Victimas y manipulación

Desde las instancias inmediatas al poder español se pretende dar una vuelta de tuerca a la legitimidad de los planteamientos soberanistas navarros, mediante la instrumentalización de las víctimas generadas por el conflicto. Responde a la actitud perversa de valorar únicamente como víctimas a las del bando propio, actuación muy generalizada entre Estados y colectivos prepotentes y dispuestos a la agresión. Las víctimas se convierten en la cortina tras la que se busca ocultar las finalidades agresivas de esas entidades, que pretenden suscitar la emoción en el seno de la propia colectividad, para reafirmar a ésta en la justicia de la causa propia.

Una vez más, es necesario proclamar que las víctimas son inherentes al conflicto mismo, especialmente, cuando se abriga el propósito de mantener éste hasta el final. Es cierto que la defensa contra el agresor no justifica desmanes en cualquier parte de lo que el agredido pueda considerar que se encuentra el círculo de intereses del propio agresor, pero, en cualquier caso el agresor es el principal responsable de los daños propios o ajenos que se causen como resultado del conflicto en sí.

A los exterminadores nazis les complacía regodearse en la crueldad que manifestaron en tantas ocasiones sus oponentes de todos los colores. No obstante, el mismo Himmler era capaz de justificar su crueldad en los experimentos salvajes a que sometía a muchos de sus detenidos, como un medio para disminuir el dolor de tantos alemanes que corrían riesgos en los frentes militares. Durante la vida de Franco nos aturdieron con el salvajismo de los republicanos españoles contra tantas personas inocentes, mientras nos ocultaban la brutalidad de los franquistas, ejercida con miras genocidas; brutalidad que no desapareció a lo largo de todo el periodo en que vivió el tirano. Es obligado recordar a los bienpensantes que Himmler asesoró a la policía española, una entidad que no ha experimentado la correspondiente depuración, para que pueda ser aceptada como instrumento adecuado para la defensa de derechos ciudadanos.

En el conflicto que nos afecta, resultado en definitiva de la pertinacia española en impedir la autodeterminación de Navarra, las victimas han sido colocadas en el primer plano de atención de la sociedad española. Los españoles tienen que estar convencidos de la brutalidad que impulsa al soberanismo de los navarros, de la misma manera que Hitler ponía su fijación en la maldad y monstruosidad de los judíos o barbarie soviética para justificar su exterminio. Es claro que a los actuales promotores del dolor de las víctimas mueve un cinismo de raíces similares. Víctimas son las nuestras. Víctima es Gregorio Ordóñez o Tomás Caballero, no lo son Germán Rodríguez, ni Tomás Alba, éste último también concejal de Donostia, pero que todavía no ha sido acreedor del recuerdo de una placa por parte de Odón Elorza. Se ha llegado a considerar victimas hasta asesinos compulsivos como Carrero Blanco y Melitón Manzanas ¡En fin, que el olor a cloaca puede con toda pretensión de disfrazar el status jurídico vigente de democracia!.

Cuando se contempla el actual escenario, en el que únicamente merecen ser considerados como hechos de violencia los desmanes de E.T.A y las gamberradas de la Kale Borroka, no se puede reprimir el deseo de calificar de mendaces a quienes gritan, pidiendo que pongamos atención en el dolor de las víctimas. No puedo evitar recordar a Mikel Zabalza, milagrosamente hallado ahogado en el curso del Bidasoa y me resulta espeluznante pensar en el camino recorrido por Lasa y Zabala entre el barrio viejo de Bayona y la fosa en la que sus huesos calcinados fueron encontrados. Pienso en los días que pasan incomunicados en manos de la policía tantos de nuestros jóvenes a los que se detiene, por simple sospecha.

Estoy dispuesto a rechazar las actuaciones criminales de E.T.A. por razones que sobradamente tengo expresadas en tantos textos, pero les advierto que nunca me verán al lado de quienes exigen condenas unilaterales, cuando se muestran tan decididos a ocultar la realidad del conflicto y que la responsabilidad del mismo les concierne fundamentalmente a ellos mismos.