El Proceso ya es imparable

Tarde o temprano llegará el momento de hacer constar en los libros de historia la fecha o el hecho que marca el comienzo de lo que ahora llamamos proceso catalán. No será fácil, ya que hay muchas fechas y muchos hechos relevantes y para todos los gustos. Yo, sin embargo, lo situaría el 13 de septiembre de 2009 con la consulta por la independencia de Arenys de Munt. Sólo fue un referéndum local en una pequeña población de 8.000 habitantes, sólo eso, pero significó un paso que antes nadie había osado da en Cataluña.

Ya sé que nuestro proceso de liberación nacional comienza mucho antes, por la sencilla razón de que, por suerte, siempre ha habido catalanes consecuentes que no han claudicado y que no han admitido para la nación catalana ningún otro Estado que no fuera el de una nación libre e independiente. Pero hay que reconocer que aquellos catalanes eran pocos comparados con los que tenían miedo de reivindicar sus derechos hasta tal punto. Por eso la travesía se nos ha hecho tan larga, de tres siglos por lo menos. Y es que en los procesos colectivos interviene tantísima gente que es muy difícil que sean rápidos y dinámicos. Más bien son lentos y pesados. Hay que esperar y esperar y esperar a que la suma de miles y miles y miles de individualidades llegue a crear una conciencia colectiva que haga decir ‘basta’. La cautividad, cuanto más se dilata en el tiempo más se fortalece, porque debilita las defensas cognitivas del cautivo, le quita la autoestima, lo vuelve inseguro y le hace apocado y sumiso. Y estas son cosas que, como se puede imaginar, dificultan bastante el mantenimiento de actitudes de firmeza dispuestas a plantar cara y a no tambalearse ante las amenazas del secuestrador. Nosotros, sin embargo, lo hemos conseguido. Nos ha costado muchísimo, pero hemos conseguido cambiar esta realidad adversa y situar a nuestro pueblo en el umbral de la libertad. Nos faltará un trozo, por supuesto, porque a pesar de lo que dicen algunas personas, los Países Catalanes existen. ¡Claro que existen! Pero cada uno de los países debe hacer su proceso de manera natural y hay que respetarlo. Con todo, os puedo asegurar que el influjo de una Cataluña Estado, a diferencia del de una Cataluña Autonómica, acelerará de manera vertiginosa el proceso de tierras queridas como las Islas o el Pais Valenciano y tendrá una ascendencia determinante en la Franja y en la Cataluña del Norte.

Por ahora, por tanto, somos nosotros, el Principado, quienes lideramos este proceso de liberación y los que hemos conseguido quitarnos de encima toda esa carga negativa de inseguridades, de miedos y de resignación cristiana que nos hacía conformistas ante lo que considerábamos una fatalidad inapelable del destino. No hay destino, no hay predeterminismo; el destino lo forjamos cada uno de nosotros con nuestras acciones. No es verdad que los catalanes hemos venido a este mundo para obedecer los dictados del Estado español, no es verdad que los catalanes hemos venido a este mundo a subordinarnos a la voluntad y los caprichos de alguien que se nos declara superior. Los catalanes estamos aquí para ser consecuentes con nuestras convicciones y forjarnos nuestro propio destino. No necesitamos que el Estado español, este Estado petulante, soberbio y con ínfulas de redentor, venga a salvarnos del pecado de querer ser libres. Ya hemos celebrado las elecciones plebiscitarias, ya hemos votado, ya ha ganado el voto de la libertad y todo el mundo lo ha visto. Ahora simplemente tenemos que estar a la altura del resultado y actuar en consecuencia para demostrar el respeto que sentimos por nosotros mismos.

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