EITB y el duque de Alba

Se ha oído de todo. Expresiones para todos los gustos, unas impulsadas por la exasperación, otras cargadas de escándalo, las hay que rezuman odio –hay tantas políticas que suscitan odios-, vergüenza ajena, cordura, etc.

Recurrir a la ley, es algo tan cínico como paradigma de estupidez para quienes han ostentado el poder hasta nuestros días. Justamente esos posfranquistas especialistas en poner y quitar leyes a su antojo y según su conveniencia. ¿Dónde han estado durante tantos años, para haberse descuidado en el cumplimiento de la ley que posibilitaba a los contribuyentes navarros euskaldunes, acceder a la televisión vasca?

¿Cómo pueden enarbolar el planteamiento de la ley quienes se pasaban por el arco del triunfo las sentencias a favor de los derechos de Euskalherria irratia?

¿Quiénes  creen ser –  se disparaba la peña airada- estos fachas filofranquistas para imponer a los demás su forma de vivir y de pensar? ¡Vaya jarca de inquisidores! Con ellos se entiende mejor aquel sustrato que posibilitó tanto una guerra civil, como la existencia de monstruos como aquel Mola que decía “hay que matar a todo el que no piense como nosotros”. ¡Que no, que no es una exageración, que de aquellos polvos se generan los consabidos lodos!

Que entren cadenas aragonesas, riojanas, y por supuesto todo el desmadre intoxicador carpetovetónico no importa, ¡Ah, pero la vasca, eso ya es otra cosa. ¡Señor!, con lo sencillo que resulta pulsar el mando para ver lo que  pase por el santo berenjenal de cada quien…!

¿Dónde esta ese derecho humano “irrenunciable” que defiende como algo sagrado la libertad de prensa? Claro, que para cierta derechona navarra, esa cosa de los derechos humanos, solo sirve para el rollo ese de las grandes declaraciones.

Pues bien, estas cosas y muchas más, han surgido estos días de esa especie de frustración de muchos navarros.

Pues con todo eso, para un servidor, lo más bochornoso, con serlo y mucho, no son las precedentes quejas.

Lo mas bochornoso y humillante, es el ataque frontal a la soberanía del pueblo vasco.

Se trata de ese retorno constante del espíritu del Duque de Alba. Ese acecho constante a cualquier iniciativa soberna.

Una vez será el ministerio de industria, amenazando con clausurar un medio. Otras veces el propio gobierno chapando periódicos. Otra vez será el “visorrey”, o delegado de turno prohibiendo una manifa, una exposición o lo que le venga en gana “oída la corte”…

Un servidor no acepta, que alguien ajeno a los intereses de la ciudadanía navarra, fundado en no se que bodrio de ley, prive al ciudadano de sus derechos. ¡Qué ley puede ser esa que menosprecia la voluntad de la ciudadanía! ¿Porqué nuestros dirigentes no se ciñen al “se obedece pero no se cumple”

Un servidor se indigna, porque sean otros navarros -los beamonteses de turno-, quienes un día tras otro recurren nuestras leyes soberanas ante la prepotencia de  España. Una España que actualmente más se parece a un patio de monipodio, y que históricamente, se ha manifestado como un auténtico veneno contra nuestra cultura y soberanía. ¡Que amor a Navarra!

Visto lo visto, lo diré alto y claro. Da la impresión de que somos fundamentalmente los navarros vascos, los realmente  comprometidos en la consolidación de una soberanía plena. Los otros navarros, los que tienen las orejas  acomodadas en los despachos de Madrid, esos… Pues eso. Ya sabemos en que consiste lo de la navarra foral y española. Mucha España y poco fuero.