Los milagros

En libros de cuentos, evangelios y biblias  tenemos noticias de milagros lejanos, de madres vírgenes, de agua convertida en  vino, de resurrecciones.

De vez en cuando, cuenta Antonio Aramayona en su libro «¿dios?», llegan hasta nosotros noticias sobre apariciones en los lugares más insospechados y a personas de lo más variopinto, que casi todas acaban con la recomendación de edificar iglesias y santuarios en el lugar y, antaño, en mensajes sobre la conversión de Rusia y de los países comunistas. Curiosamente, nunca sobre los estragos económicos del neocapitalismo liberal o la carrera de armamentos, que tanta hambre, miseria y muerte crean.

Los presuntos testigos del portento hablan a veces de luces, mantos fulgurantes, soles giratorios y lágrimas de sangre en algunas estatuas, lo cual hace sospechar cierto aburrimiento en la corte celestial y poca ayuda divina en los problemas que nos aquejan.

Puestos a hacer milagros en nuestros días resultaría más convincente, y quizá hasta más divino -sin duda más humano- solucionar a base de  un gran milagro el desempleo de muchos y los créditos hipotecarios de miles. y no contentarse con que unos cuantos vayan monte arriba a rezarles el rosario, aunque el negocio de Lourdes no resultara entonces tan boyante y menguaran sus ingresos.

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua