Jordi Guillot, de ICV, un político.es

Hace unos días, el senador de ICV Jordi Guillot publicaba un artículo en su blog en el que acusaba a TV3 de estar «entregada» al proceso catalán. Reproduciré aquí sus palabras, si bien traducidas, ya que el texto está en español (!): «Si hay una televisión pública entregada al proceso, esta es TV3. No me imagino a los periodistas de TVE rechazar los bloques electorales y exigir una información electoral con criterios profesionales. Lo primero que deberían preguntarse los periodistas de TV3 es si la línea informativa de esta televisión es garantía de pluralismo, rigor e independencia para exigir a los partidos políticos no protegerse con bloques electorales».

La mala marejada interna que está sufriendo ICV ante la deriva españolista de su cúpula y la certeza de que el batacazo electoral del 27-S será espectacular conllevan las mismas reacciones que las de los equipos de fútbol perdedores que justifican la derrota culpabilizando sus «factores externos». Ya se sabe, la falta de argumentos no deja otra salida que la mentira, la descalificación y el juicio de intenciones. Y si el perdedor es un demagogo, revuelve que resulta fuerte.

Vamos por partes. Es mentira que TV3 esté entregada al proceso . Basta con coger la programación para ver que la acusación del señor Guillot es una falacia. Evidentemente TV3 habla del proceso, claro que sí. ¡Sólo faltaría! De ello hablan los telediarios, en su caso, y hablan los programas de debate, tales como «CAT», de acuerdo con la actualidad. Pero es tendencioso aducir que la emisora y todos sus trabajadores están «entregados». De hecho, a diferencia de lo que hacen las emisoras españolas ante el mismo tema -donde es un milagro ver independentistas-, TV3 no se corta en invitar a personas que son tan alérgicas a la libertad de Cataluña como lo es el señor Guillot, o de promocionar rostros electorales que todavía no han pasado por las urnas. Seguramente el señor Guillot no debe haber leído el libro «TV3 a traición. ¿Televisión de Cataluña o de España?», en el que explico con detalle minucioso la proyección que la emisora dedicó al embrión de Ciudadanos los días en que sólo era un grupo de quince personas meramente anecdóticas -¡quince!- y que las sobredimensionó favoreciendo su entrada en el Parlamento.

Otra cosa es que a un político hispanocéntrico como el señor Guillot le provoquen urticaria los espacios en los que la televisión nacional de Cataluña, de acuerdo con su nombre, logra superar su tradicional dependencia emocional de España -todavía muy patente en las telenotícias- y mostrar un marco mental verdaderamente catalanocèntrico. De todos modos, dado que el señor Guillot, auxiliar técnico sanitario, osa dar lecciones de periodismo a los periodistas, le responderé como periodista. Son los periodistas y sólo los periodistas quienes tienen derecho a decidir qué declaraciones son noticia y cuáles no lo son, de acuerdo con su profesionalidad. Las cuotas, en este caso, son antidemocráticas, porque, además de presuponer la tendenciosidad del profesional y convertirlo en un mero instrumento al servicio de los partidos, violan el derecho del redactor a valorar profesionalmente la dimensión de la noticia. Y eso es inadmisible. Ninguna junta electoral ni ningún partido político tienen derecho a regular el criterio profesional de un periodista. Hay que decir que, a pesar del señor Guillot, lo que sería escandaloso es que el proceso más importante y multitudinario de un pueblo, como es la recuperación de su libertad, no se viera reflejado de manera equivalente en su televisión nacional.

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