No estamos de acuerdo

De todo el debate que ayer jueves 15 de septiembre pudimos presenciar entre los candidatos a Lehendakari de 3 territorios de Vasconia, me quedo con una frase de Idoia Mendia “dan vueltas a la misma rueda, e incluso entre ellos no se ponen de acuerdo”, obviamente no se refiere ni a su jefe en Madrid, Pedro Sánchez, ni a Mariano Rajoy, aunque bien cabría esta frase entre estos dos complejos personajes. Se estaba refiriendo a los nacionalistas vascos. Permítanme que desplace la palabra nacionalistas por vasquistas que es más acertada y rigurosa, y les comente, que sí, tiene razón, ni mucha ni poca, tiene razón, punto, ni siquiera nosotros nos ponemos de acuerdo.

Hoy leía un artículo de Iñigo Saldise Alda (1) , en el que de manera razonada se argumenta cuáles son los defectos de la transitoria cuarta prevista en la constitución española, la misma se tira por tierra por ser una ley española, que anula la capacidad última de recuperar la soberanía de Nabarra, no puede negar estar de acuerdo en el fondo ni siquiera dudo que la continuidad y la acatación de leyes españolas son el fondo una forma más de servilismo a otro estado que no es el nuestro.

Por otro lado he escuchado también la apuesta arrolladora y maximalista de “Nafarroa Euskadi da”, argumento falaz y desnortado donde los haya, que no solo no tiene apoyo entre las mayorías sociales de los ciudadanos de Navarra, sino que además sería un desaguisado histórico inexplicable.

Si bien creo que ambos planteamientos carecen de la lógica estrategia de quien se pone delante del tablero y puede ver con qué fuerzas contamos realmente.

Hoy en día el campo de batalla, no es una campa donde el fervor patriótico, el hierro, el sudor y las bestias dan una victoria segura sobre un enemigo extranjero y odiado por nuestros compatriotas. El campo de batalla hoy en día está en los parlamentos, la interpretación de las leyes, el juego del pacto y de las mayorías. En una visión realista de este tablero las posibilidades reales de saltarnos la T4 y conseguir la reunificación de todos los territorios vascones en una entidad política nueva son cercanas a cero, o solo posibles en una revolución popular armada de los todos los territorios al unísono que no se va a dar.

No existe al hilo de la voluntad popular expresada en las urnas hoy en día, una mayoría clara a favor de la formación de esa nueva entidad política, que huelga decir, mucha gente no conoce o siente. A esto, que es lo más importante, le tenemos que sumar que no existe por desgracia otro ordenamiento que el español actual, y que no contamos con la posibilidad de crear uno nuevo en un periodo razonable de tiempo sin una erosión infinita de muchos logros conseguidos hasta ahora.

Por otro lado en los cuatro territorios vascos apenas vivimos algo menos de 3 millones de personas, somos por tanto un pueblo pequeño, somos pocos y los demás muchos, y no tenemos sino unos gobiernos cogidos del hilo del agrado de un tribunal constitucional puesto a dedo, y aunque estuviésemos en el siglo XIII nuestra estrategia debería ser la misma, navegar en esta tormenta (española) y progresar en su marejada mediante los subterfugios legales y el pacto, con objetivos reales y alcanzables.

Tienen razón quienes afirman que la T4 es la asunción del fin de muchas cosas pero.. ¿Acaso no es asumir la legalidad española votar cada 4 años?, ¿O no lo es que paguemos el cupo y el convenio?, ¿Qué diferencia hay entre clamar por la restauración del reino de Nabarra desde la Euskadi y Navarra actuales o desde una Nabarra de 4 territorios? Si en ambos casos, nos ciñamos o no a los resortes legales que tenemos, vamos a encontrar las mismas dificultades. Si la T4 supusiera la unión de bajanavarra con la altanavarra, ¿diríamos acaso que estamos dejando de lado la restauración foral plena o la recuperación del reyno de Nabarra?

Los vascos somos pocos, estamos divididos, política y culturalmente también, y hay muchos miedos que vencer y mucha información correcta que dar, no puede ser que hoy todavía cale el mensaje tan falaz e interesado de “yo soy navarro, no soy vasco”.

Lo de que los vascos son los habitantes de la CAV es un invento español y de la derecha española navarra de hace 40 años. Los vascos somos como los germanos o como los escandinavos, solo que somos muchos menos, y un vasco es navarro igual que es bizkaino o alavés, y en un momento dado, quizá tras el inteligente reparto del reyno que Sancho el Mayor hizo entre sus hijos, se equipara Vasco a Navarro por ser una mayoría inmensa de navarros vascos culturalmente. Es curioso observar que el apellido Navarro existe en cataluña así como Vizcaino existe en Castilla por ser ambos la designación de vasco.

No conozco por otro lado a nadie que haya dejado de ser alavés por estar en la CAV, sino que Álava está beneficiándose de una unión a otros territorios forales para tareas como la sanidad o negociar lo que pagamos al estado español, lo mismo que haría Navarra o hace Bizkaia y Gipuzkoa en una Nabarra a 4.

Por eso en este angosto mar castellano y español, donde los resortes legales escasean en nuestro favor, tenemos que navegar primero para fortalecer nuestro propio yo, contar con una unión foral que no tiene por qué tener nada de Aranista y Euskadiana, y esto lo he comprobado en sectores vasquistas en la CAV en multitud de ocasiones.

Esa unión foral podrá tener el nombre que fuere, la bandera que quisiere, pero aunque la legalidad hable de una “incorporación” de Navarra a un ente vasco, sabemos que poco menos que sería la asunción de muchos planteamientos nabarros que además son necesarios para avanzar en el camino de la restauración foral.

Sólo ventajas pueden deducirse de esa creación del Estado Vasco-Navarro” citaba la mismísima diputación de Navarra en 1931, y así es, empecemos por lo que está a nuestro alcance, como el ágil cazador  se aproxima sin hacer ruido, vayamos por lo posibilista, lo cercano, lo factible y empecemos la partida.

No se puede vivir en la permanente angustia porque no tenemos soberanía ni reyno, no la tenemos porque somos pocos, porque si Navarra hubiese tenido un ejército de 100.000 infantes no me cabe duda que no la hubiesen desmembrado. Juguemos las cartas del pequeño, si mañana ejecutamos la T4 y sale el Sí, “media España y media” chirriará los dientes, pero no podrán hacer nada.

El problema que tiene la T4 en sí es que no tiene problema, a nadie se le escapa que solo esconde ventajas en todos los planos, podemos negociar mejor lo que pagamos, tenemos más fuerza y más presencia, más población y mayor PIB, mayor territorio, evitamos recursos que ahora están duplicados, y sobre todo tendremos un país lleno de ilusión donde planteamientos como el “Reyno de Nabarra” o la restauración foral plena serán la nueva discusión, no la T4.

El próximo debate no podemos encontrarnos una líder españolista, citando que los vasquistas no estamos de acuerdo; debemos encontrarnos una líder españolista sin argumentos para frenar un pueblo que empieza a configurar mediante los pequeños resortes legales que tenemos como la T4, un país que se perfila como un estado para el pueblo vasco.

Lo que tampoco se puede pretender es instalar a la gente en una idea legítima pero más desconocida del reyno de Nabarra de la noche a la mañana, sin ruta y sin un camino hacia ello; vamos por pasos pero vayamos, no podemos jugar con la pelota de cuero que es la nuestra, de acuerdo, no podemos hoy, pero vamos a entrenar el saque con la pelota de plástico, lo que no tendría sentido es quedarnos sentados, no nos quedemos sin jugar.

1 – https://goo.gl/gzs0kS