La euskaldun Valpuesta origen del castellano

Las primeras diócesis en territorio de Baskonia fueron las de Auca-Valpuesta, Calahorra, Armentia, Pamplona, Baiona, Tarazona, Olorón y Dax, las cuales se situaron estratégicamente para atender a una necesidad de predicar sobre una población que se relacionaba por cercanía (facilidad geográfica) y que tenía un idioma, cultura, vida política y económica en común.

Valpuesta está en el municipio de Berberana perteneciente al partido judicial de Villarcayo, dentro en  Valle de Valdegobía-Gobiaran (del término en euskera Gaubea), el cual es parte de Castilla Vetula o Vieja. Valpuesta se encuentra a 96 Km de Burgos, pero a tan solo 45 Km de Vitoria-Gasteiz y a 66 Km de Bilbao. El cenobio fue fundado por el obispo de Oca o Auca llamado Juan en el 804, el cual trasladó su diócesis hacia el norte ante la presión musulmana sobre el territorio. Pero existía para entonces en el lugar una pequeña ermita erigida por sus moradores baskones.

El obispo de Auca contó sin embargo con la ayuda de Alfonso II “el Casto” rey de Oviedo-Asturias (760-842), con ello buscaba el asturiano expandir su territorio hacia Baskonia y sus “tierras siempre poseídas por sus moradores”, tal y como recogen sus crónicas; ocurrió que con la invasión de los musulmanes quedaron territorios del Oeste y el sur de Baskonia semi abandonados o en situación muy precaria. Es así como Valpuesta se convirtió en el segundo obispado de Asturias después del de Oviedo y el primero en los territorios conquistados por el reino asturiano, en este caso a los cristianos baskones.

El obispado de Valpuesta fue reconquistado por los baskones y pasó a pertenecer por tanto al reino de Pamplona-Nabarra desde el mismo siglo IX de los primeros cartularios hasta que fue conquistada toda Castilla Vieja y la Bureba por el reino de León entre los años 1054-1076, recuperada poco después y perdida definitivamente en 1136 por Alfonso I “el Batallador”, rey de Pamplona-Nabarra, tal y como explicaremos mejor en otro artículo. En el ínterin desapareció Valpuesta como diócesis a favor de Burgos, con su último obispo Munio que falleció en el año 1087. Pero Valpuesta no pasó a Burgos directamente, sino que previamente estuvo dentro al gran obispado nabarro de Nájera-Calahorra con Sancho Garcés IV el de Nájera en el año 1053 (por tanto durante un año), al ser reconquistado a los musulmanes el territorio baskón calagurritano que lo habían ocupado 75 años antes.

Valpuesta conoció sus años de esplendor en los siglos IX, X y XI, que son los años de su pertenencia al reino nabarro, convirtiéndose en el primer obispado que abarcaba el Oeste de la ría del Nervión hasta el río Asón en Laredo, para luego caer en el olvido en los siglos posteriores, lo que explica la poca importancia que se le ha dado en la historia hasta hace bien poco.

El historiador burgalés Fray Justo Pérez de Urbel (1895-1979) -Doctor en Filosofía e Historia, catedrático de Historia de España medieval y monje de Silos-, en su obra «Los vascos en el nacimiento de Castilla», lo decía muy claro: «Valpuesta es el centro más importante de la onomástica eusquérica; pero desde Valpuesta la vemos extenderse por todos los centros de a repoblación de esa zona occidental de Castilla, por Tovilla, Losa, Tobalina, San Millán, Cerezo, las riberas del Oja y los montes de Oca, hasta cerca de Burgos las tierras que nace el Arlanza. Aquí es frecuente encontrar nombres como Vigila o Vela (cuervo), Velasco (cuervo pequeño), Amunna (abuela), Eita (padre), Jaunti (Señor), Anderezo o Andregoto (de andra, señora); o estos otros de cuño evidentemente vasco: scemenus, Sancius, Hurraca, Anderquina, Ennecus, Ulaquides, Analso, Amusco, Uzanco, Azanus, García (Garçea o Garçés, “el joven”), Herramel y Oggoiz o Lupus (…)» (y sigue).

(…) «La vasconización es fuerte en toda la zona oriental hasta los alrededores de Burgos, y se advierte también hacia el occidente, si vamos a juzgar por la toponimia; los nombres de Vascones, Vasconcillos y Villasvascones, que se observan en la circunscripciones de Lerma, del Duero y en los valles cercanos al nacimiento del Ebro, indican una colonia primitiva procedente de Vasconia. Un documento de 945 nos ha conservado la lista de un gran número de vecinos de un pueblo llamado Villa Vascones, recientemente fundado, en la ribera del Arlanzón, «in susurbio Vurgos», y da la casualidad que todos o casi todos son vascos (…).

“Tal fue la importancia de esta inmigración de vascones en lo que iba a ser el condado de Castilla que ciertas partes, en Ezcaray y Ojacastro, por ejemplo, un dominio casi exclusivo (hoy son riojanas); e otras en Valdegobia (Alaba), en Valpuesta, en Alcedo, en Tobalina, en Haro (La Rioja), en Grañón (La Rioja, cerca de Santo Domingo de la Calzada) y sus cercanías, una influencia preponderante; en toda la parte oriental del condado, casi hasta las puertas de Burgos, y por el sur hasta la región de Salas de los Infantes, una fuerza que dejara honda huella en la vida castellana. Y con respecto a la región de Oña, Menéndez Pidal ha podido observar en el romance naciente de esta tierra claros indicios de influencias eusquéricas (…) Tan grande fue la inmigración eusquérica, que la tierra recién poblada, aquella Castilla de primera hora, que comprendía los valles de Espinosa, Valdivieso, Valpuesta, Valdegobía y Tobalina, hasta la margen derecha del Ebro, estuvo a punto de recibir el nombre de Bardulia».

Fue llamada “bardulia” desde el siglo V la costa de Castilla Vetula, pero es más un término erudito en relación a los “bardulos” que creían habitaron esa comarca antes de la llegada de los romanos, aunque no fue así pues eran todos ellos territorios de los autrigones, ya que los bárdulos iban entre los ríos Deba y Oria-Urumea en la actual Gipuzkoa hasta Trebiño en Alaba y el occidente de Alta Navarra.

Valpuesta era un cenobio fronterizo entre alabeses y castellanos que abarcaba La Bureba (frontera de Burgos con Alaba y La Rioja, capital Briviesca, más las villas y pueblos de Frías, Oña, Poza de la Sal, Trespaderne, Monasterio de Rodilla, Arconada, etc., ríos Ebro-Oca ) y lo que se conocía como Castilla Vetula o Vieja (Valles de Mena, Villarcayo, Valdevieso, Manzanedo, Losa, Espinosa de los Monteros, Cudeyo, Tobalina y Pancorbo hoy Merindades y su salida al mar por Cantabria), es decir, desde el río Asón en Laredo o el río Cudeyo en la vecina Trasmiera (Arnuero, Bárcena de Cicero, Bareyo, Entrambasaguas, Escalante, Hazas de Cesto, Liérganes, Marina de Cudeyo, Medio Cudeyo, Meruelo, Miera, Noja, Ribamontán al Mar, Ribamontán al Monte, Riotuerto, Santoña, Solórzano y Voto), Ruesga y Soba a la ría de Bilbao (ríos Ibaizabal-Nervión), por tanto incluía también las hoy tierras bizkainas de las Enkartaciones en su amplitud histórica, las tierras alabesas de la margen izquierda del río Bayas (deformación de “ibaia”) incluida la tierra de Aiala, Valdegobia-Gobiaran y así como el actual enclave bizkaino de Orduña con su arciprestazgo.

La llamada Castilla Vetula o Vieja iba desde Santoña, fundada por Sancho Garcés el de Nájera en el siglo XI, hasta la Bureba burgalesa, bajarían por los montes de Oca (a 15 Km. al norte de Burgos capital) y más al sur hasta la parte occidental de La Rioja y la Sierra de la Demanda. La Bureba en los primeros documentos aparece escrita como Borovia-Boreba de claro toque euskaldún, con la romana Briviesca como capital, por tanto, coincidía casi con el territorio del pueblo prerrománico de los autrigones que irían desde el río Ibaizabal-Nervión hasta el río Asón en Laredo.

Estos cartularios de Valpuesta, de los que en realidad ya hablaba el historiador gipuzkoano de Arrasate-Mondragón Esteban de Garibay (s. XVI), adelantarían la aparición del castellano a finales del siglo IX-X, aunque muchos de los cartularios son copias posteriores o están interpoladas, lo que los invalida. El cartulario o becerro gótico de Valpuesta (llamado así por su tipo de letra visigótica) consta de 184 documentos, los más antiguos se remontan a los años 804 (cuando se funda el cenobio), los siguientes son de los años 864 y 875, son además los más antiguos de toda la península ibérica. Estos cartularios hacían las veces de acta contractual de donaciones o compraventas para ganar un trocito de cielo. En los mismos aparecen nombres propios en euskera (Amatu, Anaia etc.) junto con vocablos que serían los primeros en castellano como: “novillo”, “cuero”, “plumazo” o “andadura”, “cabeciles”, “calçada”, “casa”, “corro”, “cuencas, “orreo”, “ovelia”….

Señalaba el filólogo y profesor de la Universidad de Burgos Antonio Álvarez Tejedor, uno de los coordinadores del trabajo de unas 600 páginas críticas sobre los diferentes cartularios de Valpuesta publicado a finales del año 2010: “En estos documentos que nos encontramos, afortunadamente y hasta que aparezcan otros, adelantan al menos un siglo (finales del IX-principios del X) las fechas propuestas con anterioridad (…). Es el caso de ‘piele’ en lugar de ‘pelle’. Ese diptongo es una de las cuestiones que distinguen a algunas lenguas romances. Y también hay estructuras sintácticas que son romance y no latinas (…). Al contrario de las glosas emilianenses (La Rioja), estos documentos son básicamente donaciones (de todo tipo) al atrio o la iglesia de Santa María y contratos»,

 

Por ejemplo, uno de los textos de los cartularios de Valpuesta del año 844 dice literalmente:

«…in loco que uocitant Elzeto (Elizetto=Iglesia pequeña en euskera) cum fueros de totas nostras absque aliquis uis causa, id est, de illa costegera de Valle Conposita usque ad illa uinea de Ual Sorazanes et deinde ad illo plano de Elzeto et ad Sancta Maria de Uallelio usque ad illa senra de Pobalias, absque mea portione, ubi potuerimus inuenire, et de illas custodias, de illas uineas de alios omnes que sunt de alios locos, et omnes que sunt nominatos de Elzeto, senites et iubines, uiriis atque feminis, posuimus inter nos fuero que nos fratres poniamus custodiero de Sancta Maria de Valle Conpossita…»

 

Castellano actual:

«…en el lugar que llaman Elicedo con fueros de todas las nuestras excepto alguna causa de fuerza, esto es, de la costera de Valpuesta hasta la viña de Val Sorazanes y de allí al llano de Elicedo y a Santa María de Vallejo (Uallelio) hasta la sierra de Pobalias, excepto mi parte, donde habremos podido encontrar, y de los puestos de guardia, de las viñas de otros hombres que son de otros lugares y hombres que llaman de Elicedo, viejos y jóvenes, varones y hembras, hemos puesto entre nosotros fuero que nosotros hermanos pongamos guardián de Santa María de Valpuesta (Conpossita)…». Valpuesta viene del Latín “composita”:  compuesta adj. ant. Arq. decíase de la columna llamada hoy compuesta.

Los cartularios de Valpuesta (como todos los de la época y en toda Europa Occidental) están en latín, en ellos aparecen entremezcladas unas 300 palabras en romance, pues el latín no era un idioma hablado sino reglado para ser escrito y/o leído en la liturgia, mientras que el pueblo hablaba un latín “vulgar”, dialectos del latín que se conocen como lenguas romances, uno de los cuales se trasluce en estos cartularios. El romance castellano no nace en un cenobio entre sotanas, sino que es el idioma que hablan los habitantes de la fronteriza Castilla Vetula o Vieja y la Bureba, la cual se encuentra dentro del reino de Pamplona-Navarra en los siglo IX-X y hasta mediados del XI.

En el acta fundacional de San Martín de Ferrán, localidad tobalinesa de Herrán, en la comarca de las Merindades antes Castilla Vieja o Vetula, enclavada al pie de la sierra de Arcena, zona fronteriza con Alaba, conservado en el monasterio de San Millán de la Cogolla y fechado en el año 852, aparece escrito por primera vez el nombre de “Castilla”, entre unas cuantas palabras en lo que ya se podría también considerar castellano antiguo, aparecen entremezclados vasquismos. Este manuscrito también sería anterior -en más de un siglo- a las Glosas emilianenses. Ese primer documento sobre  la comarca de “Castella” del 850-852, se refiere a tierras de Castilla Vieja o Vetula mencionada.

El documento más antiguo que se conserva de esta comarca fronteriza, es del monasterio de mujeres de San Miguel de Pedroso -cerca de Belorado (La riojilla)- y es del año 759. El documento está escrito en latín y en él no hay trazas de romance, pero,  junto a nombres latinos y germánicos, aparecen nombres euskéricos como: Amuna, Semena, Sancia o Anderezzo.

Wikipedia: En octubre de 2008 se celebró en Miranda de Ebro un congreso titulado “Valpuesta: en los orígenes” que versó sobre la importancia de los Cartularios de Valpuesta. El director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua catalogó la ciudad como la capital de las comarcas que se convierten en decisivas para los orígenes del español. En este mismo congreso se llegó a la conclusión de que el origen del castellano escrito se encuentra en el cartulario burgalés de Valpuesta.

Valpuesta se encuentra actualmente en Burgos frontera con Alaba, pero rodeada por pueblos alabeses en tres cuartas partes dentro del Valle de Valdegovía ¿Por qué coincide el territorio autrigón y el del nacimiento del castellano? Aquí podría estar viva la comunidad natural sobre la que ejerce la diócesis de Auca-Valpuesta. Algunas de las primeras diócesis parecen albergar un territorio conocido desde mucho tiempo atrás. Incluso hoy, las gentes que ocupan el territorio de ese antiguo pueblo euskaro, mantienen una relación social y económica estrecha.

El catedrático en historia José Luis Orella Unzué en su libro “Sancho III el Mayor” comentaba que: “Estas tierras del noroeste de Castilla eran en la cultura anterior a la romanizada, como igualmente lo testifica la arqueología, tierras autrigonas, por tanto en estrecha relación con el ámbito de la lengua vasca. Además estas tierras gozaban en su derecho privado unas instituciones típicas del sistema jurídico pirenaico, lo mismo que todas las tierras que estaban a su costado oriental”. Más recientemente, Eduardo Martínez Aznar, en su libro “El euskera en La Rioja” (2011) escribía tras una revisión de todo los textos y trabajos al respecto: “…la existencia de un amplio conjunto toponímico y onomástico vasco medieval en todo el territorio autrigón, y que al igual que en el caso riojano, es bastante difícil que haya surgido de una repoblación tardía y apresurada”.