El relato federalista

En su columna del 7 de noviembre pasado, en Cugat.cat, la señora Victoria Camps cuestionaba la independencia de Cataluña por medio de varias preguntas que pretendían situar esta opción como una empresa quimérica o, en el mejor de los casos, totalmente alocada y casi digna de gente poco sensata. El juicio, como todo el mundo sabe, siempre ha estado del lado del amo. El cautivo sólo es sensato cuando dice ‘sí, amo’. Si se plantea que la libertad también se hizo para él, entonces se convierte en un inconsciente, un fanático que no sabe dónde va y que debe dar explicaciones por una actitud tan altiva e irracional.

La señora Camps preguntaba si Cataluña será un Estado como Portugal o un Estado libre asociado, como quería Juan José Ibarretxe para el País Vasco. También preguntaba qué nacionalidad tendríamos y, entre otras cosas, calificaba de ‘entelequia’ a los Países Catalanes. Son muchas cuestiones y el espacio es corto, pero intentaré responderlas. Digamos, en primer lugar, que el proceso catalán por la independencia y el Plan Ibarrretxe no tienen nada que ver. Nada de nada. Salvo el hecho, eso sí, de que el Partido Socialista, partido del que la señora Camps es asesora, lo rechazó con el mismo desprecio que ahora rechaza la independencia catalana. Obviaré los insultos y las descalificaciones que el señor Ibarretxe recibió por parte de miembros del Partido Socialista y del Partido Popular en aquella época por más que su propuesta, como él mismo reiteraba, no era independentista.

El proceso catalán sí es independentista y repite día tras día que el objetivo es ser un Estado tan independiente como puedan serlo Portugal, Suiza, Dinamarca u Holanda con una nacionalidad propia como todos los demás. Yo, por ejemplo, señora Camps, no soy español, y sin embargo hay un Estado que me impone esta nacionalidad, tanto para vivir en mi país, que es Cataluña, como para ir por el mundo, y esto, como comprenderá, no lo puedo consentir. En cuanto a los Países Catalanes, le puedo asegurar que existen. Los he ‘pateado’ mucho de arriba abajo y los conozco. Y la prueba más fehaciente de su existencia la encontramos en la propia Constitución española, que tiene un artículo pensado expresamente para descuartizar los Países Catalanes cortándoles cualquier vínculo político. Me refiero al artículo 145, que prohíbe su federación. Por lo tanto, si quiere que el relato federalista tenga una brizna de credibilidad, lo primero que debería comunicar a su partido es que predique con el ejemplo. Curioso federalismo ese que prohíbe federarse, ¿no lo parece?

Finalmente, dado que veo que, como quien no quiere la cosa, asocia independentismo con ‘temeridad’ e ‘irracionalidad’ y que, de acuerdo con el síndrome del cautivo, pregunta ‘qué uso haremos de la libertad’, permítame responderle que haremos lo que queramos, como hace todo el mundo. Y a veces ganará la izquierda, otras el centro y otras la derecha, como en todas partes. Pero siempre democráticamente. En esto último, me aceptará que superar al Estado español es un juego de niños. La libertad, digámoslo claro, no se justifica. La libertad de las personas y de los pueblos con conciencia de serlo es un derecho inalienable. Mal asunto que alguien ose exigirte que cuentes por qué quieres ser libre. Si lo exige el dueño es que te quiere cautivo, y si te lo exige un cautivo es que es tu tío y se llama Tom.

CUGAT,CAT

http://www.cugat.cat/diari/opinio/114028/el-relat-federalista