Recopilación de botiflers

Los tres siglos de sometimiento de la nación catalana a España se explican a través de la historia. Pero hay que decir que este sometimiento ha durado tanto tiempo porque ha contado con la ayuda de un buen número de colaboracionistas catalanes. Sin estos individuos, sin sus miserias y traiciones, sin el autoodio que los caracterizaba, las cosas habrían rodado de una manera muy diferente. El ‘botifler’ juega un papel clave en toda colonización, sea de la naturaleza que sea, y los traidores catalanes emplearon muchos esfuerzos en esposar a su pueblo. Los de hoy los conocemos, especialmente los que actúan desde determinados partidos políticos o tribunas y tertulias periodísticas, pero también conviene tener presentes a los que actuaban en otros tiempos. Por eso me parece un magnífico ejercicio de recopilación el trabajo que han hecho, en este sentido, Salvador Avià, Jordi Avià y Joan-Marc Passada en el libro «Perles catalanes. Tres segles de col·laboracionistes (Tres siglos de colaboracionistas)» (Viena, 2016).

Dividido en cinco capítulos y un apéndice, el libro comienza hablándonos de los renegados del siglo XVIII y avanza hasta nuestros días con una narración muy amena de sus «gestas» contra las libertades de la nación catalana. Así encontramos nombres como el virrey Amat, militares como Gaspar de Portolà, misioneros como Juníper Serra, esclavistas como Josep Xifré o Miquel Biada, colonialistas como Manuel Girona o Antonio López, o los de antes, durante y después de la guerra del 1939, como Alfons Sala, Francesc Cambó, Joan March, Eugeni d’Ors, Carles Sentís, Josep Maria de Porcioles o Juan Antonio Samaranch. He aquí cinco pequeñas perlas:

1) Miquel Biada y Buñol (Militar colonialista, esclavista, especulador, represor, industrial y ferroviario): «Biada todavía está muy presente y se le rinden homenajes, especialmente en el Maresme [por haber creado la línea de tren Barcelona-Mataró]. Ahora bien, ¿un tren puede hacer perdonar el esclavismo, la represión a los americanos que luchaban por su libertad, el españolismo más recalcitrante o la expoliación colonial?».

2) Alfons Sala (Industrial y cacique): «Como premio por su colaboracionismo con la monarquía y la dictadura, fue nombrado senador vitalicio, director general de Comercio y conde de Egara. Cada vez más protofascista, se vinculó a personajes tan siniestros como Demetrio Carceller, y, por supuesto, apoyó a Franco».

3) Josep Bertran i Musitu (Terrorista y creador del pistolerismo, organizador del espionaje fascista): «Pasará a la historia como uno de los peores personajes que ha dado Cataluña en todo el siglo XX, condición sujeta a la disputada competencia de muchos otros ilustres aspirantes al máximo galardón. […] Franco ya se encargó de recompensar a Bertran haciéndolo presidente de Asland, la cementera creada por su suegro y que le hizo de oro con los contratos que se derivaron de todas las presas que el genocida panzudo hizo por todo el Estado español».

4) Carles Sentís (Periodista, espía y mangante al servicio del fascismo español): «recibió la Cruz de la Orden de Isabel la Católica por servicios prestados a la dictadura franquista, y desde entonces se dedicó a recoger el beneficio de su apoyo al genocida Franco. […] Sentís fue presidente de la Asociación de la Prensa de Barcelona (1974-1977) y, lo que da más vergüenza, presidente del Colegio de Periodistas de Cataluña (1988-1990)».

5) Miquel Mateu Pla (alcalde franquista de Barcelona, falangista. fue, probablemente, el catalán en quien más confió Franco): «aparte de perseguir gente, favorecer el estraperlo y españolizar Barcelona, Mateu recibió a personalidades insignes del ‘horrorismo’ mundial del momento, como el ‘number one’ de la diplomacia fascista italiana y personaje peculiar, el conde Ciano, o el jefe de las SS, Heinrich Himmler, una semana después del fusilamiento de Companys».

El apéndice del libro, por otra parte, está dedicado a estas once perlas: Félix de Azúa, Albert Boadella, Josep Borrell, Josep Ramon Bosch, Francesc de Carreras, Carmen Chacón, Josep Antoni Duran Lleida, Arcadi Espada, Rosa Regàs, Miquel Roca Junyent y Alejo Vidal-Quadras. Se agradece el sentido del humor con que los autores de «Perlas catalanas. Tres siglos de colaboracionistas» han tratado un tema tan prosaico como éste, el de unos individuos autofóbicos entregados noche y día al placer enfermizo de intentar humillar, encadenar y destruir a su pueblo. Lo bueno de todo es que no lo han conseguido. Han hecho mucho daño y han ralentizado la liberación, es cierto, pero han fracasado estrepitosamente porque el Proceso es imparable. Por ello, de su nombre y de su autoodio, sólo quedarán unas hojas muertas que el viento, implacable, barrerá hacia el tragadero del olvido.

RACÓ CATALÀ