Ficciones modernas

La necesidad de construir una legitimación pública del poder hegemónico español en Navarra se produce debido a los obstáculos y la resistencia de un pueblo que se niega a ser sometido. La estrategia del estado español y sus colaboradores se sustenta en el uso hegemónico de la violencia y en la invisibilización de los navarros como sujeto histórico.

Un acto trivial, casi una frivolidad, nos permite reflexionar acerca de la falta de escrúpulos de UPN a la hora de cumplir su destino. La puesta en marcha de una propaganda antinavarra y proespañola dirigida a los jóvenes parece un insulto a la inteligencia. Me refiero a los slogans impresos en “los nuevos polos y chapas para tus fiestas” donde se lee: “Perdona que me ría, Navarra no es Euskal Herria”. Sin dudas UPN no define a la historia como una indagación de la realidad. Para UPN la verdad histórica no es lo que sucedió, sino lo que ellos juzgan que sucedió. Esta singular interpretación del pasado nos permite afirmar que París no es la capital de Francia, que Londres no pertenece al Reino Unido y que Montevideo es tan uruguaya como Berlín. Sin proponérselo el responsable de propaganda de UPN ha creado slogans que hubieran generado un complejo de inferioridad a Tristán Tzara y los dadaístas. Más allá del humor, razones menos aparentes hacen posible declaraciones tan absurdas. El concepto que Navarra no es Euskal Herria es una ficción moderna que sólo se sostiene con un ejército de ocupación. La genealogía de UPN responde a esta ficción estatal llamada Comunidad Foral. Quizá este hecho nos permita explicar realidades y miserias políticas. La no identificación de Nabarra como Estado vasco no produce la identificación del pueblo con el Estado. Para UPN el Estado es una inconcebible abstracción, impersonal, por eso para UPN robar dineros públicos no es un delito.