Donostia capitalidad europea de la bestialidad

El despropósito disfrazado de cultura que supone la representación forzada de esta capitalidad efímera es asombrosa. Su nula repercusión cultural cuya trascendencia europea apenas alcanza más allá del recorrido del Topo, llega a su momento central, el mes de agosto. Durante muchos años el periódico fascista ABC titulaba histórica y provocadoramente en la portada la “Semana Grande de España”.

De acuerdo a esta ideología españolizante instalada de nuevo en Donostia y Gipuzkoa, la barbarie que suponen las matanzas públicas de toros ha vuelto oficialmente a la ciudad para asombro de Europa que creía –creíamos– que la cultura habría sido capaz de desterrar esta aberración humana.
La tortura como incultura. Es más denigrante e insultante a la humanidad que el Ayuntamiento de Donostia (PNV) haya impulsado la tortura y muerte de toros después de desaparecida años atrás para regocijo de cueles, sádicos y cómplices asistentes. Debe recordarse que en 2012 la portavoz del PNV Aitziber San Román calificó de «mala noticia» la supresión de las matanzas por el entonces mandato de un alcalde humanista, Juan Karlos Izagirre de EH Bildu, aludiendo a las reiteradas y denigrantes banales excusas, empleo, impacto económico por la presencia de las tauromafias y sus clanes de seguidores. Es tiempo de civilización, de gestionar la eliminación fulminante y definitiva de este aberrante acto criminal en las plazas y fiestas del país.
¿Por qué se autorizan estos demenciales escarnios en contra de las más elementales leyes naturales? ¿Qué ocurre en el veraniego Euskoruedo de la muerte? con plazas de toros fijas en: Azpeitia, Bilbao, Donostia, Eibar Gasteiz, Iruñea, Karrantza, Sopuerta, Tolosa, Tudela, Urduña y eventuales en: Amurrio, Balmaseda, Bergara, Deba, Dima, Ermua, Laudio, Orozko, Urnieta, Zestoa, etc. Las bandas de música municipales o privadas, deben ser liberadas de prestar colaboración para sonorizar la muerte de animales, es incomprensible entender la formación de un músico con la brutalidad, por lo que en conciencia deberían abstenerse sin represalias.
No podemos olvidar a dos políticos, ambos del PNV más español de la historia y entusiastas taurófilos. El ex lehendakari Ardanza con su séquito que ha protagonizado espantosos ridículos y permitido agravios inaceptables, sin olvidar al desdichado Atutxa y el ex alcalde de Bilbao Azkuna. Este bronco personaje, ya fallecido, algún día se deberá escribir su negativa historia política, solo en los 15 veranos, entre 1999 y 2013 que como alcalde con sus concejales asistió asiduamente a las corridas disfrutó y aplaudió la tortura y descuartizamiento de nada menos que 702 toros. Macabras sesiones a las que invitaba a lo más degenerado de la sociedad española y bilbaíno españolista: jueces corruptos, alcaldes fascistas, banqueros rufianes, empresarios especuladores, actores antivascos, etc. Las hemerotecas están plenas de fotos vergonzantes. Ávidos de atroces escenas suelen ocupar las primeras filas de ese maldito círculo de la muerte para después de un ritual de multitorturas, saciando su morbo tauricida, poder percibir de cerca las vomitonas y oler la sangre de las víctimas.
Luego ambos y otros muchos más del mismo pelaje político embardunados de crueldad se permiten dar arengas de moralidad, ética, condena de la violencia etc. Situados en el ritual de la muerte les surgirán sus más íntimos y castizos sentimientos españoles y entre pasodobles, emocionados exteriorizarán sus olé, olé. Otro lehendakari, Ibarretxe, en cambio lo asumió inmediatamente, en cuanto percibió la primera crítica huyó de los ruedos. En cambio el actual Urkullu dice que el debate sobre esta violencia se está «sacando de quicio y de contexto». ¡Qué frivolidad, qué precariedad!
Debe emprenderse una acción internacional de boicot de asistencia a aquellas ciudades que mantengan como actividad festiva estas matanzas siguiendo el ejemplo del diario Frankfurter Rundschau que informaba como hace años los habitantes de Wiesbaden solicitaron a su alcalde que rompiese el hermanamiento con Donostia ya que «una ciudad culta como Wiesbaden no puede mantener un hermanamiento con una ciudad que está glorificando la tortura de animales como festejo popular». Asociaciones culturales y grupos políticos sensibles deben reiniciar urgentemente el contacto con esta ciudad para que reafirme su compromiso ético.
Es hora ya de posicionarse y solicitar a los gobiernos de Euskadi y Navarra la inmediata suspensión y prohibición de estos bastardos actos en Euskal Herria, Después de más de 30 años de autonomía se sigue potenciando como el acto más significativo de las fiestas vascas, además de beber centenares de miles de litros de alcohol, continuar con esta degenerada celebración sanguinaria, la fiesta nacional de España. Por lo que es absurdo que acontezca en otra nación que estamos en permanente conflicto, a la defensiva, con aquella por nuestra propia identidad, cultura y soberanía.
Asimismo, el parlamentario europeo Josu Juaristi (EH Bildu) ya que la otra vasca Izaskun Bilbao (PNV) es una fervorosa y asidua taurófila, debería exigir un rotundo posicionamiento de dicho foro comunitario para que llegue el afortunado día que la Unión Europea prohíba este infame espectáculo que denigra al ser humano.
Por todo ello es preciso y justificado que la sociedad vasca reaccione con manifestaciones, solicitando consultas ciudadanas, boicoteando todo lo relacionado con este hedor español de las matanzas, empezando por los establecimientos que tengan carteles, patrocinadores y propagadores como el Grupo Vocento, El Correo (del) Español, Diario Vasco, y Diario de Navarra, etc.
El PNV y sus cómplices del PSOE han perpetrado el mayor atentado cultural que se pueda imaginar, además de en otras capitales, en Donostia en el siglo XXI. Particularmente resulta humillante por su ocasional capitalidad cultural, a pesar de que oficialmente lo es por España, representa de algún modo a Euskal Herria y lo hace como un pueblo incivilizado, violento, atroz. Para ser un estado independiente, solvente y reconocido en Europa hay que empezar despidiéndose de todos los síntomas tribales como se hizo en Catalunya.

NAIZ