El ultranacionalismo de Rivera y Vidal-Quadras

En este momento especial y único que estamos viviendo, hay pocas cosas que resulten tan estimulantes para la independencia de Cataluña como ser testigos de la patética falta de argumentos del nacionalismo español. Especialmente del ultranacionalismo de PP y Ciudadanos. Ambos, bien lo sabemos, son más amigos del boxeo que del ajedrez y se sienten más identificados con la ley de la fuerza que con la fuerza de la inteligencia. Pero la toma de conciencia nacional de los catalanes les tiene muy alterados y les hace ir de un lado a otro del escenario, como actores sin personaje, diciendo cosas que ningún autor con cinco dedos de frente pondría nunca en boca de un demócrata. Alejo Vidal-Quadras dice que en caso de que los catalanes decidan su futuro por medio de las urnas será un «acto criminal» y que el gobierno español y la policía lo impedirán «físicamente». Y Albert Rivera afirma que «el derecho de separarse no existe». El ultranacionalismo es así, totalitario por definición.

 

En primer lugar, con relación a las palabras de Vidal-Quadras, sólo decir que la imagen de pistolas españolas contra urnas catalanas dará la vuelta al mundo y será muy provechosa para nosotros, ya que mostrará claramente quién es quién. Quién es el demócrata y quién es el totalitario. En cuanto a las palabras de Rivera, nos remontan a la época del nacionalcatolicismo franquista, cuando los curas decían lo mismo a las parejas que no funcionaban: «El derecho de separarse no existe». El disparate es tan grande que sólo invita a la risa. Pero Rivera, además, miente cuando dice que «el derecho de autodeterminación no existe en los estados democráticos». ¡Vaya que si existe! Es un derecho humano básico. Y los derechos humanos están por encima de las constituciones de los estados que son signatarios. El derecho de autodeterminación de un ser humano o de una colectividad, como el derecho de respirar, es tan elemental que no se especifica en ninguna constitución. ¡Sólo faltaría! Por ello el Reino Unido no lo niega en Escocia y Canadá no lo niega en Quebec.

 

También es una falacia afirmar que Cataluña puede cambiar la ley en el Congreso español, ya que la aritmética de aquella cámara está configurada de forma que PP y PSOE tengan mayoría eterna y que los Países Catalanes, Euskal Herria y Galicia, aunque sea juntos, nunca puedan cambiar ni una coma que no plazca a los primeros. Hecha la ley, hecha la trampa. La trampa española, la trampa de una democracia totalitaria que Cataluña, en su camino hacia la independencia, está desenmascarando internacionalmente.

 

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