¡Que viene el duque de Alba!

El duque de Alba tiene muchos nombres y no menos apellidos. La relación de ese título nobiliario con tierras navarras se inicia con Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, II duque de Alba (1488-1531). Aliado de Fernando de Aragón, el Falsario, participó en la conquista del reino nazarí de Granada, y el 25 de julio de 1512 entró en la capital del viejo reino vascón bajo la amenaza de destruirla «a sangre y fuego». Más tarde, en nombre del emperador Carlos V, sus tropas derramaron más sangre y más fuego en otros muchos rincones de aquella Europa del siglo XVI.

Murió en 1531, y otro duque de Alba, el III, de nombre Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1507-1582), adquirió su puesto y, con él, su oscuro destino, primero al lado del emperador Carlos V, luego al de Felipe II. Ese gran duque de Alba, el duque de Hierro, también dejó su impronta en tierras navarras. Sea cierto, o no, que acompañase a su abuelo, el II Duque de Alba, a la temprana edad de 6 años, en la gran invasión de 1512, tenemos constancia de su participación la campaña de 1524 contra el castillo navarro de Hondarribia. Durante las décadas siguientes, sus Tercios continuaron sometiendo otros muchos pueblos, también «a sangre y fuego»: Ducado de Milán (1555-1556), Reino de Nápoles (1555-1556), Países Bajos (1567-1573) y Reino de Portugal (1580-1582).

Hoy, 500 años más tarde, en tierras del Imperio, la expresión «poner una pica en Flandes» recuerda aquella experiencia, contada por los conquistadores: concluir con éxito una empresa difícil, escondiendo la gran derrota militar y política cosechada finalmente. En tierras conquistadas, en los Países Bajos, la expresión «¡Duérmete niña, que viene el duque de Alba!», utilizada para asustar a sus pequeños, recuerda aquella misma experiencia, pero contada por las gentes conquistadas: una invasión realizada a golpe de saqueos, violaciones y otros muchos excesos marcados «a sangre y fuego». Hoy y aquí, también 500 años más tarde, en los bares y txokos de una Navarra sometida, las figuras del duque de Alba, Carlos V y Felipe II, entre otros monarcas españoles, posan orgullosos y sonrientes en espera que sus sometidos disfruten de un supuesto buen brandy, envejecido en barricas de olvido y desmemoria.

 

http://www.noticiasdenavarra.com/2013/02/19/opinion/cartas-al-director/que-viene-el-duque-de-alba