Entre la X del gal y el cinismo de los dinosaurios

Y de entrada no a la OTAN. No sabemos si el triunfador de Suresnes, se ejercitó previamente como  Felipillo en las técnicas de la picaresca, lo que no nos extrañaría. Lo que si podemos certificar es,  que a las primeras de cambio, se nos reveló como el gran Felipe o Felipón, en términos más categóricos.

Este gran “mentidor”, hoy el “bribonzuelo”, uno de los “respetables” portavoces del Ibes, consejero del “creso” mega- Slim entre otra múltiples prebendas y gran especialista en puertas giratorias, se queja de “que le mienten”.

Y el  Tartufo dixit. Y cuando este señor -para algunos el gran sinvergüenza y traidor de la transición- habla, sus devotos e incondicionales “compañeros” de la movida sociata, o deliran o sienten que se descomponen sus intríngulis intestinales. Eso es –con perdón-lo que me parece esta dramática “juerga” del PSOE.

Para los  euskaldunes que en aquellos oscuros años de la transición, luchábamos por recuperar la cultura y los derechos de Euskalherría, el paisano éste nos resultó funesto –eso de las cosas que hicimos en Euskalherría…-.

Por eso, mientras “sus hazañas” no interfieran en nuestras vidas –afortunadamente en Navarra, sus correligionarios ya pisan menos…-, su periplo me trae al pairo. Allá se las compongan nuestros vecinos.

Poco que decir del  gran prestidigitador, que transformó todo un artilugio de revolución socioeconómica -el PSOE-, en pura mancebía de la derecha franquista.

Se dice por ahí, que la herencia tóxica que dejó semejante  tunante, era el reembolso a los untos que venían de Europa. Aquellos marcos calentitos, para impedir cualquier intento de una política genuina de izquierdas. Que al parecer su cinismo y chulería, dicen, solo pretendía descafeinar a un socialismo con ínfulas reivindicativas. Y ciertamente lo logró. Y de aquellos polvos…

El señor X lo sabrá. Lo que si puedo asegurar, desde mi profundo desprecio a estos personajes, es que el estado español no tendrá visos de mejora, mientras truhanes como éste, cocinen la salsa política.

Y la verdad, ya interesa que los que nacimos en la efervescencia franquista, percibamos alguna vez algún atisbo, alguna esperanza de auténtico estado democrático. Entonces podrán entender los españoles porque vascos y catalanes no somos tanto problema…