300 vascos desaparecidos

El 26 de febrero de 2007 el Gobierno Vasco firmó un convenio con las autoridades argentinas por el que se comprometía a destinar la suma de 216.000 euros para colaborar en las tareas de búsqueda de los alrededor de 300 vascos desaparecidos durante el periodo de la dictadura militar (1976-1983). El convenio fue rubricado en Buenos Aires por el Consejero vasco Javier Madrazo y el (entonces) Secretario de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia de Argentina, Eduardo Luis Duhalde (hoy fallecido), y recoge medidas como la creación de un Banco de Datos Genético, la constitución de un Archivo Fotográfico e impulsar la creación de un Centro de Documentación.

Por razones que se ignoran, el proyecto (investigación, difusión, creación del Banco genético, etc…) o no se ha llevado adelante o todavía, siete años después, no han podido concluir ninguna etapa.

A la hora de investigar las alternativas de los 300 desaparecidos vascos en argentina, nos hallamos ante un panorama muy complejo. En primer lugar la información se encuentra muy dispersa y está clasificada de una manera muy extraña, por ejemplo, en algunas fuentes se enumera a desaparecidos de origen “español”, cuando ese origen corresponde a sus ancestros, suponiendo que el origen etimológico del apellido se corresponde con la nacionalidad del desaparecido en cuestión. Semejantes errores son proporcionales a la falta de investigación específica de los desaparecidos. Cuando redactaba el artículo “Andrés Armendáriz Leatxe: Libres o muertos”, me dí cuenta de todos estos obstáculos que, supongo, responden a los efectos de desmemoria producida por las políticas públicas funcionales a las sociedades genocidas. De todas maneras no podemos soslayar la inacción del Gobierno de la Comunidad Foral en materia de reclamo por la desaparición forzosa de sus ciudadanos, quizá esta inacción responda a los motivos mencionados hace instantes o quizá a los gobernantes de Nabarra no le interesa si desaparecen los navarros?

El silencio y el olvido se dan la mano en tiempos de memoria. ¿A quién le importa?