El modelo democrático pirenaico

“Hay un abismo entre el pueblo libre haciendo sus propias leyes y un pueblo libre eligiendo sus representantes para que estos les hagan sus leyes” (El Contrato Social, Rousseau).

Nos han convencido de que la democracia existe cuando hay una variedad de partidos entre los que poder elegir, aunque en la definición de democracia no aparezca tal cosa sino que democracia es cuando la soberanía o última palabra la tiene el Pueblo. Es más, si nos atenemos a nuestra historia, los partidos son más bien el fin de nuestra democracia.

El jurista, politólogo y político francés Maurice Duverger (1917) habla de que primero nacieron los “Partidos de creación interna”, los cuales no serían más que corrientes o facciones dentro de los parlamentos con visiones opuestas como los Tories (conservadores) y los Whigs (liberales) ingleses o los Girondinos y los Jacobinos franceses. Estos “partidos” o “bandos” podemos verlos incluso en las antiguas Roma y Grecia. Entre nosotros también existieron, en la Nabarra Occidental fueron llamados ganboínos y oñacinos y en la Nabarra reducida beaumonteses y agramonteses, cuyos orígenes son similares pues son fruto de la presión imperialista castellana contra el reino baskón de Nabarra.

Pero, lo que hoy conocemos como partidos de masas o “Partidos de creación externa” según la terminología de Maurice Duverger, surgen a fines del siglo XIX en Estados Unidos e Inglaterra. En España, los partidos aparecen a imitación del modelo francés a finales del siglo XIX, previa eliminación de las instituciones de la corona de Aragón-Catalunya (s. XVIII) y de la corona de Nabarra (s. XIX), de sus Constituciones o Fueros; reinos mucho más democráticos que Castilla pues ambos se basaban en el derecho pirenaico al tener ambos el mismo origen baskón (http://lehoinabarra.blogspot.com.es/2014/08/origenes-de-aragon-la-cruz-de-eneko.html).

Por tanto, la llegada de los partidos políticos a tierras nabarras, fue consecuencia de la total derrota de pueblo y la eliminación de sus instituciones propias, las cuales aún se conservaban pese a la invasión de nuestro Estado. Entonces, ¿existe o ha existido otro modelo más democrático que el actual? Por suerte, tenemos las impresiones neutrales de las gentes que nos visitaron y conocieron nuestro modelo propio.

John Adams fue el primer vicepresidente de EE.UU. de América bajo las órdenes de George Washington (1789-1797), y después su segundo Presidente (1797-1801), su extenso libro “Defense of Constitutions of Governement of the USA” fue publicado en Londres en 1787. En este libro, Adams dedicó todo un capítulo a la “República Democrática Foral de Bizkaia”. Partió Adams Rumbo Francia en busca de armas para luchar por la para la independencia de su país, pero una vía de agua le hizo desembarcar en Galicia y seguir la ruta a pie. Así llegó a Bizkaia bajando por el puerto de Orduña a Bilbao, donde encontró un nuevo vendedor, por lo que hizo una breve estancia en la capital bizkaína. Sin duda, es impagable su descripción del país y de cómo se gobernaba Bizkaia:

“Es una república; y uno de los privilegios en el que han insistido más, es en no tener un rey: otra era, que cualquier nuevo señor (lord), en su senda, debería venir al país en persona, y poniéndose con una pierna de rodillas, y prometer bajo un roble (el árbol de Gernika) preservar los privilegios del reinado.

(…) (Sobre Bilbao) Muchos escritores atribuyen su floreciente comercio a su situación; pero, como ésta no es mejor que la de Ferrol o Corunna, su ventaja es probablemente gracias a su libertad. Cabalgando por este pequeño territorio, se diría que está en Connecticut; en vez de miserables chozas, creados con barro, y cubiertos con paja (se refiere a lo que describe en su ruta por parajes de Castilla-León), se ve el país lleno de casas grandes y amplias y graneros de granjeros, y el terreno bien cultivado; y rico, feliz terreno. Los caminos, tan peligrosos e infranqueables en el resto de las partes de España, están muy bien aquí donde se ha hecho una labor muy extensa.

…Aunque llamen al gobierno democracia, no podemos encontrar aquí toda la autoridad centralizada; hay, al contrario, tantos gobiernos distintos como hay ciudades y merindades. El gobierno general tiene dos órdenes al menos; el señor o gobernador, y un parlamento bienal (…). Estas autoridades, es verdad,  son elegidas por los ciudadanos, pero ellos deben ser elegidos por Ley también como diputados de un parlamento bienal o junta General (…)”.

Jon Oria Oses (Lizarra-Estella 1931), doctor en historia por Nottingham, Cambridge y Londres, en su libro “Navarra es una colonia española y francesa”, lo sabe muy bien: “Los ingleses, afincados por siglos en la Gascuña e imitadores de nuestro sistema legal y representativo, llamarían a Navarra la cuna del sistema justo, legal y representativo y comienzo de la democracia constitucional en Europa (…). Navarra es considerada por los anglosajones como la cuna del parlamentarismo y de la democracia moderna”.

Jose Antonio González Salazar, etnógrafo alabés nacido en Vitoria (1940) y gran conocedor de nuestra historia y del modelo foral pues participó en los Concejos en la Llanada alabesa, la montaña y el valle de Zuia donde vivió muchos años, lo tenía muy claro en una entrevista a Halabedi irratia en el programa “Hordago Nabarra”: “En una partidocracia, el Pueblo es el gran ausente. La democracia tiene que partir de abajo no de las nubes… vienen los partidos y de los malos eliges el menos malo. (La democracia) no nos la va a dar nadie, en el siglo XXI pertenecemos a un imperio”. González Salazar, en la misma entrevista, explica el modelo foral de representación popular, el cual es infinitamente más democrático, pues era un modelo de abajo arriba, desde la casa, al Concejo, a la Junta y al Parlamento, siendo todo el Pueblo elegible en la base y por insaculación o suertes, modelo que en su esencia funcionó durante 1.000 años.

El padre de la democracia moderna, el ginebrino Jean Jacques Rousseau, en su libro “El contrato social” escribió: “Vemos en el pueblo más dichoso del mundo que los aldeanos en cuadrillas arreglan los negocios del Estado a la sombra de una encina y que siempre obra con juicio”. La democracia para nuestro Pueblo, pasa por el paso previo de recuperar nuestra libertad o independencia, sin Estado propio no hay democracia, sólo imperialismo, pero el Estado no es la democracia. Es más, los partidos en su modelo actual, son la muerte de la democracia.

Nuestro modelo político es el que va de abajo arriba, con listas abiertas de candidatos en los barrios y municipios, con representantes de esos municipios en las comarcas y provincias y con un Gobierno General elegido por el Pueblo y no en la Junta de Gobierno de un partido. Hans Kelsen (Praga 1881-California 1973), jurista, político y filósofo del derecho dijo: “Solo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible sin partidos”.