Los condes de Lerin (II)

El III conde de Lerin, Luís IV de Beaumont, al igual que su padre, se pone a disposición del español Fernando el Falsario, quien ilegalmente le otorga el título de condestable de Navarra, algo que ya había hecho al final de sus días a su padre, un título que sólo podía ser otorgado por la monarquía del Estado soberano de Navarra.

Luís IV de Beaumont mantiene el contacto con la facción beaumontesa que permanece dentro de las fronteras navarras, por orden del rey Fernando de España, el cual ya tenía en mente invadir y ocupar el Estado vasco(n) desde el año 1507. La mayoría del partido beaumontés estaba dispuesto a rendir vasallaje al monarca español, lo que facilitaba las intenciones de invasión del Falsario.

El joven conde de Lerin no solo fue un español más en la invasión, sino que el general en jefe del ejército invasor español, el duque de Alba, lo pone al frente de una de las tres columnas invasoras. Las tropas españolas son convocadas en Vitoria, antigua ciudad del reino de Navarra.

Fernando el Falsario desde la ciudad de Burgos, antiguamente limítrofe con el Estado navarro, ordenan al duque de Alba y al conde de Lerin que partan con sus tropas a Iruñea, capital del Reino vasco(n), importándoles muy poco la neutralidad del Estado navarro, ante la guerra inminente entre el reino de Francia y la Santa Liga, de la que formaba parte el monarca español.

El 18 de julio de 1512, Fabrique de Toledo, duque de Alba, ordena emprender la marcha a las tropas españoles. Luís IV de Beaumont emprende la marcha para luchar contra los navarros. Las puertas de Iruñea se abrieron a las tropas invasoras españolas el 25 de julio, el día de Santiago, a petición del Duque de Alba y su fiel lacayo, Luís IV de Beaumont.

Las tropas españolas, capitaneadas por el conde de Lerin, son las encargadas de ir rindiendo las diferentes fortalezas que se resistían a los invasores españoles. Entre ellas se apodera del emblemático castillo de San Esteban de Monjardín, defendido por unos pocos navarros capitaneados por los Vélaz de Medrano. Incluso la villa de Lerin cerró las puertas al invasor españolas, y sólo fueron abiertas ante la presencia amenazante de Luís IV de Beaumont.

La acción militar realizada por el conde de Lerin contra los navarros durante la invasión y ocupación española del Estado de Navarra fue ampliamente recompensada por el rey Fernando de España, quien concede a Luís IV de Beaumont, tras repeler los invasores españoles la primera contrafensiva navarra, a finales del mismo 1512, incontables tierras, castillos, pueblos y villas, intentando saciar con ello el apetito voraz de poder de este desertor de Navarra.

Las cortes de Iruñea, a la que sólo acuden los traidores beaumonteses, estando Luís IV de Beaumont, III conde de Lerin al frente de los mismos, en el año 1513 como rey de Navarra a Fernando el Falsario, facilitándole al monarca español la ilícita acción de incorporación del reino de Navarra a la corona de Castilla, el 23 de marzo del año 1515, en Burgos, de manera unilateral y sin estar presente en dicha farsa algún navarro.

Un año después, con la muerte del Falsario, los navarros vuelven a preparar la reconquista de las tierras ocupadas por los españoles. Incluso la mayoría de los beaumonteses se encontraban descontentos con el invasor español y se muestran dispuestos a alzarse contra ellos. Incluso Luís IV de Beaumont envía a un hermano para entablar conversaciones con los legítimos reyes de Navarra, para preparar la expulsión de las tropas españolas.

Esta nueva actitud del conde de Lerin, provoca que sea detenido por los españoles, los cuales le declaran traidor a España. Su reclusión no duró mucho tiempo, ya que logró huir rápida y extrañamente de los carceleros y se pone a salvo en Aragón, España, enemigo natural de Navarra.

Los Beaumont rápidamente fueron apaciguados, al presentarse en la parte ocupada del Reino vasco(n), el hijo del duque de Nájera. Así la tentativa de liberación realizada por los navarros, fracasaba. Luís IV de Beaumont vuelve a las tierras ocupadas, mientras el cardenal Cisneros ordena la destrucción de las murallas, fortalezas y castillos navarros, a excepción de los que están en poder de los Beaumont, como el castillo de San Esteban de Monjardín, en manos del conde de Lerin, que ostenta el título de grandeza de España desde el año 1520, otorgado por el emperador Carlos I de España.

Las tropas de reconquista navarras, en 1521 vuelven a la carga para expulsar al invasor español. Luís IV de Beaumont, ante la llegada de los navarros a la capital de Cize, llegó a presentarse en lo alto de las montañas, con el objetivo claro de alentar a los asediados españoles en la ciudadela de Donibane Garazi y cerrar los estrechos pasos, pero ante la presencia de más de 2000 infantes navarros, reunidos por Graciano, vizconde de Etxauz, huyó rápidamente de allí.

El 18 de mayo de 1521, la sublevación del pueblo navarro contra el invasor y ocupante español es generalizada. En Iruñea, clásico feudo beaumontés, la población se puso en armas contra la gente de guerra española, sin esperar a la llegada de las tropas de liberación. Los navarros echan a los españoles de la ciudad, saquean la casa del duque de Nájera y sitian la fortaleza española, para posteriormente arrastrar por el lodo la bandera española con el escudo de los austrias.

Ante la ya inminente liberación del Estado vasco(n), el conde de Lerin, Luís IV de Beaumont aparentó querer entrar en negociaciones en nombre de todos los beaumonteses y pidió salvoconductos al general de las tropas libertadoras, Asparrotz, pero éste se los negó al considerar las negociaciones como una táctica para retrasar el avance navarro.

Luís IV de Beaumont, tras la total liberación de Navarra, se refugia en España y se pone al frente de las tropas españolas que vuelven de la guerra de los comuneros en Castilla y que acuden al socorro de la ciudad de Logroño, sitiada por los navarros, que se retiran y son perseguidos por los invasores españoles.

El 29 de junio de año 1521, las tropas españolas parten para enfrentarse al ejército navarro. Para ello cuentan con la inestimable colaboración de otro desertor de la causa navarra, Francés de Beaumont, señor de Arazuri, que al mando de 500 lanzas del Conde de Lerin, guió a los españoles por un camino de la sierra del Perdón, dejando a un lado el camino Real entre Gares e Iruñea, para sorprender a los navarros que se encontraban en Tiebas.

El 30 de junio de 1521, las tropas españolas, entre las que se encontraban las comandadas por Luís IV de Beaumont, mataron a más de 5000 leales luchadores de la libertad, a auténticos patriotas navarros, en las campas de Noain-Ezkirotz. Esta vez el triste honor de rendir Iruñea recae en Francés de Beaumont. Con la entrada de los gobernadores españoles, muchos vecinos de Iruñea intentaron huir, siendo asesinados por las tropas españolas y posteriormente sus bienes repartidos entre los beaumonteses.

200 navarros habían conseguido liberar del invasor español el castillo de Amaiur. Entre ellos se encontraban los hermanos de Francisco de Xabier, Miguel de Xabier y Juan de Azpilkueta. El virrey español de Navarra, Miranda, junto al III conde de Lerin y demás traidores beaumonteses se encontraban a mediados de abril de 1522 en Tutera, esperando provisiones y trapos refuerzo españolas provenientes de Castilla.

Las tropas de refuerzo españolas fortifican Iruñea. En junio de ese mismo año, el conde de Miranda se muestra preocupado por la presencia de 200 navarros en Amaiur y convoca una reunión, donde logra que varios beaumonteses presten al ejército invasor español la suma de cuatro mil ducados. A finales de ese mes, las cartas de aislamiento del virrey español, llegan a manos de Luís IV de Beaumont .

El ejército imperial español, donde se encuentran el III conde de Lerin y su hijo, estaba formado por más de 10.000 hombres. Los invasores españoles ponen cerco a la fortaleza situada en el valle del Baztan, tras alguna escaramuza realizada por los defensores navarros que intentaban impedir la maniobra militar española. Los españoles atacaron el castillo, encontrando una fuerte resistencia desde el interior. Incluso tras caer los muros por el fuego de la artillería española, los navarros continuaron luchando.

Durante el cruento combate, el propio virrey español, el conde de Miranda, mostró su admiración por el valor y la resistencia mostrada por los sitiados, a lo que su más fiel esbirro, el desertor Luís IV de Beaumont, le contestó:

«(…) que no tenía porqué admirarse siendo navarros los defensores»

El año 1530, las tropas invasoras españolas se retiraron de la Navarra ultrapirenaica. Ese mismo año, Luís IV de Beaumont, III conde de Lerin e ilegítimo condestable de Navarra, encontraba la muerte. Este diabólico hombrecillo acentuó las acciones de su padre y luchó durante toda su vida contra los navarros. Llamarle o considerarle navarro sería un insulto a todos los patriotas navarros que encontraron la muerte bajo su acero o las lanzas de los soldados españoles que tenía a su mando.

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