiares.

El maltrato, la sumisión, el chanchuleo, el ningunear, la sumisión. es una cosa. Y, sin duda, en la prostitución se da y de manera grave, pero no exclusivamente. Hay que evitar y combatir la amenaza, la coacción, el abuso en cualquier esfera de la vida., se debe y se puede perfectamente. Vigilancia y control, y no amparo policial y chanchuleo con traficantes, pero esto en todos los campos de la vida, en la sexualidad, en el trabajo, en el periodismo, en la policía, en la fábrica y en la familia.  En el campo de la prostitución las instituciones y autoridades tienen poder y control. Si se quiere se puede evitar el maltrato, el abuso, la trata., al menos en nuestras ciudades y pueblos.

Pero sin duda existe ese prejuicio social/cultural que se extiende sobre este negocio, en general sobre  las relaciones sexuales: un prejuicio vetusto, sórdido, de cristianismo hipócrita e insano; claro, luego los Kinsey-Reports daban como resultado que el 50% de los maridos americanos habían sido infieles a sus esposas por lo menos una vez. Ya G. P. Murdock en su libro Social Structure de 1949 hablaba de que tras examinar 248 culturas diferentes o pueblos  la «prohibición de toda relación sexual fuera del matrimonio es sumamente rara fuera de la esfera de influencia cristiana», y calculaba que una prohibición general de relaciones sexuales fuera del matrimonio existe a lo sumo en un 5% de todas las culturas de la tierra.

El abuso es abuso, y más abuso cuando se practica sobre una persona débil, necesitada, enferma, indefensa, frágil, pero en cualquier campo donde eso se dé, que hoy por desgracia es  muy amplio. Es claro que aprovecharse del necesitado es indigno y debe ser sancionado gravemente. También en la prostitución. Pero abolir, derogar la profesión por abuso me parece errar el tiro, cerrar los ojos a la violencia, bajar la guardia ante la colaboración institucional, policial y judicial con la violencia y con quienes la practican. Abandonarr a la gente a los pies de los caballos.

En general en los trabajos sobre la prostitución hecho en falta la palabra de las prostitutas, el respeto ante sus reivindicaciones, el apoyo a otro modo de configurar la vida. Y observo mucho consejo casto ¡Pero dejémosles hablar, porque saben defenderse y formular sus reivindicaciones!¡No las robemos la palabra ni, tampoco, la sustituyamos por la nuestra!

Y la censura a la Diputación por organizar en Donosti un evento estatal-español me parece pasarse tres pueblos. Porque ¿qué diríamos del festival de cine? ¿Y de la Universidad y sus cursos?

 

 

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua