Nulladignitatis

Hoy en día asistimos impasibles al continuo paseo televisivo y radiofónico de personas de apariencia y condición variada que nos deleitan con su constante juego de palabrerias, cambios de tono, muecas, ofuscaciones, risas falsas, gestos variados y confusiones espontáneas.

Los mismos precisan constantemente de la necesidad de dar explicaciones de los incontables casos de corrupción que por fortuna llegamos a conocer y dan juego a una inventiva propia de los mejores creadores de la literatura barroca castellana, a cada envite un nuevo entremés, de medias un sainete y cierran siempre con una octava.

Después de visto y oído el espectáculo, que es grotesco y a la par divertido, sentado en el sillón tras el banquete de mentiras y falsedades, me pregunto, ¿Dónde quedó la dignidad?, ¿En que momento de su vida estos mentirosos profesionales la dejaron del todo?, ¿Fue aquello progresivo o se tuvo que acabar en un trágico acto quizá tan contante como sonante?

¿Cómo es posible que alguien viva permanentemente en la mentira, en la indignidad, en la ausencia de ese gesto tan grande y humano de agachar la cabeza, pedir perdón y retirarse como un caballero/señora?

Hemos llegado a un momento donde el cultivo de la mentira y la falta de vergüenza ha establecido que por defecto , lo acostumbrado y lo aceptado sea negar todo, atacar al rival político, mentir y tergiversar, hacerse la víctima, criticar el poder judicial y a quién haga falta.

De todos estos comportamientos se ha creado un libro de estilo, en el PP lo llaman «Actitud hacia los medios en casos de corrupción» yo lo llamo la «Nulla dignitatis».

El caso más apabullante de sainetes y entremeses lo tenemos en el PP, cada día asistimos boquiabiertos a una muestra más de la puesta en escena de la «Nulla dignitatis» que es ya estrategia de partido y digamos que se ha liberalizado para que cualquiera, sea quien fuere nos deleite con evasivas e inventivas variadas.

Sin ir más lejos esta semana Celia Villalobos ex-presidenta del congreso deshacía ella misma sus propias palabras, y mentía y manipulaba sus propios comentarios. En un «calentón» se atrevía a poner en un su sitio a una juez, que debe tener un primo hermano en Izquierda Unida y sino lo tiene se lo busca Fernández Díaz y su equipo A y se lo afina la fiscalía.

Siguiendo con el oscuro personaje, que reza por la virgen del Amor y le perjura al altísimo que todo lo hace por España, llegamos a un tipo de anchas espaldas que engorda el manual de la «Nulla dignitatis» con el «Victima sum», para no ya negarlo todo (que no podía), sino presentarse como un hombre vapuleado por un grupo de «ninjas» rojos y catalanistas que han ido a machacarle mientras hacía un trabajo cristalino. Lejos del sainete habitual tira más por el género de la tragedia y con cara compungida de santo cristiano borda el papel.

No podemos dejar de citar a Rita, a la que el partido con buen criterio según el manual de la «Nulla dignitatis» ha situado en la diputación permanente, no vaya a ser que en el interactos mientras Rita vuelve del camerino algún juez de tendencias rojas o separatas la impute por los muy diversos casos de corrupción en Valencia.

En este partido como dicta el manual da lo mismo si eres el que manda o si no mandas nada, por defecto nunca sabes nada, si se han estado blanqueando importes de mil en mil euros o tenias 50 millones de euros en Suiza, por supuesto no te has dado cuenta y te acabas de enterar por la prensa.

La especialización en el género del sainete no acaba aquí, el partido en sí considera normal que el señor Alfonso Alonso condenado por gastarse el dinero de los Gasteiztarras en financiarle la compra de un local a un amiguete del PP, se nos postule como candidato a lehendakari como si nada pasase.

El personaje como si en vez de ministro  de un país de la UE fuese monologuista de un cafe-bar nos deleita con una súplica de mentiras en crudo, «No es un caso de corrupción» dice, «la ponente de la sentencia es del PSOE» asevera, «es una jurisdicción administrativa» relata, a cada cual más cruda, menos elaborada y más infantil.

Yo me pregunto, ¿Donde tiene este hombre la dignidad, la vergüenza? El tinglado está tan claro que no hace falta ser registrador de la propiedad para evaluarlo, te lo puede contar un niño de 12 años, tengan al menos la decencia de presentarnos un candidato limpio! o pague usted la multa, reconozca que lo hizo mal, pida disculpas y adelante.

El manual es tan necesario que cuando no contiene explicaciones para un caso concreto se cometen torpezas infantiles, no ponía nada sobre ordenadores y se decidió darle unos martillazos que es lo que hubiese hecho Paco Martinez Soria o quizá lo vieron en la escena de la famosa película Zoolander.

Da la sensación de que en el PP, han ido arrancando de la carrera interna a todo aquel que le quedaba una gota de dignidad, la cúpula de los elegidos para ser electos en el congreso contenía un elemento que una vez cazado en sus triquiñuelas, en las elecciones del 20 de diciembre de 2015, se negaba a apartarse de la carrera electoral y lo más cachondo fue electo.

El problema de este manual es que va camino de convertirse en un libro diabólico, un Necronomicón peperiano, ya utilizado por simpatizantes y votantes. Creo que todos hemos oído a votantes defender al PP con esos argumentos tan pueriles e infantiles de «Otros son más corruptos», «Hacemos una y salimos en la tele todos los días», » Nos vapulea la sexta», «El PP no está imputado en nada», «Entre los jueces hay muchos del PSOE», «Rajoy no ha cobrado», «A quién más duele la corrupción es al PP» etc..

En este particular diabólico “Nulla Dignitatis”, considerar necesario un cierto nivel de limpieza y ética, es algo intrascendente si te ataca un «rojo» o peor un «separata», la que debería ser habitual conversación entre ciudadanos afectados en el mismo grado por una corrupción escandalosa se convierte en un encendida y apasionada defensa de unos señores corruptos a mas no poder, encausados en todo lo posible y probable, como partido y como particulares.

Y este es peligro que está inserto en la sociedad, personas inteligentes, con una formación académica extraordinaria, presos de un grupo de actores que mienten a destajo hasta sobre sus propias palabras, sin vergüenza ni honor ni dignidad alguna.

Y llegamos al honor, ese hoy gran desconocido español, los actos de honor engrandecen un país, porque son ejemplos a la sociedad, porque alimentan actos de la misma naturaleza, porque serán recuerdos en la memoria colectiva, dimitir es honorable, asumir errores también.

El deshonor, la mentira, la no asunción de responsabilidades  destruyen un país, rebajan la sociedad y su valores y son la justificación de acciones del mismo tipo.

Llegamos a un punto donde la «Nulla dignitatis» permite que nadie pueda exigir nada a nadie, ¿Que se le puede pedir a un concejal de un pueblo que en su día llenó el depósito del tractor con la tarjeta del ayuntamiento si en el gobierno del estado hay unos señores que tienen imputado el partido entero?

Nos encontramos en un momento en que la sensación de toda esta oleada de comportamientos,  mentiras y rementiras nos sitúan en una tendencia social al «sálvese quien pueda» o al «roba lo que puedas y ya veremos». La sociedad necesita referencias, una sociedad sin líderes no tiene norte ni guía, una sociedad sin las adecuadas referencias éticas pierde la escala de valores, pierde la capacidad de exigencia y pierde la tan necesaria actitud de reconocimiento y reparación de un daño causado.

La lentitud de la justicia es un «handicap» a su propia acción, las garantías legales se han de asegurar pero los plazos se han de acortar, no es de recibo que un juez espere 3 meses a que le entreguen unos papeles y emita una queja, no señor, no, haga usted como la jefatura de tráfico y emita una multa económica correspondiente al caso que se juzga. Los jueces no pueden estar en en el punto de mira de políticos sin educación democrática que no entienden lo que es la separación de poderes. Este tipo de actitudes deben estar totalmente reprendidas por los aparatos de los partidos.

Vivimos un presente inquietante, por cuanto de una parte la “Nulla dignitatis” ha anulado la capacidad crítica de los simpatizantes del partido popular y para el resto de ciudadanos las noticias de corrupción ya circulan como un serial radiofónico que produce más curiosidad que indignación, con nuevos casos, otros pasados en los que el culebrón da un giro y continua en una sorprendente quietud de la audiencia, que no se alarma por nada ni por nadie.

La sensación de la sociedad es quizá de resignación, es sorprendente que un manual de estilo de un partido ha puesto de rodillas a una población que no sale a la calle a indignarse por el manoseo del dinero público o políticas ininteligibles sino a votar al partido corrupto porque les promete las pensiones o vaya usted a saber que.

Antonio Machado escribía ese “españolito que vienes al mundo / entre una España que muere y otra que bosteza”, y creo que estamos en ese lugar, una España que muere por defender lo indefendible y otra que bosteza escuchando el serial de corrupción, por eso, como vascos de Bizkaia, de Álava,  de Navarra o Gipuzkoa, hijos de Nabarra todos, sigamos indignados, indignémonos y creemos así una sociedad mejor, no dejemos que los corruptos acampen o lleguen a nuestras instituciones, impongamos un libro de estilo vasco con título en latín, nuestro “Plena dignitatis”.