¡Qué ardua esperanza ante tan cáustico escepticismo!

En una reciente entrevista, Gregorio Morán afirmó que los padres de la transición eran absolutamente impresentables. No olvidamos el slogan oficial de la «transición modélica». Hoy, la evidencia de aquella “chapuza” democrática, es abrumadora.

Una simple comparación con otros regímenes nazis o fascistas –Alemania, Italia…- como el de Franco, muestra la falsedad del supuesto prototipo español.

Aquel fraudulento tránsito, no pasó de un dramático correveidile. “Nada de rupturismos” con el criminal régimen anterior.

En realidad, el estado español siguió sometido a las mismas mafias dictatoriales previas al 1978. Sus patrones,  los mismos de siempre. Las mismas estirpes del capital, llámense Ratos, Pujoles, Botines, Aguirres…etc

El cuerpo judicial franquista, de la noche a la mañana se travistió en democrático. Los capitostes del Tribunal Supremo, Constitucional, Consejo General del poder judicial, eran pura carne franquista.

Se entiende, porque tales instituciones, además de escandalosamente  conservadoras han sido y son tan  impermeables a un mínimo cambio democrático del sistema.

En definitiva, que nos engatusaron con una democracia de “chichinabo”. Pura farsa. Para lo que previamente, se mercaron una  ley de «punto final»,  que se ventilaba todo el genocidio franquista.

Ahora parece que en la actual coyuntura, los viejos capos del franquismo, están vomitando humo y pérfidos humores. Por eso, han puesto como locomotoras a los grandes medios, que en definitiva son suyos.

Y contra los que – de inexpertos descerebrados nos tratan- ponemos al retortero al estado de derecho, y a la propia constitución. Siempre dueños del feudo, bullen en sus trama. Algo habrá que hacer –amenazan-…  ¿Quizás otro treinta y seis?

Zapeando, caí en uno de esos chiringuitos mediáticos navarros… No menos cutres que los de la corte, pero incluso más frívolos en la mísera sustancia de sus programas, tan anodinos o joteros –revienta jotas les llama un camarada de pro-.

Y palpé, como aquí, en “provincias”, los mismos de siempre, -tan habituales en esos medios  de share incorpóreo- siguen regurgitando su tan ancestral como monocorde copla política. “Ya…ya entenderán estos “citadans” –dictaminaba una reputada madre de la patria hispana, consagrada sociata, incombustible ella-, que Navarra es única. Que tiene sus fueros y todo eso…”

Y como de costumbre, el mejunje de la tertuliada no añadía ni un ápice al viejo guión. Tan manido y romo. El de la década de la llamada “razón de estado”. El de la aburridísima coyunda entre UPN y el PSOE, defendiendo al unísono el status de uniprovincialidad dentro del reino español.

Y un servidor se reía por no llorar. Si la susodicha dama mediática, supiera la virtualidad de tales fueros, con todo lo sociata que es… Si aceptara que para muchos navarros, fuero significa, constitución e instituciones plenamente soberana… Que sin las agresiones históricas de España contra el pueblo Navarro –no vamos a enumerarlas, que ahí están, al alcance de cualquiera-, hoy seríamos plenamente soberanos… ¡Ay con estos sociatas federalistas!

En fin, sopórteseme la anécdota, que íbamos de nuevos tiempos… de nuevas coyunturas… Y que algo debe estar pasando en el útero siempre inhumano de la oligarquía.

Es lo que se comenta cuando ante esta demolición controlada del PP –Bárcenas, La púnica, Rato…etc-  y vete a saber si del PSOE… la potente máquina del IBEX, minuto viene, minuto va, nos saca al citadan -dizque una franquicia de la derechona, ahí en la recámara- hasta en la purrusalda…

Porque dicen, que quizás viendo la debacle pepera, se esté cocinando la nueva sustancia de un nuevo bloque conservador… Y que al tiempo de cantar las excelsitudes del Rivera ese, se aproveche el mínimo espacio para “enmerdar” los platós con cualquier injuria, procedente o no, contra la chusma de podemos. Que el Pablo Iglesias, ya está amortizado encauzando a los indignados.

Dicen.  Que uno no va ni de politólogo ni de profeta.

Pero si que intuyo nuevos tiempos. Lo que sería la exigencia de una   verdadera transición -ya que lo otra fue pura traición-. Que no fuera otro circo donde se cambiara lo imprescindible para que nada cambiara… ¡Ay, no dudamos de nuestra cofradía de la jota y caldero, como para fiarnos de los forasteros de allende el Ebro!

En fin, vamos a pensar que tal coyuntura no es una mera intuición y que es inevitable. ¿Nos atreveríamos a restaurar esa democracia donde las grandes empresas obedezcan y se plieguen a la voluntad ciudadana?

¿Reinventaríamos sociedad como dice Chomsky, donde gobierno signifique pueblo? Una sociedad democrática, donde el Gobierno no sea ese ineludible Leviatán que toma todas las decisiones…

Ne3cesitamos urgentemente, otro mundo donde  el ciudadano decida y participe, ya que la estupidez institucional es sorda y ciega.  Y no lo es por naturaleza, sino por infecto interés, el del capital. Ese que intenta depurar el planeta de los seres menesterosos considerados como subhumanos.

Luchamos para que vida sea una prioridad y no una vulgar transacción financiera como ahora. Un espacio fratricida  para el libertinaje de los mercados y para que el neoliberalismo ataque impunemente el estado del bienestar.

He ahí la razón de este vigente escepticismo ambiental, tan cáustico.

Estamos anhelando pues, una nueva oportunidad. ¿Permitiremos que nos traicionen de nuevo los políticos, plegándose a instancias cuarteleras, al tejemaneje de las sacristías o al despotismo de las oligarquías?

A nosotros los vascos –como a otros pueblos- en aquella malhadada “transición-traición”, España nos despreció o nos amenazó con el artículo 8 de su constitución. Sabemos las terribles consecuencias de aquel indecente apaño entre los franquistas y algunos vividores que prefiero no calificar… Ahí queda  para Euskalherría ese medio siglo de sangre, lágrimas, torturas, oprobio…  Algo que todavía permanece en carne viva…

Para no volver a las andadas… Si es cierto que la soberanía reside en el pueblo y que un pueblo –como Euskalherría- se identifica por su  capacidad y derecho a  definirse como tal. Y si es cierto que el concepto de pueblo surge de la propia conciencia de su realidad.  Y si es injusto, inmoral e inhumano amenazar su libre decisión bajo consideraciones constitucionales… etc…etc… ¿Podemos los vascos desaprovechar una vez más esta coyuntura?

No hace mucho, se esperanzaba –ardua esperanza- un político navarro. Estamos a tiempo –decía- de soñar con  un mañana más justo. Necesitamos  visión de país.  Empatía y compromiso para un cambio político que nos permita salir de tantos años de sufrimiento, «sin exclusiones y asumiendo riesgos».  Proponemos que todas las opciones tengan las mismas oportunidades y buscando la unidad en causas fundamentales como la memoria histórica, el derecho a decidir y la negociación como herramienta para solventar las diferencias.

¿Es mucho soñar, demasiado esperar? Nunca para los que nos sentimos hijos de Vasconia.