Insurgencia o esclavitud…

Ya se habla como única alternativa esperanzadora, insoslayable, salvífica y vital para nuestro planeta de un mundo organizado por los ciudadanos. Ya no más, un mundo como el actual, comandado por los estados. Ese Leviatán omnipotente de Hobbes, un dios pantagruélico generador de leyes inicuas…

Estos estados, que dan la espalda o lo que es peor, “hacen un calvo” a los ciudadanos… Porque ya no dependen ni son erigidos por estos, sino por los grandes poderes fácticos: FMI, trasnacionales, sórdidos bancos, laboratorios, mafias y en general por los hombre malos…

Dice René Passet que si nos dejamos arrastrar por esta depravada deriva financiera –que provocan estos espíritus del averno- y virtual de la economía, la historia solo puede terminar en irreparable tragedia. Se trata, según el economista galo, de esa descomposición social en la que el enriquecimiento rápido, como valor supremo, nos ha sumido. Descomposición social y planetaria, pues el mismo advierte, el capitalismo industrial destruirá la biosfera.

Cada día resulta más necesario explicar que la riqueza y los bienes son de todos. Nunca de la especulación cuyas consecuencias criminales son tan evidentes. Es justamente en estos parámetros, en los que la economía aborta sociedades esclavizadas.

Nos han colocado a los ciudadanos, frente a este demonio llamado estado, dicen que Hobbesiano, inoculador del miedo, la ignorancia, la insolidaridad…

Miedo. El de una gran parte de la sociedad, a perder lo poco que posee. Pavor de los más concienciados a gritar en las calles, enfrentándose con la palabra a esos robocops -¿porqué les llamarán maderos?- hechos con carne de odio, tan procaces, lesivos, desbocados y sobre todo impunes…

Nunca pude entender porque se empeñan en llamarles fuerzas del orden. Sabemos que basta su sola presencia para poner patas arriba cualquier espacio ciudadano. Probablemente es lo único que saben hacer.

Tales engendros morales viven del ciudadano, pero siempre tan lejanos de él y ante su indefensión tan agresivos, tan coléricos. ¿Disfrutarán cuando atizan, sacando a pasear sus bajos instintos?

Pánico también a vernos enredados en las telarañas de los jueces , tan enredados con ese estado o despiadado Leviatán…

Impartir ignorancia, tergiversar la historia, emponzoñar relatos, embrollar o enloquecer las palabras, mentir la verdad, ensombrecer la luz…etc…etc…

Esta misión viene encomendada a los medios, tertulianos, y sobre todo a los políticos del sistema… La mayoría de ellos bien pagados o escandalosamente untados y siempre a la orden y a la voz del mejunje gobernante.

Unos –dentro de esta canalla de medios y pregoneros del statu quo- funcionan como impartidores oficiales de reality Shows estúpidos, alienadores, humillantes, egocéntricos e insolidarios etc…

Otros se dedican a esparcir suciedad, bulos y calumnias y sobre todo a bendecir y disfrazar, las porquerías y las maldades del sistema que ellos mismos cocinan… Suelen pontificar como catedráticos del bien y del mal, y como oráculos de la sabiduría…

Pero efectivamente, los mayores bandoleros son los políticos. En su mayoría la casta más responsable de este estado de perversión. Son los vampiros del sistema enfrascados –esa es su misión- en enmascarar sus horrores. Mienten sin remordimientos, prometen sin pudor bonanzas que nunca llegan, ofrecen lo que ni han previsto, ni pretenden crear etc…

Con frecuencia la mentira, suele tener consecuencias penales ¿Cuántos están en la trena por incumplir, engañar o estafar como profesionales?

Y es bien grave, una de las cosas más serias, las promesas y los proyectos y el compromiso que se hacen a toda una ciudadanía…

Además estamos siendo testigos de que en nuestro nombre, “muchos estados de derecho” –entre ellos el estado español-, hacen o apoyan guerras genocidas, torturan, avasallan, roban (petróleo, coltán, oro, diamantes… ) arrasan selvas y tierras de cultivos (lobbys de los macrocultivos transgénicos)… etc…etc.. con el permiso de la ONU, del FMI…de las naciones civilizadas…

Hoy vemos con estupefacción, que ellos son los terroristas más terroristas… Aquellos en que las masacres humanas cuentan por miles y cientos de miles… Estamos siendo testigos de que a los que nos oponemos a esta barbarie -porque no somos propietarios, sino simples inquilinos de este planeta-, nos tachan de ser antisistema, ecologistas raros, anarcos…chavistas, zapatistas, incluso si te descuidas terroristas…

Sí, que todo lo que grita una ciudadanía libre, solidaria y justa es terrorismo…

Que promueves la libre soberanía de los pueblos y que en consecuencia defiendes una Euskalherria libre, terrorista.

Que rechazas la monarquía, terrorista.

Que defiendes la libertad de la mujer en el tema del aborto, terrorista…

Que condenas la usura y la rapiña de banqueros y multinacionales …terrorista.

Etc.

Ya está bien de dogmas, perdonavidas y oráculos del bien y del mal…

Hoy día, el ciudadano que como tal aspira a vivir en una sociedad, justa, solidaria, humana, debe rechazar en conciencia este brutal neoliberalismo terrorista. Como poco para quedarse en paz con uno mismo. Es la lucha del “homo bonus”, contra el “homo maleficus”. Este statu en el que los actuales poderes fácticos nos han confinado, deja entrever -caso de que antes no acaben con este planeta-, una sociedad de esclavos en manos de una reducida estirpe de criminales desalmados. Y para más INRI, no les faltará la bendición de los muchos prebostes y purpurados de las grandes religiones que en este mundo han sido. Sectas y creencias que en lugar de entregarse a la denuncia y a la liberación de los pueblos, se han juramentado con sus códigos e inquisiciones con esta chusma envilecida.

Hoy, los malos que nos gobiernan, nos ofrecen un mundo que en lugar de una sociedad placentera resulta un paritorio insoportable.

Necesitamos un -mejor cientos- Ghandi, un Luther King capaces de hacernos perder el miedo a la desobediencia civil, a la contestación, a la manifestación pacífica multitudinaria… Porque sin ser derrotista, sino puramente realista, no nos queda otra alternativa, insurgencia o esclavitud.

 

 

Publicado por Nabarralde-k argitaratua