Bolivia, alzamiento de la oligarquía

Se trataba de una artesanía muy simple. Mi hijo le dio a entender que el precio de aquella bagatela era excesivo, un robo. No se cortó el joven Aymará.

– Quinientos años lleváis robándonos los españoles.

– Eh, que yo soy vasco…

– Vascos, españoles… Todos los gringos…

Mi hijo entendió las palabras de aquel indígena, que por unos escasos bolivianos, se veía obligado a devanar sus horas bajo aquel sol agresivo de La Paz.

Los efectos de más de cinco siglos de colonización son harto conocidos: genocidio (alarmante la elevada mortalidad infantil), expropiación y extranjerización de tierras, hidrocarburos y minerales.

En el Chaco, el 100% de la población carece de agua potable, el 80% de alcantarillado, el 45% de electricidad. No existen infraestructuras, ni siquiera caminos de ripio para comunicarse. Los centros hospitalarios, por llamarlos de alguna forma, no tienen médicos. Las escuelas soportan aulas de 80 alumnos. Esta situación no es exclusiva del Chaco, es muy habitual en Bolivia.

Como en el resto del cono sudamericano, la independencia, es bien sabido, nunca significó soberanía. Fue un simple traspaso de poderes a los criollos y demás advenedizos europeos, que se encargaron de culminar sin ningún miramiento, el expolio iniciado por los conquistadores.

Hoy, en Bolivia, un país rico, el 80%, de la población bordea la indigencia. Vive o sobrevive con 0,75 dólares al día.

Pero la historia de Bolivia, es la de un pueblo orgulloso que nunca aceptó la dominación. Las insurrecciones y revueltas contra el expolio de tierras en 1780, 1874, 1899, 1921, 1928 supusieron auténticas masacres de indígenas.

Para rematar el monumental latrocinio, simularon una reforma agraria «posrevolucionaria» en 1952, toda una farsa humillante contra el indígena. Se suponía que pretendía atender las necesidades de un campesinado exangüe. Cruel y criminal engaño. Tal reforma, fue una insultante excusa, que permitió a las garras de la oligarquía, acumular millones de hectáreas.

Pero el pueblo boliviano, eterna carne de insurgente, nunca cejó. Siguieron las insurrecciones de 1942, 1946 (guerra del Chaco), la matanza de San Juan en 1967, etc…

El golpe militar de Banzer, supuso como es bien sabido, un largo período de masacres y atropellos.

Pero el «colla» ya no se amilana. Siguieron las masacres de Amayapampa y Capasirca en 1997, la guerra del agua contra la multinacional Bechtell, la masacre del Alto en 2003 y ahora la de Pando. La república Boliviana siempre se sostuvo sobre la explotación de la fuerza de trabajo indígena y la masacre del explotado.

Curiosamente, la Europa democrática transigía, callaba, no interfería… Sabían perfectamente que era el patio trasero de la política yanqui. Ya teníamos bastante con despotricar -hasta aburrirnos-, contra el telón de acero y aledaños. Es ahora cuando vigila, critica, pone pegas, zancadillas y condiciones.

Es la Europa remilgada y atildada como demócrata de salón, la que soporta mejor las dictaduras que a los pueblos que se liberan de la esclavitud.

Y es que Europa teme verse desnuda ante el amanecer de estos pueblos. Porque tras su despertar surgirá inevitablemente su palabra. Y su palabra está preñada de sangre, sudor y llanto. Es la denuncia contra los genocidas, opresores y explotadores europeos y yanquis. Justamente, los hacedores de la opulencia, el despilfarro y la arrogancia del primer mundo

El altiplano boliviano me resultó estremecedor, más que por la inhóspita grandiosidad de la puna seca, por el alma tan altiva y humana de sus moradores. Como me decía un guía, solo ellos saben y pueden vivir aquí. Ahí, donde nada parece fluir, crecer o florecer, donde el frío ocre quema, donde hasta los perfiles de los pueblos se disuelven entre cerros y parameras.

Tal vez aquellas gentes -pensé- eran los pobres de la tierra. Pues no. Cuatro llamas, cuatro hierbas, un poco de quinua les era suficiente para vivir perfectamente adaptados y hermanados con el paisaje. Sin estridencias y como si ese tipo de vida fuera lo más natural.

Los verdaderos pobres estaban en La Paz, El Alto, Cochabamba, Oruro… Esos, los que no acceden ni a un dólar diario. Los que ignoran si comerán al día siguiente… Los que desconocen si algún día podrán trabajar a cambio de unos míseros bolivianos y consumen las horas mordiendo coca…

La coca, el regalo hecho por el dios Inti al «orgulloso rebelde» Kjana-Chuyma. Era la única forma de «adormecer las penas y mitigar las fatigas» que desencadenaba el despotismo y la barbarie del invasor español.

«-Tomaddijo Kjana-Chuyma a sus abatidos hermanos-, su jugo que para vosotros será la fuerza de la vida, para vuestros amos será vicio repugnante y degenerado. Mientras que para vosotros los indios será un alimento casi espiritual, a ellos les causará la idiotez y la locura.»

No es posible -protestaba Evo ante los embajadores de EEUU en la ONU– que la hoja de coca sea legal para vuestra coca-cola y no para nuestras vitales necesidades.

Lo cierto es que el advenimiento de Evo al poder está convulsionando los goznes de los viejos estamentos coloniales, tan corruptos, tan opresores. Hoy los «collas», como despectivamente apodan los criollos a los aborígenes, creen que Bolivia, con Evo o sin Evo, será liberada.

Bolivia después de Haití es el país más pobre de América. Pero Bolivia -sin duda como Haití- no es un país pobre, sino empobrecido, porque sus riquezas han hecho inmensamente ricos a los vampiros de turno.

Los oligarcas, la conspiración mediática – la inefable y españolísima Prisa-, las viejas instituciones como la jerarquía católica, grupos fascistas como la UJC, unión juvenil cruceñista, montan la panda y el pandemonium. Los yanquis, los capos de la droga y los gobernadores, la intendencia…

Es la conjura «subversiva» que las oligarquías regionalistas instigadas por EEUU, están instrumentando ante el nuevo amanecer de los pueblos oprimidos. Al parecer creen haber encontrado en Bolivia el eslabón más débil del trío de gobiernos andinos: Venezuela, Ecuador y la propia Bolivia

El asunto no ofrece ningún intríngulis. La reivindicación de cotas autonómicas y competencias fiscales, una simple excusa. Nunca reclamaron semejantes competencias cuando ostentaban el poder los Mesa, Quiroga o Lozada, viles títeres del pentágono. Eran tiempos en que las instituciones del estado, sus fondos y su gestión eran «propiedad» de la oligarquía. Esa era «su barra libre» a la que cínicamente apodaban democracia.

Que el objetivo era desestabilizar para preparar un «pinochetazo» y derribar al gobierno, siempre ha estado claro, para tirios y troyanos.

Porque lo que realmente está en juego es cambiar las estructuras todavía colonialistas del estado. Fueron concebidas con el germen de la discriminación, del racismo, del clasismo y de un buen puñado de peyorativos «ismos».

Las élites económicas, como en Ecuador, Venezuela y en toda la mal llamada Latinoamérica, siempre se opusieron a constituciones más sociales donde se regularan el latifundio y la propiedad de los recursos naturales. Se resisten a perder el control de «su estado», el que les permitió acumular millones de hectáreas y tantos privilegios.

Y parece que los cambios son imparables, y les humilla que el «asqueroso indio», precisamente el tan odiado «colla», les cierre la barra libre y les arroje del sus saraos con cajas destempladas… Pero hoy el indígena, decía Evo, ya no va cabizbajo, sino con la cabeza alta. Ya no podéis rociarles con insecticida cundo ingresaban en las ciudades…

Mal sujeto y peor villano el tal Percy Fernández, alcalde fascista de Santa Cruz, cuando pedía tumbar al indio porque no había aprendido a gobernar. ¡Cínico matón! ¿Cuándo le han permitido aprender a gobernar al indio?

Pero como dice Galeano, «no estamos condenados a repetir la historia, el racismo no es una fatalidad del destino«.

Las reservas internacionales de Bolivia en 2005, eran 1700 millones de dólares, en la actualidad 7.500. Y empiezan a verse, aunque lentos, serios repuntes de futuras mejoras sociales. Y el pueblo boliviano lo sabe. Lo saben los movimientos indígenas y aunque no apoyen toda la política de Evo, creen que es su alternativa y su momento.

Hoy, escribe el economista boliviano Ramiro Lizondo, los movimientos populares se han convertido en una real opción de poder. Tratan de construir una nueva hegemonía política que cuestione el entramado oligárquico clientelar y antinacional que gobernó el país hasta hace dos años. Ya no son sujeto de postal folklórica, sino una real opción de poder político.

Evidentemente, hace unas décadas, esto no hubiera sido suficiente para mantener este gobierno. Pero los tiempos han cambiado. EEUU, ya no puede garantizar el «orden» de su patrio trasero… Incluso teniendo que soportar la humillación de ver expulsado a su embajador, Philip Goldberg.

Al gran acorazado que ordenaba los mares del mundo mundial, se le corroen las entrañas y ya empieza a hacer aguas…

¿Qué decir del estamento militar? Sabemos que los mandos proceden de la oligarquía o de su entorno, y que siempre a su servicio, fueron hasta hoy el agente inconfundible de la represión y de la muerte.

Hoy se ven, expectantes y con los brazos cruzados, en una encrucijada. Por una parte, los trabajadores ejercen presión sobre soldados y policías y estos controlan a sus mandos. Eso explica que las llamadas golpistas del alcalde de Santa Cruz quedaran sin respuesta.

Por otra parte, saben que la demanda autonomista no es más que un proceso de construcción de un poder estatal, que permita a la oligarquía mantener sus riquezas y privilegios. Lo que explica que desoigan a Evo – supuestamente el jefe de las FFAA-, cuando les ordena establecer el estado de sitio en Santa Cruz.

Esta visto que las fuerzas armadas, no pueden ni deben ser quienes diriman esta lucha de clases. Esta labor compete a los movimientos organizados de los pueblos. Será las mismas bases que protagonizaron las guerras del agua, del gas, el asedio a Potosí, etc… El cerco a Santa Cruz lo montaron veinte mil indígenas…

Estos son los únicos argumentos que pueden hacer claudicar a las élites cruceñas y proteger el desarrollo de la nueva constitución.

Pero el hecho, a mi juicio, más definitorio, es la nueva conciencia de soberanía respecto a EEUU, que esta surgiendo en Sudamérica. El apoyo que Evo Morales ha recibido en UNASUR, hubiera sido impensable hace simplemente un par de lustros.

Las razones de este apoyo, ciertamente pueden parecer heterogéneas.

Lula, aparte de su mal disimulada animosidad contra el Yanqui y su política, no puede permitirse ningún vaivén que entorpezca las concesiones energéticas bolivianas. Supondría un serio «handicap» para el impulso del crecimiento brasileiro.

Bachellet, actual presidenta de Unasur, no podía desaprovechar la oportunidad, para -ateniéndose a su programa-, reforzar sólidos vínculos con las repúblicas de la región. Evidentemente, no se puede obviar, el interés por el gas boliviano. Difícil equilibrio para una presidenta, por otra parte tan proclive a los devaneos con los políticos del primer mundo.

El apoyo de Cristina Fernández Kichner, aparte de la expléndida concesión de gas boliviano del que dispone Argentina, puede ofrecer otras connotaciones. Por supuesto el interés por consolidar una región fuerte, liberándose progresivamente del influjo de EEUU.

Pero en el caso de la señora Fernández, yo añadiría el rebote -profunda inquina- que la presidenta abriga contra las multinacionales y los grandes capos de la soya. Nunca olvidará la encerrona que le montaron hace unos meses y cómo tembló su poltrona presidencial.

El apoyo de Chávez, del paraguayo Fernando Lugo o del ecuatoriano Correa, es más claro. Todos ellos se han decantado por unas constituciones de corte más social -entre otros aspectos- y sobre todo capaces de nacionalizar los recursos naturales.

La solidaridad de Colombia, Perú, Chile y Uruguay -comenta R. Lizondo-, es muy peluda, el abrazo del oso ante el que es preciso no sucumbir…

Es evidente. Ahí andan… Colombia sucursal del pentágono… Perú en la encrucijada pro-indigenista-pro-yanqui… Uruguay… qui lo sa?. A la expectativa y en tierra de nadie, pasando desapercibido a la espera del mejor viento…

De todos modos la decisión de UNASUR de apoyar a Evo, es considerado un hecho de suma importancia, histórico lo consideran algunos comentaristas.

Finalizaré con algunas consideraciones que el presidente de Bolivia desgranó e su discurso ante la ONU:

El liberalismo es el responsable del saqueo de los recursos humanos y de la privatización de los derechos básicos…por eso nuestros hermanos emigran, no para acaparar miles de hectáreas como hicieron los europeos.

Refundar Bolivia significa acabar con el desprecio y odio a los pueblos indígenas.

La ONU debe apostar por el cambio pacífico…Queremos democracias liberadas, no sometidas al imperio…Las competencias hegemonistas, están destruyendo el planeta tierra…

Que sea el milenio de la paz, no el de las guerras, el de los pueblos, no el del imperio.