Gasteiz-Vitoria y el euskera (y II)

Un texto del siglo XVI del viajero Andrés Navagiero habla de la vitalidad del idioma euskaro en ese siglo: “En Vitoria se habla castellano, pero entienden el vascuence (euskera), y en los demás pueblos se habla bizkaíno (euskera)” (“Parlano in Vittoria Castigliano, ma intendeno ancho Basuenze, delle ville il più parla Biscaino”).

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Es decir, los vitorianos eran bilingües y la Llanada Alaba cuasi monolingüe, lo cual queda mejor expuesto en otros textos de la época, como el de otro visitante italiano, Giovanni Battista Venturino en 1572: “En Vitoria el pueblo llano habla bizkaíno o euskara (vascongado), el cual es muy difícil de aprender, pero la nobleza habla muy bien el castellano”, por tanto, la nobleza también sabía euskara.

(“E Vittoria (…) le persone plebee in essa parlano Biscaino ò Bascongado, como dicono, che é difficiliss(im) a lingua d`apprendere, se bene li nobili parlano chiaramente Castigliano).

Se llamó “Vizcaya” en Castilla a toda la Nabarra Occidental conquistada en 1200, incluidas Gipuzkoa y Alaba, y bizkaínos a todos los euskaldunes en general durante muchos siglos.

En 1576 se reúnen en Vitoria todos los cargos públicos alabeses para que la ciudad sea nombrada sede de obispado “porque esta provincia, toda ella, está en comarca junta y la mayor parte de lengua bascongada, en donde hay mayor necesidad para que su pastor sea presente”, según recoge en su libro “Euskal Jendea” Juan Carlos Etxegoien, Xamar.

Es más, muestra de la fuerza que tenía el comercio y la lengua baskona en Gasteiz-Vitoria, es que influyó sobre el euskera de otros territorios limítrofes. Tal y como ya se dio cuenta el escritor Agustín Kardaberaz (Hernani 1703-1770), dentro del bizkaino existen palabras o giros diferentes en zonas comercialmente muy relacionadas. El lingüista eibartarra Koldo Zuazo en su libro “Euskalkiak, herriaren lekukoak” (2003) es de la misma opinión y profundiza en la cuestión: “vista la silueta del euskara occidental, su núcleo ha de situarse necesariamente en Gasteiz. Si estuviera en Bizkaia, sería improbable que las innovaciones hubieran llegado al oeste de (alta) Navarra. La presencia de rasgos occidentales en el Goierri también se explica mejor partiendo de Gasteiz, pues no ha de olvidarse que ha existido una importante vía de comunicación que unía Araba con la costa a través del túnel de San Adrián”.

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Se podría pensar que las pequeñas diferencias entre el euskalki de Bizkaia y el de Alaba, observables por ejemplo en el libro en euskera de J. Pérez de Lazarraga, Señor de la Torre de Larrea (escrito entre 1564 y 1567), puedan tener un origen político (territorios diferenciados tras la ocupación militar de la Nabarra Occidental), pero no hay corte alguno entre sus subeuskalkis bizkainos u occidentales, sino más bien un continuo, por lo que la simple distancia y la falta de centralidad política que unificase el idioma (como ocurrió durante el reino nabarro según Koldo Mitxelena), explicarían mejor esas diferencias y las relaciones económicas los subeuskalkis dentro de ellos.

Tampoco se puede olvidar que el Este de la actual Alaba no pertenecería al condado alabés dentro del reino nabarro, donde fue integrado a la fuerza tras su ocupación militar por Castilla en el siglo XV (Tierras de Bernedo y valle de Arana), y que su relación económica-cultural era más estrecha con la zona del oeste de Alta Navarra colindante (Buruza, Ameskoa y Lana), donde aparece un subeuskalki común con influencia alabesa que menciona Koldo Zuazo.

El euskera estaba todavía muy vivo a finales del siglo XVIII en la capital alabesa y su situación no parece que varió durante esos dos siglos, pues en un documento existente en el obispado de Vitoria-Gasteiz en 1774 se recoge que “son todos vascongados cerrados…exceptuándose algunos… Caballeros … que aunque bascongados suelen hablar el castellano”.

Entre los 1810-12 el funcionario francés Eugene Coquebert de Montbret realizó un estudio gracias a numerosos colaboradores sobre los idiomas de todo el imperio francés. Gasteiz aparece en este estudio en la zona euskaldun. El euskera llegó más vivo de lo que se cree a finales del siglo XIX.

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En 1869, el famoso explorador galés Henry Stanley, después de buscar a Livingstone “supongo”, fue corresponsal de The New York Herald. En uno de sus viajes llegó a Vitoria-Gasteiz y relató: “Nada más apearme en la estación de Vitoria me vi asaltado por una multitud de lugareños con boinas azules y rojas que, en puro vasco, anunciaban los nombres de los hoteles que representaban”.

Es decir, incluso la gente que trabajaba con los turistas, apenas conocía otro idioma que no fuera el nativo. Después vino la Segunda Guerra Carlista que finalizó en 1876, y la abolición foral que dejó al euskera sin instituciones propias, aquellas que heredamos de nuestro reino baskón.

Es decir, el Régimen Foral o la gran independencia administrativa de Castilla pese a la conquista, permitió la supervivencia del euskera en Alaba, así como en Gipuzkoa, Bizkaia y Alta Navarra. La pérdida foral, pese a la denodada resistencia armada del Pueblo frente a las tropas centralistas-cristinas españolas, es la que abrió la entrada del castellano mediante la imposición administrativa, política, escolar y religiosa del idioma del imperio de forma efectiva y la represión junto con el menosprecio del idioma nativo, proceso similar al que se dio en la colonias americanas y con el resto de idiomas peninsulares donde gobernaba Castilla primero y Las Españas después.

Algunos nombres de Gasteiz-Vitoria fueron deformados o traducidos del euskera al castellano o español: como de Barrenkale a Barrancal o de Oihaneder jauregia a (palacio) Montehermoso.

Los regímenes totalitarios del siglo XX que gobernaron España, llegaron directamente a prohibir el euskera. Lingüicidio que no es sólo parte del pasado.