La obsesión española por borrar naciones

Desde el 5 de mayo, la televisión vasca ya no se puede ver en Navarra. Euskal Telebista, acatando el mandato del Ministerio de Industria español, que le ordena la suspensión de sus emisiones en ese territorio, ha decidido obedecer y poner fin a más de veinte años de compartición del espacio radioeléctrico. Esto ocurre, además, después de que la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones haya abierto expedientes sancionadores y procedido al precintado de los equipos y de las instalaciones, lo que afecta a los repetidores, digitales o analógicos, gestionados por los municipios que difundían la señal. Parece una barbaridad, ¿verdad? Pues sí, es una barbaridad. Pero de un Estado como el español, que criminaliza los referendos, que criminaliza las urnas, que criminaliza a los dirigentes políticos que las ponen y que criminaliza incluso la federación de Comunidades Autónomas, se puede esperar esto y mucho más.

Todo ello tiene su origen en una denuncia hecha por el anterior gobierno navarro de UPN, de la que el gobierno actual de Uxue Barkos no sabía nada. Barkos, que antes de iniciar su carrera política, había sido corresponsal de Euskal Telebista en Navarra, ya ha retirado la denuncia, pero el ministerio, con la misma ideología que UPN, sigue adelante. UPN recordémoslo, es un partido ultranacionalista español que ya hace años que, por paradójico que parezca, quiere reformar la Constitución española. sí, sí, la quiere reformar. Pero sólo para hacer desaparecer la Disposición Transitoria Cuarta, que es la que permite la incorporación de Navarra «al régimen autonómico vasco». Es decir, la unificación de Euskadi y Navarra como territorios de Euskal Herria. Este punto, esta ventana abierta al fortalecimiento de la nación vasca, tiene aterrorizada a UPN, que trata de evitarlo. Así lo expresó Miguel Sanz, su presidente, en 2004: «No es lógico que la comunidad más histórica de España esté sometida de forma permanente a una espada de Damocles, en el que la ciudadanía se vuelva loca y se consiga una mayoría absoluta en el Parlamento que permita configurar otra realidad política con Euskadi. No lo podemos consentir.

«Borrar la nación vasca, borrar la nación catalana, borrar la nación gallega, borrar, borrar, borrar… Toda la historia española se concentra en esta misma obsesión. su paso por América no tenía otra finalidad: borrar, imponer y expoliar. Borrar naciones, imponer costumbres, cultura y lengua y expoliar sus riquezas para llevarlas a Castilla. Ha transcurrido más de medio milenio y todavía se jactan de ello cada 12 de octubre con una ‘Fiesta Nacional’ que habla de una ‘Raza’, que llaman ‘Hispanidad’ y que celebran con desfiles militares, tanques, cañones y aviones de guerra. El artículo 145 de la Constitución española también es fruto de esta enfermiza obsesión. es el artículo pensado expresamente para impedir la federación del Principado, del País Valenciano y de las Islas. No sea que, confirmando el temor de UPN, la ciudadanía de estos países se volviera loca y lograra una mayoría absoluta en sus parlamentos que lo permitiera. En otras palabras: si no puedes borrar, intenta descuartizar. Es un poco molesto, porque la víctima se mueve, grita y no se deja, pero hay que perseverar porque un pueblo descuartizado es un pueblo menguado. Y mira por donde, sin embargo, resulta que no lo logran. Estamos en el siglo XXI y aún continúan obsesionados con el descuartizamiento de los Países Catalanes y de Euskal Herria. Estamos en la época en que se han abatido las fronteras de las telecomunicaciones, y ellos, sin el más mínimo sentido del ridículo, todavía pretenden impedir que una parte del pueblo vasco pueda ver la televisión de otra parte del pueblo vasco (!). Pero, claro, estamos hablando de España. Un Estado que sería capaz de llevarnos a la época de las cavernas, si eso le garantizara la ‘Unidad de España’.

EL MÓN