El racismo lingüístico del Real Madrid

Los hechos producidos el 8 de mayo pasado, en la zona mixta del estadio del Real Madrid, en el que el club prohibió al jugador Kiko Casilla, hijo de Alcover, Alt Camp, que se expresara en catalán, en respuesta a una pregunta formulada por Sebas Guim, periodista de TV3, son de una gravedad extrema y no pueden quedar impunes. Al día siguiente, ante la repercusión que el caso había tenido en Cataluña, el club obligó a Kiko Casilla a parar el golpe con una sarta de mentiras que el vídeo y la realidad ponen en evidencia.

En el video se ve claramente cómo Casilla pide permiso al jefe de prensa del club, Carlos Carbajosa, para poder hablar en catalán -esto solo ya es vergonzoso-, y cómo éste le responde: «No, no, en español». Al día siguiente, curiosamente, como si el vídeo no existiera y él mismo no hubiera pedido disculpas más tarde a Sebas Guim, Casilla, en una entrevista en la COPE, osa decir que «el Madrid nunca me ha prohibido hablar en catalán», y, siguiendo las indicaciones del club, afirma que las reglas dicen que en la zona mixta» primero hay que hablar en castellano, y luego, si un medio lo quiere hacer en catalán, lo tiene que hacer a parte». incluso, con vergonzosa lisonja, llega a culpar a TV3 del asunto y repite la mentira: «TV3 se quiso saltar el protocolo. lo único que se dijo fue que primero se atendía en castellano a las televisiones españolas». Se ve que TV3 no es una televisión «española». Todo ello, como decimos, es rotundamente falso, porque como dice la Plataforma por la Lengua en su denuncia a la Dirección Provincial de Inspección de Trabajo de Madrid, «en el video no se observa en ningún momento que se invite al periodista a esperar, sino que se le impide hablar en catalán».

La realidad, además, desmiente de arriba abajo las versiones del Madrid y de Casillas. Una cosa es la sala de prensa, en la que se puede entender que la lengua de la entidad tenga un lugar preferente, y otra muy diferente la sala mixta, en la que los periodistas cogen al vuelo a los jugadores y deben espabilarse para ‘colocar’ su pregunta entre las de los compañeros; de lo contrario corren el riesgo de que los jugadores, que en este lugar siempre tienen prisa por irse, no les den tiempo de formularla. La prueba es que Gareth Bale, Karim Benzema, Cristiano Ronaldo o Luka Modric responden en inglés, francés, portugués o croata, respectivamente, sin pedir permiso a nadie y sin que el club se lo prohíba. Y lo mismo hace el entrenador, Zinedine Zidane, al ser preguntado en francés.

A raíz de estos hechos, un profesor de la Universidad de Toronto, Canadá, y vicepresidente de la North American Catalán Society, el señor Robert A. Davidson, se puso en contacto con el Real Madrid, y les formuló estas preguntas: «¿Por qué razón no dejan que Casillas hable en catalán? ¿Qué tiene de malo que hable otra lengua? No me extraña que los catalanes quieran tener un país propio. todavía les culpan, tratándolos como los tratan? Son unos intolerantes que dais vergüenza. ¿O todo es un residuo del pasado fascista del Real Madrid?». Como era de esperar, no le dieron ninguna explicación y se limitaron a decirle que, si no estaba de acuerdo, se dirigiera a las redes sociales. Y eso es lo que hizo, claro.

Hasta aquí, pues, el hecho en cuestión y su repercusión. Pero, como digo, el hecho es tan grave, como si los negros no pudieran hablar entre ellos ante blancos, que conviene profundizar, porque constituye un acto de racismo lingüístico absolutamente repugnante. De entrada, si, según nos dicen, «Cataluña forma parte de España», es obvio que la lengua catalana es una lengua del Estado español. Por lo tanto, por las razones anteriormente mencionadas, constituye una flagrante agresión la prohibición de hablar en catalán en cualquier momento en la zona mixta, al tiempo que un agravio comparativo con relación a los jugadores de habla inglesa, francesa, portuguesa o croata, que se expresan habitualmente en estas lenguas con toda libertad.

La sonrisa socarrona con que Kiko Casilla mira el jefe de prensa del Madrid, al pedirle permiso para hablar catalán, ya indica que es consciente de los prejuicios hacia esta lengua en ese club. El periodista Sebas Guim le pide que responda a una pregunta en catalán para la televisión de su país, el país de ambos, del periodista y del jugador, y este se ríe por lo bajo. ¿Dónde está la gracia? Este comportamiento es una muestra muy ilustrativa de la baja autoestima que arrastra el pueblo catalán, en contraste con la asertividad de la gente de naciones libres. Y es que el catalán buen chico siempre pide permiso, pide permiso incluso para hablar en su lengua dentro de lo que dicen que es su Estado. ¿Alguien se imagina qué follón se habría montado si este caso se hubiera producido a la inversa en Cataluña? ¿Alguien se imagina qué habrían dicho, si el jefe de prensa del F.C. Barcelona hubiera prohibido hablar en español a Iniesta, por ejemplo?

En cuanto al Real Madrid, se ve que los jugadores catalanes le interesan sólo como mercancía. No pone ninguna objeción al origen catalán de un jugador, por supuesto que no. ¡Sólo faltaba! Siempre, eso sí, que no se note. Es decir, siempre que no ejerza de catalán. Y la prueba es que el club no ha pedido perdón en ningún momento. Será porque de eso, en aquella casa, que tan buena sintonía mantuvo con el régimen español surgido del 1939, le llaman «señorío». Y debe ser también por este motivo que allí, los catalanes, tienen el mismo rango inferior que tenían los negros en Estados Unidos en 1939. El 15 de diciembre de ese año, la actriz Hattie McDaniel no pudo asistir a la estreno de la película «Lo que los viento se llevó», en la que interpretaba el personaje de Mammy, la criada, porque el color negro de su piel la convertía en una persona inferior de acuerdo con las leyes de Atlanta. Setenta y seis días después, sin embargo, el 29 de febrero de 1940, Hattie McDaniel ganaba el Oscar a la Mejor Actriz Secundaria. El problema era que las normas del Hotel Ambassador, de Los Ángeles, donde se iba a celebrar la ceremonia, no permitían el acceso de personas negras, y el productor David O. Selznick tuvo que pedir que con ella se hiciera una excepción. Hattie McDaniel, hija de esclavos, subió al estrado, hizo su discurso de agradecimiento y volvió a sentarse en el rincón de la sala donde la habían confinado. Era negra, la habían premiada y no podía sentarse al lado de sus compañeros de reparto. Se consideraba que hacía feo que se la viera. Da asco, ¿verdad? Sí, es repugnante. Tan repugnante como el racismo lingüístico del Real Madrid. El 8 de mayo, a Kiko Casilla se le prohibió hablar en su lengua. Era catalán y hacía feo que se le oyera.

EL MÓN