La cosa va de trolas

Creo que fue en mayo de 2015, en plena campaña electoral y en un debate televisivo con el resto de candidatos a la alcaldía de Pamplona, cuando por primera vez manifesté públicamente mi postura contraria al derribo del denominado Monumento a los Caídos. Antes lo había sostenido muchas veces en privado, y después lo he seguido haciendo allá donde me han preguntado. Soy partidario de su conservación, convenientemente adaptado y transformado, y de esta postura son conocedores los representantes de las asociaciones memorialistas, mis compañeros del equipo de gobierno y también los portavoces de la oposición.

Ello no fue óbice para que el señor Enrique Maya aventara pública e injustificadamente la semana pasada “mi intención” de derribar el edificio. Y no fue la única falsedad que dijo, puesto que afirmó también que yo no había informado a las familias de las personas enterradas en la cripta de los Caídos de nuestra intención de proceder a su exhumación. Daba igual que ello no fuera cierto, y da igual que yo mismo le haya informado a él, como al resto de portavoces, de los pormenores de las conversaciones, incluyendo los nombres de los familiares contactados. Da igual que todo ello figure en el expediente facilitado a todos los grupos del Ayuntamiento, porque ni ha rectificado ni va a rectificar. Es mucho más interesante conseguir titularcillos de prensa e intoxicar a la opinión pública.

De estas y otras falsedades se hace eco el señor Luis Landa en artículo de opinión de Diario de Navarra del día 5 de septiembre. Jamás en mi vida había oído ni leído un cúmulo de inexactitudes semejante referidas a mi persona. Ni siquiera en medios de comunicación de los que bien poca objetividad puedo esperar. Este señor, que se dice profesor de geografía e historia, escribe toda una ristra de valoraciones sin ningún tipo de fundamento ni conocimiento. Espero, de verdad, que imparta sus clases con algo más de rigor.

El fondo de su escrito, claro está, no es tanto defender la conservación del edificio, cuyo futuro no se debate ahora, como amparar indisimuladamente la presencia en él de los enterramientos con honores de dos genocidas, los señores Mola y Sanjurjo. En este sentido, un buen ejemplo de los argumentos que emplea para justificar que no se toque la cripta ni sus enterramientos, radica en poner como ejemplo los campos de exterminio nazis, conservados, según afirma, como testimonio de toda una época. Olvida decir que no hay en la actual Alemania ni un solo nazi enterrado con honores, y que buena parte de sus gerifaltes fueron exhumados y sus cenizas aventadas. Nosotros, como ya hemos dicho, devolveremos los restos a sus familiares, con el mismo respeto y tacto dispensados hasta ahora. Un respeto mucho mayor que el que ellos hubieran empleado, a buen seguro, con quien esto escribe.

Sea como fuere, recomiendo vivamente la lectura del artículo mencionado, por cuanto que forma parte de esa larga serie de pintorescas excusas con los que la derecha va a querer justificar los honores dispensados a dos golpistas. Esperen y verán.