La minimización de la lengua catalana

Me parece muy triste la indiferencia del Principado ante las agresiones que sufre la lengua catalana en el País Valenciano, en las Islas y en la Franja. La Cataluña Norte merece otro capítulo. Ya sé que hay personas y entidades que se preocupan y que promueven actos reivindicativos, por supuesto que sí. ¡Suerte que tenemos! Pero hablo de la Cataluña oficial e institucional y los políticos principatinos. Algunos, ciertamente, se lamentan en privado, pero se echa en falta un pronunciamiento parlamentario que denuncie el lingüicidio que el Partido Popular está llevando a cabo en los territorios mencionados como fruto de una feroz catalanofobia. Es necesario que Europa lo sepa, y si Cataluña no lo denuncia no lo hará nadie.

Y es que si ya es bastante lamentable que nuestro Parlamento abandone al resto de los Países Catalanes a su suerte, aún lo es más que no se dé cuenta de que formamos parte de un mismo cuerpo lingüístico y que las agresiones, sean en la parte del cuerpo que sean, nos hieren igualmente. Bien mirado, sin embargo, esta indolencia concuerda con el estado de postración de la lengua al mismo Principado. Sólo hay que tener en cuenta los juzgados, donde el retroceso es cada vez más espectacular y ya sólo un 12,3% de las sentencias son en catalán, en contraposición al 20,6% del año 2004. Y el problema no es sólo que los jueces provenientes de España, como funcionarios del imperio, no tienen ninguna obligación de saber la lengua de la colonia, sino que la mayoría de abogados que ejercen tampoco tienen el más mínimo interés de emplearla. En el año 2013, únicamente 300 se inscribieron en cursos de catalán y sólo 84 aprobaron, lo bastante ilustrativa si tenemos en cuenta que el total de abogados, sólo en Barcelona, es de 18.000.

En otro ámbito, un estudio reciente del Ayuntamiento de Barcelona informaba del descenso que ha experimentado el uso del catalán en la ciudad, hasta el punto de que los distritos líderes, Gràcia y Sarrià-Sant Gervasi, apenas llegan al 54% y al 51% respectivamente. En cuanto al cine, las películas dobladas al catalán casi han desaparecido de la cartelera y ésta, desde el punto de vista lingüístico, ofrece el mismo panorama que ofrecía cincuenta años atrás con Franco al gobierno.

Por eso no es de extrañar que el catalán sea percibido como una lengua cuyo uso social sólo tiene sentido en los ámbitos doméstico, coloquial, institucional, folclórico o de carácter reducido. La fiscal jefe de Barcelona, Ana Magaldi, lo dejó bien claro hace poco durante su comparecencia ante los medios de comunicación para informar sobre la crisis entre las fiscalías catalana y española. Leyó el comunicado en español, y cuando le pidieron que lo leyera en catalán respondió que ya había saludado en catalán. «Ya he dicho ‘bon día'», fueron sus palabras. Podía haber leído el comunicado en los dos idiomas sin ningún problema, pero no lo hizo por dos razones: la primera, porque sólo lo había redactado en español; y la segunda, porque no le dio la gana. Es decir, que no sólo despreció la lengua propia de Cataluña sino que incluso se permitió burlarse de ella públicamente y ofender a millones de personas tildándola de lengua inútil. La frase «ya he dicho ‘bon día'» deja bien claro el valor que tiene para esta mujer la lengua catalana. Como si estuviera hablando de un perro y dijera: «Ya le he hecho una caricia, no pretenderán que lo siente a mi lado en la conferencia de prensa». La pregunta es: ¿cuánta gente piensa como esta mujer en Cataluña?

RACÓ CATALÀ

http://www.racocatala.cat/opinio/article/35214/minimitzacio-llengua-catalana